Mr. Turner


Para mi segunda película de este año fui al cine Tuchinski, un edificio que es una maravilla del Art Deco y que esconde un multicine con cinco salas además de la sala en la que aún se hacen los grandes estrenos cinematográficos en Holanda, sala además en la que no ves un ratón, los cuentas por grupos y es raro el día en el que no pasan cinco o seis al lado tuyo, lo cual le da aún más encanto a la película y gracias a las butacas teatrales de la prehistoria, cuando las pavas se ponen con las patas en alto, igual hasta puedes ver algún que otro pájaro. Bueno, regresando al tema, la película que yo fui a ver la ponían en la sala cuatro, con lo que no habían ratones y de haber tenido la desgracia de ver un potorro, seguramente me habría cegado porque en la sala predominaban las chochas de sesenta años o más. La película se llama
Mr. Turner y se estrenó en España justo antes de navidades pero dudo que siga en cartelera.

Un julay barriobajero pinta y farfulla esperando que la Pantoja se le cruce en su camino

Un paisajista británico al parecer famoso, vive con su padre, coge con la mucama, es un borrachuzo, un ordinario y zafio que no veas y es al mismo tiempo admirado y despreciado por todos y el hombre, en secreto, se echa una novia que ya ha enterrado a dos maridos y vive con ella de incógnito en otra barriada periférica distinta a la de su casa.

Lo mejor es empezar reconociendo mi ignorancia y lo bruto que soy. Igual es porque en España tuvimos tantos pintores grandiosos que aparte de los nuestros y algunos italianos, franceses y holandeses, jamás se les ocurrió enseñarnos sobre los británicos porque yo entré en el cine sin tener ni puta idea de quien era el Turner ese y si alguna vez me he cruzado con alguno de sus cuadros, probablemente lo he ninguneado. Dicho esto, la película empieza bien, con un tipo que parece más bien un orco de Vecindario, en el sur de Gran Canaria y que tiene una loba en su casa que es fea que no veas pero no se pone lycras y como se la folla por detrás, no le tiene que ver la cara ni ponerle un cartucho para no asustarse. Mi problema con la película es que en ningún momento parece que hay una historia que contar, saltamos de aquí para allá sin rumbo fijo, vemos ratos de la vida del hombre pero nos falta un hilo conductor. Cuando la película acaba uno no está seguro de lo que le han contado. Timothy Spall borda su papel como el pintor pero dado que no hay historia, su actuación se pierde en escenas sueltas, a veces entretenidas, a veces aburridas y en las que él siempre logra atrapar la atención de la cámara. La fotografía es preciosa, la composición visual es espectacular y las escenas en las que el hombre está creando la obra son fantásticas y a la vez terribles, viéndolo escupir en sus cuadros para diluir algún color o haciendo alguna otra burrada. Por desgracia, repito de nuevo que la falta de un buen guión destroza la película.

Este no es cine para los miembros del Clan de los Orcos e incluso dudo que la pongan en los multicines que ellos visitan. Es probable que los más puristas de los sub-intelectuales de GafaPasta la adoren y demuestren lo pedantes que son en cenas con amigos comentando muchos detalles pero creedme, le falta bastante para ser un peliculón.


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