Vamos a ver, almas de Dios. No sólo hay que leer. Hay que procesar lo que se lee y pensar un poquito. No se puede ir por la vida de chimpún, esperando que las cosas salgan por sí mismas. Tenemos que espabilar, que si no, nos pasa el tren por encima.
Esto viene a cuento de la experiencia vivida recientemente por un colega. Me cuenta que tras leer en mi blog Castañazos y Piña asada y teniendo un asadero en ciernes, no se le ocurre otra cosa a esa alma bendita que pertrecharse de ambos para empacharse durante el evento. En primer lugar, quiero decir que acudir a asaderos en esta época del año es un golpe bajo, porque aquí arriba estamos con 9ºC y lloviendo continuamente y me parece injusto e inhumano que me contéis esas cosas. Así os pasa lo que os pasa, por los males de ojos que os hecho.
En segundo lugar, prestemos atención. Los castañazos, como ya expliqué, tienen efectos gasísticos de alto riesgo. Por si esto fuera poco, es bien sabido que el millo produce la desunión de la masa a evacuar, o sea, ralea las heces y encima no es facil de digerir, por lo que algunas unidades consiguen atravesar los doscientos metros de intestino delgado y llegar al grueso intactas e incluso con su orgullo crecido por semejante logro.
Ahora pensemos. Un individuo consume en el mismo acto culinario millo asado y castañas asadas. Ese individuo merece dos cogotazos por tonto. Transcurridas un par de horas de la proeza, su propio organismo está produciendo metano a velocidad máxima y los millos ganadores han alcanzado la meta. Están tocando la puerta de salida. El ilustre perpetrador anda tan contento en su asadero y se prepara para comenzar con el sano deporte del castañazo. Ahora bien, en su ignorancia, desconoce el armamento que lleva consigo.
El primer castañazo es un éxito y confiado, se presta a repetirlo cuantas veces haga falta, para animar el evento cultural y escandalizar a las chochas. Lo que ignora, es que tras el primer metanazo, los millos han tomado posiciones. En el segundo, inclina levemente el cuerpo hacia adelante para hacer más fuerza e incrementar el efecto. Huelga decir que la gente sale a escape al verlo en tan obvia posición. Huelga también decir, que lo que consigue, no es un castañazo, sino un millotazo, un disparo de un arma química no convencional con munición que no es de fogueo. Si usa calzoncillos, el millotazo los golpeará con fuerza y los marcará para siempre y si no los usa, le joderá los pantalones al individuo.
Los millotazos están expresamente prohibidos por la convención de Ginebra por su peligrosidad. Es una de las armas más devastadoras que se conocen. La persona que me reprocha su accidente químico-balístico ha sufrido graves secuelas morales y psicológicas, particularmente por el choteo del resto de asistentes al asadero y por no disponer de calzoncillos de repuesto en el mismo (sin contar que estaban en el campo y allí no había baño).
Así que ya sabes, si comes castañas no las mezcles con millo y haber si tenemos un poquito de por favor …