Freeheld, un amor incondicional – Freeheld


Cuando regresé de las más de tres semanas en las Filipinas tenía una ansiedad tan grande por ir al cine que decidí no mirar temas y centrarme en horarios para poder colocar el mayor número de películas en el menor espacio de tiempo, ya que todos sabemos que cada semana se caen algunas de la cartelera y en mi caso eso significa que jamás las podré ver, ya que el concepto de usar la televisión para mancillar otro arte a mí me aterroriza. En mi primer fin de semana en los Países Bajos, fui por Amsterdam y logré una sesión triple con dos pelis en la filmoteca y la segunda de ellas se titulaba Freeheld y al parecer se estrenó en España a principios de mayo con el título de Freeheld, un amor incondicional.

Dos julays lesbos restriegan potorros para inventar el fuego sin chimpún

Resulta que una mujer policía es machorra que no veas y se encoña de una piba que conoce en un bar en el recarajo, ya que está escondida debajo de las toballas en el fondo del armario y por más que abren la puerta, ella no se sale de allí. La relación avanza y terminan arrejuntándose y hasta registrándose como pareja en otro estado. Todo parece ir bien y están a punto de inventar el fuego por frotamiento cuando a la poli le detectan un cáncer de punto y final y entonces monta una batalla con el sistema para conseguir que la pensión que le corresponde a su marido, de haberlo tenido, se lo den a su mujer, que la tiene.

Esto es un panfleto propagandístico sobre las luchas de los derechos de los homosexuales en los Estados Unidos. El problema es que apesta a telefilm, le falta gancho, le falta una trama que te cautive y le falta credibilidad. Julianne Moore lo hace muy bien pero es que ahí se acaba lo bueno. El resto aburre, salvo por Steve Carell haciendo de locaza total, que tiene un par de golpes con los que te ríes y muchos momentos pasados de vuelta. La película carece de una historia de amor que nos atrape y toda la movida de lucha por conseguir los derechos es sencillamente poco interesante. Los personajes secundarios, con sus pequeñas tramas, tampoco logran engancharnos y así avanzamos por esta explicación de un evento que cambió un poquito de la historia de los derechos de los homosexuales pero que cuando salimos del cine nos la trae al fresco.

Esto puede provocar daños cerebrales permanentes a los miembros del Clan de los Orcos y tampoco tiene el caché como para llenar el cine de sub-intelectuales con GafaPasta. Un telefilm.