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  • Tercer día de buceo en Fuvamulah, el acoso de los tiburones tigre

    18 de mayo de 2023

    El relato comenzó en Desde Utrecht a Fuvamulah

    Llegamos al tercer día buceando en el extremo sur de las Maldivas, que hoy me he enterado que se pronuncia FOmula, que nosotros todos lo decimos mal, independiente de nuestro país de origen. El día comenzó a las seis de la mañana, como era de esperar, bajando a desayunar y después, yendo al club de buceo, en donde de repente se nos unieron un montón de buceadores. Apareció una Suiza que parece ser que llegó un día antes que yo pero ha estado mala, aparecieron una pareja alemana que deben haber llegado ayer y para la primera y la tercera inmersión se nos unió la argentina que vino en el avión conmigo porque parece que está con un club de buceo pequeñito que tienen un barco diminuto y no la llevan a los sitios chulos, aunque Seúl ella, son muchísimo más baratos, pero si no ves nada, no sé cual es el punto de venir aquí.

    Para la primera inmersión eligieron ir a Farikede, en donde ya había estado. Esta vez íbamos buscando tiburones martillo, así que en lugar de ir a la plataforma submarina, íbamos al azul. Nos explicaron que esperemos en alto a que ellos avisen para no gastar aire y que puede suceder y sucede continuamente que la gente entra en DECO, concepto místico y espeluznante que significa que a cada profundidad tienes una serie de minutos máximos, cuanto más profundo, menos y eso es para que tu inmersión sea NO DECO, que es lo recomendado por las organizaciones que dan la titulación de buceo por tu propia seguridad. Si entras en DECO, después tienes que subir lentamente y esperarte unos minutos más a cinco metros para que se te baje el exceso de gas en el cuerpo. En mi primer día de buceo aquí, los alemanes se pusieron en siete minutos de DECO, yo respeté mis límites y a la salida estuvieron un rato largo limpiando su cuerpo de gas. Al día siguiente, cuando solo quedaba un alemán, en la primera inmersión de ayer, el chamo al parecer también se pasó, se le acabó el aire y tuvo que salir a superficie sin ni siquiera limpiar su cuerpo, con lo que su ordenador como que se empura que no veas y se niega a seguir funcionando y tuvo que dejar de bucear, por no decir que tenía jaqueca y nadie sabe si ha muerto y lo han tirado para que se lo coman los tiburones tigre. Nos fuimos al azul y yo estaba a 20 metros de profundidad mientras todos los demás estaban a treinta o treinta y pico y al final, no apareció ningún tiburón martillo y solo vimos un tiburón tigre enorme que vino a controlarnos y que acojona en mar abierto, que ahí no tenemos las varas de metal y si el bicho te quiere dar un bocado, es tu despedida de este mundo. En resumen, la inmersión se puede considerar un fracaso, pero en este tipo de apuestas, no siempre aparecen los bichos y lo tienes que asumir.

    La segunda inmersión era en el zoológico de tiburones tigre, pero a las diez de la mañana. Llegamos al lugar y ya desde antes de ponernos en posición, cuatro tiburones gigantescos dando vueltas a nuestro alrededor. Esta vez solo bajamos tres, uno de los ingleses, la suiza y yo, con dos Dive Masters así que el grupo igual no los impresionaba y estaban más buscones y aquello era un meneo que no veas de tiburones a nuestro alrededor, media hora de pura adrenalina. Cuando finalmente nos tocó marcharnos, los cuatro bichos nos seguían y ahí ya teníamos que controlar también por debajo nuestro, que en el punto de observación estamos en el fondo y sabemos que o te vienen por delante, por detrás y por arriba. Creo que hice hasta algún vídeo enfocándome y con un tiburón tigre de más de tres metros por detrás, esperemos que salgan bien. También decir que les tiraron desde el barco la cabeza de un atún y no veas como se la jincó uno de los tiburones, que también lo tengo grabado y lo veremos hasta con moviola como en el fútbol.

