Sihanoukville es como el lejano oeste. Calles sin asfaltar y llenas de tierra, construcciones caóticas alrededor de una única calle, una rotonda en la que me dio la impresión que algunos dan vueltas sin parar solo por divertirse, gente que va de paquete en ciclomotores y una playa enorme llamada Occheuteal y que en un tramo cambia de nombre y se convierte en la playa Serendipity. La playa está bordeada de restaurantes y sombrillas como se puede ver en la foto y el agua no estaba particularmente limpia o más bien habría que decir que por muy idílico que se vea, el agua daba asco. El lugar tiene mucha vidilla nocturna y si se te ocurre ir a la playa, lo mejor es ponerte en una hamaca de un bar lo más alejada del agua para evitar a los mendigos, los cuales aquí son legión, siendo este el lugar de Asia en el que más he visto y todos sin uno o varios miembros del cuerpo debido a minas personales. Por la noche los restaurantes ofrecían barbacoas de marisco y pescado riquísimas y muy baratas aunque de nuevo, comer se convertía en una experiencia surrealista cuando alguien se arrastraba por la arena sin piernas y se paraba a tu lado a mirarte para que le dieras dinero y según le dabas, diez más se lanzaban a por ti. Por eso opté por quedarme en un sitio fuera del poblacho con una playa delante y sin gente alguna y cada vez que quería bajar al villorrio me traía un motorista.
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Álbum de fotos de Kampot
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La semana pasada en Distorsiones
Como en meses anteriores vimos Las fotos más populares en mi flickr en febrero y al igual que ha sucedido en las ediciones previas de esta tanda, predominan las fotos del equipo fotográfico, aunque aparece algún tulipán. También me tropecé con otra celebración de Abraham a lo bestia o como llegar a los cincuenta tacos y que se entere todo quisqui.
La semana final en Kampot comenzó en el Parque nacional de Preah Monivong y vimos La iglesia de la estación de la colina de Bokor y desde la misma observamos El Bokor Palace Hotel & Casino desde la iglesia y nos acercamos al Bokor Palace Hotel & Casino antes de bajar al poblacho y ver un Atardecer en Kampot con el que se cierra la serie. Esta semana comenzaremos con otra tanda rápida en Sihanoukville que calculo que durará unas tres semanas y después seguramente nos iremos a Munich antes de comenzar a alternar series sobre Birmania con lugares europeos. Ayer terminé de procesar las fotos de Bagán y son alucinantes.
Acompañando a la serie sobre Kampot vimos El capitán del barco, una imagen de un camboyano que disfrutaba de la vida con mucha pachorra.
Para evitar como ha sucedido en otras ocasiones, aproveché que tenía cuatro fotos que querían entrar al Club de las 500 y las vimos durante la semana, comenzando con unos Tulipanes desde el suelo en el club de las 500 , después pasamos por la ciudad de Utrecht para ver el Domtoren en el club de las 500 y regresamos al Keukenhof para ver unos Tulipanes desde el ojo de pez en el club de las 500 y desde allí saltamos a España para ver la Muralla de Ávila en el club de las 500
Vimos una Cerveza austriaca, la deliciosa Edelweiss Hofbräu Weissbier que he podido conocer gracias a mi amigo el Rubio ya que se trajo ocho desde ese país y dimos buena cuenta de ellas.
Fui al Cine a ver tres películas y comenté cuatro. Comenzamos con la entretenida Non-Stop (Sin escalas), seguimos con la mierda de 300: El origen de un imperio – 300: Rise of an Empire, nos echamos unas risas con Ride Along y acabamos con la ganadora del Oscar a la mejor película extranjera, la fabulosa La gran belleza – La grande bellezza.
Continúo poniendo una imagen diariamente en Comida en fotos y parece que seguiré haciéndolo al menos los próximos tres meses. El repaso visual de la comida que salió de mi cocina o llegó a mi mesa esta semana fue:
Y así transcurrió la semana …
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La gran belleza – La grande bellezza
Una de las cosas buenas de los Oscars es que vuelven a traer a las pantallas películas a las que les ha ido bien en esos premios y así tenemos una nueva oportunidad para ir a verlas. Con las nominadas a mejor película extranjera suele suceder mucho ya que igual las ponen en la cartelera holandesa y no duran lo suficiente para que vaya a verlas y solo cuando reciben la nominación nos fijamos en ellas. Eso es lo que le ha pasado a la ganadora de este año, que estuvo en los cines en septiembre y no la fui a ver y ahora ha regresado triunfalmente como la película ganadora. Se trata de la película italiana La grande bellezza y en España se estrenó a principios de diciembre con el título de La gran belleza.
Un julay sandunguero cumple sesenta y cinco tacos y tiene un ataque de pitopausia
Un periodista y autor de un solo libro que lo hizo famoso vive básicamente en la noche de la ciudad de Roma acudiendo a las fiestas más espectaculares y prestigiosas. Al cumplir sesenta y cinco y comenzar a morir gente a su alrededor, se encuentra pensando en el pasado y en el futuro, en su vida y en lo que ha hecho con la misma.
Deja que comience con esto y así no hay engaños. Esta es una película que hay que ver en versión original y leyendo los subtitulos. Punto. No importa lo que te puedan decir éste o aquel comemielda, el doblaje mata una historia tan bella y los lerdos que lo hacen arrasarán con el placer que da escuchar a gente con acento romano y gente con acento de la toscana, con los sutiles cambios en la forma en la que componen las oraciones o el vocabulario. Todo eso se perderá en la zafiedad del doblaje. Lo segundo que conviene saber es que por desgracia los americanos nos han alerdado y nos han convertido en seres simples y estúpidos a los que hay que se les tiene que dar todo masticado. Eso o violencia gratuita y aquí no lo encontrarás ya que la forma en la que nos cuentan la historia es a través de saltos que no parecen tener sentido alguno pero que cuando los ves en su conjunto te cuentan un trocito de la vida de un hombre que se ha entregado a la belleza y a la decadencia y que al final de su vida comienza a tener miedo. La fuerza de las imágenes es brutal, la ciudad de Roma aplasta a sus habitantes y la decadencia de los ricos y poderosos es bestial. Los vemos pasados de rosca en fiesta tras fiesta, bailando, cantando y todos muy demacrados pero aún así subidos al tren de la diversión. Los vemos al día siguiente, recuperándose de la noche mientras esperan la siguiente fiesta, el nuevo evento que los reunirá. A lo largo de las dos horas y media pasan multitud de personajes por la pantalla acompañando en el camino a Toni Servillo, un pedazo de actor que aquí está sobradísimo. De entre todos los secundarios me fascinó Sabrina Ferilli haciendo de Ramona, en un papel tierno y duro. La historia les da palos a todos, a los ricos, a los pobres y particularmente a las altas jerarquías eclesiales, a las que no deja muy bien paradas ya que viven también su vida de lujo y depravación. Todo está engrandecido con una banda sonora que salta de cantos con coros y música de iglesia a mixes con Rafaella Carrá o música latina y regresa con desparpajo a la música clásica sin que en ningún momento nos choque.
Con una interpretación fantástica, una dirección exquisita y una historia simple y directa sobre la vida, esta película es casi un clásico que solo falla un poco en la primera media hora mientras está buscando su camino. Es un cine definitivamente prohibido para los miembros del Clan de los Orcos, que jamás tendrán un cerebro con la capacidad de procesamiento que requiere esta película. Es cine obligatorio para los sub-intelectuales de GafaPasta, una que hay que ver y mejor en un cine con pantalla gigantesca para dejarnos llevar por la belleza de Roma.