El rey león – The Lion King


Cuando todo el mundo daba el cine de animación por muerto y Disney parecía abocada a desaparecer, tuvieron una nueva edad de oro con un puñado de películas en las que el componente musical era muy fuerte. En ellas, se asociaban con un artista conocido para las canciones y de ahí surgieron cosas increíbles como La Sirenita, Tarzán o El Rey León. Recuerdo que cuando las iba a ver, la mayor parte de las veces un montón de meses después de su estreno en los Estados Unidos y tras haber estado leyendo en la revista Fotogramas sobre las mismas un montón, salía del cine en trance, flipando y probablemente con los ojos rojos. Esa era pasó y después cayeron en la mediocridad de la que los salvó Pixar. Parece que en Disney alguien ha tenido una brillante idea y han rescatado uno de esos clásicos, adaptándolo a la tecnología 3D. Se trata de The Lion King, conocida en España como El rey león y que llegará a la cartelera española en las navidades de este año.

Un julay rebelde se va de casa y se junta con dos malajes panolis pa’ no dar ni un puto palo al agua

El círculo de la vida se cierra cuando nace el hijo del rey Mufasa, Simba, un joven que pronto descubrirá que hay gente mala en el mundo y que también aprenderá del poder de la amistad.

Si alguien no ha visto esta película al menos una vez en su vida es que no tiene corazón. Es un clásico. El 3D la ha hecho aún más grande. Es increíble. La imagen es perfecta, brillante y absolutamente fantástica. Añade la soberbia banda sonora con ese puñado de canciones escritas por Elton John y si no se te pone el vello de punta en la sala es que estás muerto y nadie te ha avisado. Parece increíble que una película que se estrenó hace la tira de años le pueda dar lecciones de lo que es el buen cine a muchísimos de los títulos que hay hoy en día en cartelera. Para hacer el 3D han debido restaurar la imagen porque está que no veas. Se nota también la diferencia ahora que los cines tienen proyectores digitales y ya no hay rollos de películas con las molestas rallas y los saltos. Es pura perfección.

Una historia antológica, llena de emociones, con la que te ríes, saltas, te pones histérico y para cuando acaba sales del cine con la sensación de haber recibido muchísimo más de lo que merecías por lo que has pagado. Absolutamente recomendada para todo el mundo, tanto aquellos que la vieron en su día como las nuevas hornadas de chiquillerío que creen que lo mejor que puede producir el cine actual son películas de maricones en una trilogía para tirar el puto anillo de uno de ellos o un pirata desquiciado y más maquillado que Sara Montiel. Un clásico.


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