Gold, la gran estafa – Gold


A lo largo de los años he repetido el mantra del carisma un montón. Hay actores que resuenan con cada uno de nosotros. Con esos, da igual lo que hagan, acudimos al cine siempre confiando que nos encontraremos algo grande. Con otros actores, con los que predomina la repulsión, buscamos excusas para evitar sus películas y acudimos al cine poco menos que obligados. Eso es lo que me sucedió a mi con el protagonista de la película de hoy, para la cual reservé entrada en al menos cuatro ocasiones y las tres primeras veces encontré excusa para no ir al cine porque el chamo me pone de los nervios. La película se titula Gold y se ha estrenado hace ahora un mes con el título de Gold, la gran estafa.

Un par de julays buscan el oro que cagó el moro indonesio

Un chamo de familia minera de oro está al borde de la ruina cuando se junta con un geólogo para buscar oro en Indonesia. Consiguen la cantidad mínima de dinero y cuando todo parece que se irá al carajo, encuentran un filón que puede ser el más rico del universo conocido en ese mineral. De repente se convierten en hiper-mega-millonarios y su empresa en la joya de la bolsa de valores. El éxito tendrá sus consecuencias.

Ya lo dije en el primer párrafo y lo repito. A mi Matthew McConaughey me da un asco infinito y hasta tres metros más allá desde toda la vida y en este caso tenemos un buen ejemplo de una película suya que no funciona conmigo. Que se afeite la cabeza, engorde veinte kilos y se ponga fundas en los dientes para mi no es actuar, es transformarse y debajo de todo eso sigue estando el mismo mal actor de siempre. Su presencia en pantalla me distrae y me desconecta de la historia y en ningún momento llegué a interesarme por lo que trataban de contar, algo que al parecer está basado en hechos reales aunque aquí estiraron el chicle hasta casi romperlo y cambiaron la empresa de canadiense a gringa y le metieron un montón de morralla más. La película dura dos horas y podrían haber recortado fácilmente treinta minutos de relleno. Matthew McConaughey se repite y hace el mismo papel que en El lobo de Wall Street – The Wolf of Wall Street, solo que en aquella era un personaje secundario y funcionaba y aquí no tiene el carisma suficiente para que nos lo creamos todo. Las mejores escenas son aquellas en las que aparece el venezolano Edgar Ramírez, que es el geólogo que tiene la idea y encuentra el oro. Lo dicho, una de esas películas que funcionan a ratos pero que tienen demasiados puntos flojos y no terminan de cuajar.

No creo que los miembros del Clan de los Orcos tengan el aguante y la paciencia para ver esto. Tampoco tiene la calidad necesaria para ser un plato digno del paladar de los sub-intelectuales con GafaPasta. Para ver un día combinada con siesta tras un atracón de domingo.


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