    Al salir, fui con los británicos a almorzar de nuevo y volví a elegir la hamburguesa de atún, que está épica. Regresé pronto al barco y me fui a la cubierta superior a tomar el sol casi una hora, hasta que llegó todo el mundo para la tercera inmersión, en la que se nos unió de nuevo la argentina. También hay unos cuantos que están haciendo cursos y esos fueron con nosotros pero se tiran por otro lado, a menos profundidad. Esta tercera inmersión era en Kedevari, en donde vi el pez Marlín la vez anterior. De nuevo nos dijeron que lo mejor es esperar en alto y como vamos junto a una pared, se puede pasar el tiempo mirando todo el pescado que hay por allí que es lo que yo hice mientras todos se van al fondo para no ver nada. Vi un tiburón de punta de aleta blanca, un pulpo gigantesco, una morena, bancos y bancos y bancos de peces pequeñitos de diferentes tipos, cienes de miles y de millones de otros peces y un montón de corales. Es una pared, yo iba sobre los veinte metros y todos los demás estaban más abajo donde no hay casi nada. También pasaron un par de tortugas que por supuesto grabé. El objetivo de la inmersión era ver el tiburón zorro, que no lo vimos, pero vamos, a mi me gustó y la disfruté enormemente, quizás porque yo iba a mi bola por arriba.

    Después de volver, nos llevaron de regreso a la residencia, me duché y me fui a caminar, la otra mitad de la isla, la sur. Visité el otro lago de agua dulce de la isla, llamado Bandaara Kilhi y hasta encontré un restaurante que probaré en los próximos días. Después seguí hacia el sur por la costa este, hasta casi el aeropuerto y el muelle y fui a un sitio llamado Vasco Veyo que me dio la impresión que es un agujero enorme que hicieron y que era donde cogían el agua dulce antes. Está cerca de la pista del aeropuerto. En el regreso cambié de restaurante y me pedí otra hamburguesa de atún, que es que están de fábula y sabes con una certeza absoluta que la carne es del día. Tras eso regresé a mi habitación para recuperarme, que el cuarto día comienza de nuevo a las seis de la mañana. Teniendo seis días de buceo aquí, estoy en el ecuador.

    El relato continúa en Cuarto día de buceo en Fuvamulah, tiburón martillo, y doscientas inmersiones

  • La Iglesia de San Francisco

    18 de mayo de 2023

    Con la Iglesia de San Francisco me pasó una cosa super-rara. Yo llegué del lado que le hice la foto y hasta entré a noveleriar y se ve bonita por dentro, pero la fachada me parecía patética. Después de marcharme descubrí que en realidad ese era un lateral y que de haber ido hacia la izquierda, habría visto la fachada de la iglesia y su aspecto más normal y aquí nos quedamos con esta vista que más bien recuerda un manicomio de hace un siglo o el escenario de alguna película de terror.

  • Segundo día de buceo en Fuvamulah, tiburón ballena

    17 de mayo de 2023

    El relato comenzó en Desde Utrecht a Fuvamulah

    Con la exitación de un primer día en el que ví no solo los tiburones tigre sino también un pez marlín, que lo cuatripito, esos no te los topas buceando todos los días, es rarísimo verlos, todo un acto de un Ángel de la Guarda bien poderoso y si no, que se lo pregunten al alemán que lleva buceando toda la vida y no tuvo suerte hasta que se cruzó conmigo. El segundo día ya comenzaba con la rutina, levantándome a las seis para desayunar y salir hacia el club de buceo y ya sabíamos que la inmersión en el zoológico de tiburones tigre sería la última.

    Después de desaparecer dos alemanes porque regresaban se nos unió un australiano, con lo que éramos cuatro para bucear La primera inmersión era en Farikede, el mismo lugar en el que hicimos la primera del día anterior y en donde vimos un tiburón zorro. Esta vez había mucha más marea, que dicen que se acerca un temporal y entramos por otro lado. Bajamos y comenzamos a dejarnos llevar por la corriente del fondo. Por allí no había nada, o más bien, no había nada grande, hasta que pasó cerca de mi un tiburón de punta de aleta blanca pequeño y un rato después nos encontramos un banco de peces gigantesco y varios tiburones de punta de aleta blanca haciendo pasadas y comiéndo algunos. Después de eso, seguimos avanzando y se nos acababa el tiempo y el aire y no veíamos nada. Los otros ya estaban muy cortos porque lo derrochan buceando a gran profundidad mientras que yo lo conservo por si hace falta y aquí fue cuando entró en la ecuación mi Ángel de la Guarda y la hizo. De repente, el guía local que va delante mío se lanza en una carrera frenética hacia adelante y yo lo seguí. Vio un tiburón ballena, enorme, gigantesco, puede que el más grande que he visto hasta ahora, calculamos que más de once metros y si exageramos, sesenta y dos. El chamo iba a una velocidad de vértigo y yo lo seguía. Él pasó por encima del tiburón y después como que lo fue obligando a girar, con lo que regresó hacia mi y pasó a mi lado, gigantesco, no cabía en la cámara que va con el modo de gran y Grandísimo angular. Lo flipamos todos. Tras esto ya salimos. Yo comencé la aventura con el tiburón ballena con ciento veinte bares en mi tanque de aire y salí a superficie con cincuenta, me bebí setenta bares en muy poco tiempo. Los otros ni se movieron porque cuando esto sucedió ya estaban con cincuenta o cerca de los cincuenta y solo pensaban en salir.

