Este no sería el mejor blog sin premios en castellano si le quitáramos todos los relatos de viajes, unos largos, otros cortos, pero siempre presentes. Como aquí nos conocemos todos desde siempre y yo me repito más que los telediarios, vamos a repasar como fue la logística de mi viaje a Gran Canaria durante las vacaciones de Navidad. Como sucede desde épocas ancestrales, mi viaje navideño es con líneas de esas que no son de punto a punto y el billete lo compro una jartá de tiempo antes. En el 2016, esa jartá se puede cuantificar como que el 1 de febrero ya tenía el billete. Entre ese día y el de la partida me cambiaron los vuelos al menos veinte veces y acabé con la salida a las ocho de la mañana hacia Madrid, una espera interminable allí y continuación hacia Gran Canaria a las cuatro de la tarde. Tras los pallufos de años anteriores con taxis para ir al aeropuerto de madrugada, este año se me ocurrió mirar los hoteles alrededor del aeropuerto y me salía más barato y seguro pasar la noche allí que arriesgarme con el taxi así que unos días antes de la partida, ya tenía mi noche de hotel en el ibis budget Amsterdam Airport. El viernes, el día antes del vuelo, tras el trabajo me fui a mi casa a cenar y después cogí el trolley que facturo, la mochila y seguí una rutina de transporte que incluía guagua a la estación de Utrecht, tren desde allí al aeropuerto y autobús lanzadera gratuito al hotel, que está a unos minutos del aeropuerto. Se me había ocurrido ir al cine esa noche pero al final pasé de salir y me quedé viendo mis series favoritas y acostándome temprano. A las cinco de la mañana me levantaba, a las cinco y veinte estaba camino del aeropuerto y gracias a el programa para el teléfono de lIberia, hasta tenía mis asientos asignados. Facturé la maleta y pedí que me imprimieran las tarjetas de embarque, busqué un café en el aeropuerto para desayunar y pasé el terrible control de seguridad de uno de los días más pesados del año y lo que normalmente son unos minutos se convirtió en tres cuartos de hora de cola y sintiendo que estaba rodeado de Bosmongolos que no saben que no pueden llevar líquidos, que pretenden pasar los arcos cargados de hierro y otros metales y sin quitarse las chaquetas y que pese a escuchar mil veces que saquen los portátiles, las tabletas y demás de los trolleys y mochilas, las dejan dentro por joder. Yo pondría un sistema de descargas eléctricas que seguro que incentivaba el aprendizaje entre toda esa escoria. El embarque con lIberia es terrible porque lo hacen por grupos pero hay tantas excepciones que cuando llega el tuyo, básicamente el resto del avión está dentro. Para evitarme problemas, pillé asiento de emergencia en pasillo y me tuvieron que guardar espacio para la mochila. Salimos en hora y llegamos a Madrid bien. Se me había ocurrido ir al cine y hasta miré uno que está a unos veinte minutos del aeropuerto pero al preguntar en información me dijeron que el control de seguridad al volver podría ser épico y quizás no pillaba el avión así que terminé pasando y después de caminar la terminal dos veces de banda a banda, busqué un rincón y maté el rato viendo series de televisión. Mi segundo vuelo también salió en hora y tuvo también su embarque a trompicones. En ese caso si hice un vídeo del despegue en Madrid y el aterrizaje en Gran Canaria. En el mismo vídeo está también el despegue desde Gran Canaria el 1 de enero, con el avión saltando al cielo en dirección al sur de Gran Canaria, vemos también la isla desde el aire y el vídeo acaba con el aterrizaje de noche en Schiphol en el que no se ve nada de nada pero había uno que estaba emperrado con esto. El vídeo es caprichoso y si no os aparece tendréis que verlo en el LLUTUVE. La culpa de los antojos la tiene la canción que elegí, el himno clásico I Don’t Want To Wait de Paula Cole:
De lo que sucedió en Gran Canaria punto en boca y solo mencionar que la hora Virtuditas parece muy extendida por allí. El martes fui a pelarme y como las horas de sol son limitadas, salí super temprano para la ciudad de las Palmas de Gran Canaria y sobre las ocho y media esperaba a que abrieran la barbería o eso que ahora llaman peluquería pero que es con los mismos chamos que antes. Como está al lado de la Playa de las Canteras hice un pequeño vídeo en el que se puede ver la playa vacía por la mañana y lo enorme y gigantesca que es y como la prensa es muy dañina y siempre la pone en cierta isla malvada, repetir y tripitir que la playa de las Canteras está en la ciudad de las Palmas de Gran Canaria en la isla de Gran Canaria. El vídeo está AQUÍ, es cortito y la canción es Cups en la fabulosa versión de Anna Kendrick a pelo:
El primero del año, mientras vosotros dormíais las moñas yo iba al aeropuerto para regresar a Holanda en otro viaje de un montón de horas. A las ocho y media me recogía el taxi y en esta ocasión tenía en ambos vuelos asiento en la fila de emergencia solo que en ventana. Facturé veintidós kilos de papeo y un kilito de harina iba en mi mochila y allí mismo me di cuenta que se me olvidó comprar manteca de cerdo. El vuelo despegó hacia el sur, algo que no sucede a menudo en Gran Canaria y llegamos a Madrid a tiempo. No tenía suficiente tiempo para ir al cine pero sí que salí del aeropuerto para comprobar lo de la entrada en la T4. Desde la zona de salidas, en la planta alta de esa monstruosa terminal, hice esta foto en la que el primer avión que se ve fue el que me trajo desde Gran Canaria:
Como los días son cortos y yo había llegado a Madrid sobre las tres de la tarde, antes de embarcar en mi avión hice una foto de la horrenda, monstruosa y asquerosa T4, la peor terminal de un aeropuerto grande que existe en el universo conocido. En la foto se ve que el lugar lo que se dice concurrido no estaba:
Al regresar y pasar el control de seguridad flipé. En Málaga hay diez arcos para el control de seguridad, en Gran Canaria hay nueve y en la T4 de Madrid solo hay ocho. Supuestamente es el aeropuerto más visitado de España y parece que lo de hacer cola al entrar es un privilegio para los pasajeros. Como tampoco gastan mucho en limpiar los baños, alguien se tiene que estar embolsando millones de leuros con ese aeropuerto tercermundista.
El segundo vuelo salía en hora, el embarque fue de nuevo un cachondeo y llegamos al aeropuerto de Schiphol en hora solo que aterrizamos en la mierda de la Polderbaan que está en el recarajo y tardamos veinte minutos en llegar a la terminal. Tuve suerte y mi maleta salió relativamente pronto, pillé el tren de las 23.16 a Utrecht Centraal, allí la guagua de las 00.05 a mi casa y sobre las doce y veinte entraba en la misma. Con el ajuste debido a la zona horaria, la vuelta a casa me tomó QUINCE HORAS desde el momento en el que me recogió el taxi. Con un par de horas más podría haber ido hasta Manila. Por eso salvo en navidades, siempre voy en aviones que vuelan directamente y con aerolíneas de bajo costo. La única razón para evitarlas en navidades es que me gusta sufrir y que si hay algún problema meteorológico o de huelgas en Francia, las de bajo coste cancelan el vuelo y te jodes y no puedes ir en navidades y las de parada obligatoria en Madrid harán lo imposible por reubicarte. En fin, que el año que viene habrá una nueva historia de estas.