Noche de agua


Este relato comenzó en Un nuevo viaje a Gran Canaria

Para mí la noche de San Juan es una noche de agua. Sé que hay hogueras y que el fuego forma parte esencial pero lo que la hace especial y única es el agua. Hace diez años me marché de España y en ese tiempo solo he fallado en dos ocasiones para volver a celebrar esa noche única. O en Málaga o en Gran Canaria, siempre regreso con mi toballa, mi bañador y unas ganas tremendas por saltar al agua de una playa que recién estrena verano y bañarme acompañado de una multitud.

Este año la noche de San Juan la he vivido acompañado de uno de mis amigos holandeses. Cuando me decía y me repetía que quería venir a este país conmigo, yo le aconsejaba la época de junio como la mejor del año. ?l quería ver algo diferente de España y no hay nada más extraño y ajeno a los europeos que la noche de San Juan. Se lo he explicado una y otra vez pero siempre he tenido la sospecha que no terminaba de creérselo y cuando le decía que una multitud ingente ocupa la playa y corre hacia el agua a la vez.

Anoche llegábamos a la zona cerca de las once. Como en ocasiones anteriores, pasé de ponerme a dar vueltas y más vueltas con el coche buscando un aparcamiento gratuito y opté por una de las empresas que tiene uno en la zona y en la que por un poco de dinero, estás a dos pasos. Después caminamos hacia la playa y como estábamos por una parte de la ciudad que mi amigo no había visto, lo llevaba por el parque Santa Catalina y otros rincones que acumulan buena parte de mi historia en esta ciudad. Elegí cuidadosamente la calle por la que entrábamos a la playa para que el hombre alucinara y de hecho, cuando lo vio se quedo flipando. Un río humano avanzaba por todos lados, por la avenida, por la arena, por las calles circundantes. Gente en la arena con toballas, mesas, sillas, cenando, bebiendo, bailando, gritando y más y más gente que se movía por todos lados. Nos acercamos a la zona de la Playa Chica y desde el extremo miramos la parte de la Cícer antes de volver y acercarnos hacia la puntilla. Como en años anteriores elegí para ver los fuegos artificiales y bañarme los alrededores del hotel Cristina, el cual creo que hasta ha cambiado de nombre aunque para muchos seguro que llevará el antiguo mientras tengamos memoria. En una tienda de la zona compramos cervezas y refrescos y mi amigo casi se cae muerto cuando el hombre nos las vendía a setenta y cinco céntimos por lata. En la arena nos rodeaban las niñas estas de once años que parece que toman leche super-vitaminada y super-mineralizada que les transforma el cuerpo en uno de yogur. Por supuesto que también estaban las Orcas, esas que en cada muslo llevan una persona y media y cuyas tetas son como embalses y que como la crisis les está apretando, han dejado atrás los doscientos metros de tela de un bañador o los cinco metros de tela de un bikini y han optado por dos metros y medio de cuerda que no tapa nada pero que les quita la sensación de estar desnudas.

Disfrutamos del ambiente hasta las once y cincuenta y nueve minutos. En ese momento le dejamos nuestras mochilas a una cristiana que estaba apalancada en la zona con su butacón y que se ofreció a cuidárnoslas y corrimos hacia el agua con una multitud. Entramos rápidamente y cuando chapoteábamos y gritábamos con la gente comenzaron los Fuegos Artificiales, los mejores del año en el municipio de las Palmas de Gran Canaria y como en ocasiones anteriores, espectaculares. Salimos del agua y continuamos viendo el festival de explosiones sobre nuestras cabezas, los diseños efímeros que se pintan en el cielo durante unos instantes y que en algún momento tendré que fotografiar con un trípode y sin posibilidad de bañarme.

Aunque el tiempo parece detenerse, lo cierto es que fueron únicamente trece minutos y una vez transcurridos, la traca final anunció que terminaban los fuegos y por la megafonía comenzaron a recordar a la gente que la playa es de todos y al marcharse deberían llevarse su basura. Nos quedamos por la zona un rato largo, bebiendo y viendo a la marabunta correr sin rumbo fijo y cerca de la una volvimos al coche y regresamos a la playa de la Garita.

El año que viene regresaré de nuevo para continuar con la tradición.

El relato continúa en Cruzando la isla de Gran Canarias

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8 respuestas a “Noche de agua”

  1. Yo pasé un año la noche de S Juan en las Canteras, más o menos a la altura que tú dices y la verdad que para mi fué algo especial, pues era la 1ª vez que lo celebraba en la playa.

  2. Yo este año después de muchos he vuelto por las canteras a ver los fuegos,y la verdad es que me decepcionaron un poco. Para mi son mucho mejores los de San Lorenzo, aunque igual este año con la crisis bajan de calidad, espero que no.

  3. Pues este año me he perdido la celebración de San Juán. Espero poder recuperar la tradición los años siguientes!!

  4. Luis, nunca he visto los de San Lorenzo pero no cambio el escenario de la Puntilla en la playa de las Canteras por ningún otro.

  5. Yo también me he vuelto fan de la noche de San Juan, este año aqui, en Málaga, ha sido excepcional con una temperatura ideal, agua calentita y además me he prestado a cumplir todos los rituales, quemar papelitos con «lo malo» que quieres dejar atrás, saltar las siete primeras olas (despues de las 12.00h) haciendo sendos deseos, saltar la hoguera, lo he hecho todo!
    Había poca luz en la playa, una multitud de gente fantasmagórica, fuegos artificiales, muchas hogueras…lo más!