Los paranoicos


Cuando estás en una escalera abarrotada de gente sudorosa y te obligan a esperar en ella quince minutos te planteas el pasarte al reverso zarrapastroso y dejar de ir al cine para ver las películas en la comodidad del hogar y sin pagar nada, que para eso todo está en Internet. Por suerte el mosqueo me dura hasta que la muchedumbre comienza a moverse y una vez entro en la sala y me siento se me pasa y recupero la ilusión por disfrutar del cine en el cine y más si es una de esas películas que todos sabemos que jamás llegarán a las pantallas comerciales. Una de las películas que vi en el festival de cine de las Palmas de Gran Canaria fue Los paranoicos, la cual dudo que podáis llegar a ver ya que no parece tener fecha de estreno en ningún lugar fuera de Argentina.

Un julay mentalmente desbaratado se encoña de la chocha del miércoles y busca empitonarla hasta que la sienta en las amígdalas

Luciano no es muy normal. Tiene un cerebro de esos que funcionan a ciento veinticinco voltios y que asocia complejos rituales a todas las actividades que realiza. Trabaja animando fiestas y cumpleaños con un traje de monigote y escribe un guión que nunca acaba. Un amigo suyo vuelve de España a pasar las vacaciones y su universo se estremecerá cuando descubre que en este lado del atlántico hay una serie creada por su amigo y en la que uno de los protagonistas está inspirada en sus paranoias e incluso tiene su nombre. La visita perturbará su micro-cosmos y solo Dios sabe lo que saldrá de este cóctel.

Esta es una de esas películas que hay que mirarla como a una cebolla, llena de capas que podemos ir separando aunque el producto final es la mezcla de las mismas. Lo primero que notamos es la música, una selección increíble de canciones y grupos para mí desconocidos pero muy efectivos. Cerca del comienzo tenemos una escena en la que el protagonista baila desbocado a ritmo de música punk y en ese instante pensé que aquello no venía a cuento. Más tarde me tuve que tragar mis palabras. En otro nivel tenemos las relaciones personales, la amistad, el amor y todos los flujos de información asociados con ellas. Los amigos se quieren pero también se odian, hay un tira y afloja constante, un baile de dardos envenenados y momentos de sincero amor que define el trato entre gente que se quiere. En un tercer nivel está el mundo interior de alguien que definitivamente no es muy normal, que parece tener un cerebro desajustado que combate esta diferencia creando rutinas para cada cosa. Esta persona mira el mundo desde sus rituales ya que estos le dan seguridad, lo afianzan a un mundo en el que no se siente identificado. Junta la música, las relaciones y las paranoias, engánchalo todo con diálogos fluidos y tendrás una película muy curiosa en la que bordeamos continuamente el abismo por el que seguramente se despeñará su protagonista tarde o temprano. Lo que he dicho hasta ahora es lo que me gustó, las cosas que hacen de esta una buena película. En donde falló fue en estirar las escenas demasiado, en procurar exprimir hasta la última gota y en ese ejercicio cansa a los espectadores. Se trata de contarnos una historia y no ayuda el poner al protagonista a bailar un tema musical y dejar la canción hasta el final. La idea la captamos en los primeros treinta segundos, los dos minutos siguientes sobran y por eso terminas por distraerte. Lo otro que no me gustó fue una de las tramas secundarias, la del sufrido amigo que aguanta las locuras estoicamente. Su papel no está claro, desaparece en un punto determinado sin que su participación aporte nada a la historia y todos esos minutos derrochados en él te dejan una sensación de vacío, de una línea que el director y guionista no supo como aprovechar.

Los actores y actrices están fantásticos, hacen la película muy creíble y transmiten complicidad a los espectadores. Los diálogos muy certeros y si hay que lamentar algo, es esa sensación de haber visto un producto que había que pulir un poco más, limar las cosas que sobraban y terminar las que quedan inconclusas.

Da igual que os diga que merece la pena y que deberíais ir a verla. Por desgracia en nuestro mundo solo hay cabida para los productos de la factoría norteamericana y esta no la llegaréis a ver.

06/10


Una respuesta a “Los paranoicos”