Para cerrar la pequeña serie sobre Kampot y alrededores regresamos al río Preaek Tuek Chhu y nos quedamos con un precioso atardecer en el que el cielo regalaba colores cálidos a destajo y una pequeña barca pasaba cerca de la nuestra. Kampot es un remanso de tranquilidad en Camboya, un lugar perfecto para relajarte después de quemarte viendo templos en Angkor Wat y del mal cuerpo que se te pone en Nom Pen con las movidas de los jemeres rojos. Desde aquí seguí mi ruta hacia Sihanoukville, mi última parada en el país.
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Tulipanes desde el ojo de pez en el club de las 500
Los primeros diez años en Holanda la visita al Keukenhof era un acto religioso. En los últimos tres años me he ido dejando ir un poco y sobre todo ha coincidido con inviernos fríos, los tulipanes tardíos y yo marchándome a algún lugar exótico en Asia en ese tiempo y no he podido ir. Entre los propósitos para este año está el pasarme por allí alguno de los fines de semana de abril y hartarme a hacer fotos. El último año en el que estuve fue en el 2012 pero no he procesado esas fotos y las últimas que puse en la bitácora son del 2010 y esta foto corresponde a esa tanda. La vimos por primera vez en mayo de ese año en la anotación Tulipanes desde el ojo de pez y hoy le damos la bienvenida al Club de las 500.
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Bokor Palace Hotel & Casino
El Bokor Palace Hotel & Casino es un hotel abandonado que ha vivido una historia increíble durante toda su existencia. Primero lo usaban los franceses en Camboya, después quedó vacío, luego lo ocuparon los rebeldes jemeres rojos y durante años fue uno de sus reductos para atacar al resto de Camboya y en particular al gobierno. El hotel tuvo que ser espectacular y ahora es tétrico y un sitio que te pone el vello de punta. Caminando por sus pasillos puedes ver las habitaciones vacías, los baños destrozados pero en los que a veces hay una bañera rota, las marcas de los disparos de balas en las paredes, la falta de cristales y la sensación de que allí, por la noche, caminan los fantasmas de todos los que han muerto entre esas paredes. para darle más estilo al edificio en la puerta teníamos un chiringuito con unos camboyanos vendiendo refrescos y guías turísticas de Camboya, siempre ediciones viejas y que han sido reemplazadas en Europa y América y de las que los restos parece que los vendieron a alguien en Camboya que a su vez se los vende a los turistas sin libros por cuatro perras gordas.
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Abraham a lo bestia
La semana pasada veíamos la celebración de una nueva pava que había visto a Sarah o dicho de manera algo más cruel, cumplido los cincuenta tacos y en ocasiones anteriores comenté esta Costumbre holandesas o el día que ves a Abraham, Abraham en bicicleta y también hemos tenido Abraham a lo grande. Otra vez andaba por una barriada periférica, en este caso Eemnes y le grito a mi amigo el Moreno: ‘ Para el carro que me bajo y salí todo desbaratado del coche corriendo hacia la entrada de la casa en la que tenían la escultura increíble de la imagen. En el interior de la casa, un pureta se convertía en puretón y su familia se aseguraba de la humillación pública con la figura. Si nos fijamos se puede ver que hay un montón de esfuerzo y horas dedicadas a la figurita, una especie de bicicleta de los Picapiedra, con unas ruedas que deben pesar un güevo y parte del otro y toda la estructura soldada. Además le pusieron unos esquíes con lo que le debe gustar el ir a esquiar. La cabeza parece que se le desplazó un poco y da la impresión de estar intentando chuparse su propia chorra, algo que como demostró Kevin Smith en su primer clásico, parece ser que hemos intentado todos en alguna ocasión. Este tipo de muestras de afecto y de celebración (y no me refiero a sorber tu miembro sino a cumplir medio siglo) pasan desapercibidos para los turistas ya que Amsterdam y las otras zonas turísticas no suelen estar habitadas por holandeses. Seguro que no será la última ocasión en la que veamos uno de esos despliegues de afecto …