    Después del subidón de ver un tiburón ballena y de verlo tan bien, el resto es historia. En el bar que hay en el muelle los de los otros clubs de buceos se tragaban raciones de a kilo de envidia de la peor. Para la segunda inmersión, decidieron volver a Farikede para volver a ver el tiburón. Yo ya les expliqué que no lo veríamos porque así no funciona mi Ángel de la Guarda pero no me hicieron caso y al final estuvimos cuarenta y tres minutos y solo vimos peces pequeños y un tiburón de punta de aleta blanca, con lo que los otros decían que fue la inmersión más tonta de las que han hecho desde que comenzaron a bucear.

    Tras esto teníamos dos horas para almorzar y yo me quedé en el puerto y fui a comer con unos británicos, que conocen un lugar por la zona. Antes de eso también estuvimos en el mercado de pescado del muelle en el que los pescadores traen los atunes que cogen y los venden y hay tres tipos que los limpian y preparan y es espectacular verlos trabajar y sacar toda esa carné roja de esos bichos. En esta isla, durante la pandemia podemita y truscolana, sin turismo alguno, aquí sobrevivieron por el pescado, que están rodeados del susodicho. En la isla solo se cultivan plátanos, el resto hay que traerlo de afuera y con el mundo cerrado, estaba complicado. En el bar que almorzamos, me pedí una hamburguesa de atún, con un filete de atún fresco cocinado, huevo frito y queso que estaba para cagarte por las patas pa’bajo.

    La tercera inmersión era en el zoológico de los tiburones tigre. En esta se nos unieron tres que o eran indios o eran locales, por suerte tienen un montón de Dive Master y les asignaron dos a esos, que si no nos joden la inmersión. Esta vez había una marea con una corriente enorme, que removía el fondo marino del agua del mar y lo enturbiaba. La corriente también hacía más complicado lo de agarrarte al fondo y los tiburones estaban también más agitados. De nuevo tuvimos la media hora más loca y excitante que te puedes imaginar, controlando tu espalda, por encima de ti y hasta por debajo porque los tiburones tigre son como de cuatro metros de largo y se mueven continuamente buscando el hueco. Los tres locales, como que no querían llevar las barras de protección y alguna vez algún tiburón se acercó a ellos peligrosamente y ellos ni se enteraron porque sucedía a su espalda. Cuando nos marchamos del lugar, dos tiburones nos seguían, lo cual acojona un poco porque pueden venirte de arriba, de abajo, de frente o por la espalda, con lo que te vuelves paranóico. Cuando salimos a mar abierto para hacer la parada de tres minutos a cinco metros, fueron tres minutos interminables. Ya fuera del agua te puedes relajar.

    Al regresar a la pensión, me duché y salí a pasear. Fui a la charca de agua que está en dirección norte, que es como un lago pequeño en el que han montado un negocio de alquiler de canoas, pero vamos, que por el tamaño del lago, remar, lo que se dice remar, como que no, nunca estás a más de cien metros del muelle, la charca esa la llaman Dhadimagi Kilhi. Después seguí por ahí hacia la costa norte, por donde hay playa y estuve viendo la playa. En el extremo noreste de la isla está la playa Thoondu y por allí hay un restaurante que dicen es el más grande de la isla y también el más carero por las vistas, que al parecer pagas para ver la puesta de sol. Después seguí rodeando la isla por el otro lado hasta que llegué más o menos a la mitad, que es en donde se encuentra mi pensión y desde allí fui hacia el restaurante del día anterior, en el que cené. Tras eso, regreso a la habitación que el tercer día comienza de nuevo a las seis de la mañana.

    El relato continúa en Tercer día de buceo en Fuvamulah, el acoso de los tiburones tigre

  • El puente de Shandon

    17 de mayo de 2023

    Aquí vemos el río Lee en su variante del canal del norte y el puente Shandon, peatonal y que conecta el centro de la ciudad con el barrio de susodicho nombre y que fue inaugurado en el 2004. Esta parte de la ciudad se veía mucho más bonita, más colorida y como mejor cuidada que la que está al sur del río, que fue por donde yo me quedé y que parecía sacada de un videojuego en el que quizás te atacan y te matan con facilidad. El río cuando pasé por allí no traía mucha agua, se puede ver en los muros del otro lado el nivel en ese momento y los niveles máximos.

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