Ya dice el refranero que todo lo que sube, deja de subir y que todo avión que despega, o aterriza o se estampa y por eso hoy tenemos la llegada a Gran Canaria de mi última visita y este espectacular evento lo acompañamos de la canción Hold My Hand de Lady Gaga, nominada al Oscar a la mejor canción de la historia de la Humanidad este año y que sonaba en el clásico y la reconocida como mejor película de la historia del cine Top Gun: Maverick.
Comenzamos girando para entrar en el tramo final hacia el aeropuerto por el sureste de Gran Canaria. Nos acercamos a la costa de la isla cerca de Vecindario, capital de Mordor y vemos el centro de la isla sobre las nubes. Sobre el minuto y cuarente segundo vemos Vecindario e incluso hacemos un zoom sobre su centro comercial, en donde las Orcas lucen sus lycras sobre sus lorzas en un espectáculo dantesco. Después seguimos avanzando hacia Ingenio, ya que Arinaga estaba por la derecha y tras Ingenio ya tenemos el caminito libre hasta el aeropuerto. Como siempre, multitud de molinillos de viento, que Don Quijote se habría sentido confundido si visita la isla. La carretera que vemos aterrizando es la GC-1, la autopista principal de la isla. El aterrizaje fue sin complicaciones y al llegar vemos que a esa hora, un viernes por la tarde, no había muchos aviones aparcados por allí.
Antes de continuar a la parada final, una última imagen de las ruinas del complejo en el que estaba el palacio de Galerio. Estoy super-hiper-mega convencido que cuando se hicieron los edificios, esto era un descampado en el que los chiquillos venían a jugar, los perros jiñaban por doquier y a nadie le importaba un carajo. Después se dieron cuenta de lo que tenían allí y llegó la restauración del lugar y la preparación y ahora se ve tan bien, aunque juraría que al fondo hay un graffiti, que seguro que hicieron truscolanes o podemitas, que esa miasma todo lo que sea robar y destruir lo llevan bien grabado en su código genético.
La tecnología avanza una barbaridad y cosas que antes eran impensables e imposibles ahora son el pan nuestro de algunos días. Yo llevo lo de la jardinería relativamente bien, consigo mis kilos de uvas, mis kilos de frambuesas, algunas manzanas y este año probaré con los tomates. Hasta con el basílico he triunfado desde que empecé a regarlo por los bajos y me dura para siempre jamás y ya ni te cuento con las cebolletas, que me compré un racimo por cuarenta céntimos de leuro, las puse un par de días en un vaso con agua para que desarrollaran las raíces, después las planté en una macetita y crecen que no veas, mamando el agua también por los bajos un par de veces por semana y ahora tengo cebolletas para añadir a todo fresquísimas y por más que corto, es que no me paran de crecer y algunas hasta tienen flores, algo que yo pensaba que no era posible pero lo es y así lo cuento porque lo he visto.
Mi único fracaso compulsivo e iterativo ha sido con los limoneros, que los mato sistemáticamente, o les pongo mucha agua, o les pongo poca, no sé, parece que yo hago todo lo que a ellos no les gusta nada. Por eso, hice una investigación prácticamente parapsicológica en la tienda esa china y encontré que alguien había creado unas varitas sensores mágicas y zarrapastrosas que tienen conexión directa con Raticulín y seguro que hasta hay una inteligencia artificial como la sufrida vida de un podemita que las controla. Primero me compré dos pero he ampliado la flota a cuatro, con los cuatro arbolillos que estoy intentando desarrollar en mi keli.
Las llamo las gritonas porque esa es una de sus dos formas de comunicación el el Elegido. Cuando las raíces están muy secas y necesitan agua, me avisan de dos maneras posibles. La primera es visual, si es de noche, tienen una luz roja que parpadea para que captes el concepto y las riegues. Cuanta más sed, más parpadeo. La segunda forma de comunicación es sonora, cuando la planta necesita agua y es de día, nunca de noche, pegan un pitido, digamos que cada media hora. Si no le haces caso y la cosa va empeorando, aumenta la frecuencia hasta que grita que no veas por si eres sordo y así, algunos días cuando llego a mi keli del laburo, escucho a alguna de las gritonas o a las cuatro, clamando al cielo y al infierno para que riegue las plantas. Cuando lo hago, hacen una serie de pitidos seguidos para darme las gracias y se quedan en silencio hasta que la planta vuelve a tener sed. Por ahora no he matado ninguno de los arbolillos, con lo que parece que el sistema funciona y las gritonas son las que determinan cuándo debo regar esas plantas. También me compré una sonda mágica, que inserto en la tierra y tiene un sistema paranormal de medición de la humedad de la tierra y también te dice si deberías echar agua o no, pero me fío más de las gritonas, que si se me olvida usar la sonda, para cuando me acuerdo ya es muy tarde.
Ahora falta por ver si las gritonas consiguen eso en lo que yo fracasé, que mis cítricos crezcan y que crezcan, que ya me encargo yo de comerme lo que den.
Otra imagen de los restos arqueológicos del complejo en el que se ubicaba el palacio de Galerio y que de nuevo se puede ver que está literalmente rodeado por la ciudad, en la zona céntrica de la misma. Supongo que diciembre no es un gran mes turístico por allí y por eso yo conseguí billete por cuatro perras gordas y una bulímica y se ve en las fotos, que creo que yo era el único turista que visitó aquel lugar cuando estuve por allí, los empleados se me emocionaron hasta las lágrimas. Cuando todo esto estaba construido, tenía que ser imponente. Si trajeran hacia el futuro al Galerio y viese todas las kelis de pobre que le han puesto alrededor de la suya, del berrinche tan grande que le daba palmaba instantáneamente.
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