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  • CANON 24-70mm f/2.8L en el club de las 500

    9 de julio de 2009
    CANON 24-70mm f/2.8L

    CANON 24-70mm f/2.8L, originally uploaded by sulaco_rm.

    Posiblemente esta fue la última foto que hice con mi Canon EOS 350D antes de venderla. En ella está mi nuevo objetivo CANON 24-70mm f/2.8L, el cual se ha convertido en el principal cañón con el que disparo fotos y que arrastro allá a donde voy pese a lo pesado que resulta. En el corto tiempo que hemos estado juntos ha viajado conmigo a Gran Canaria, Malasia, Turquía y próximamente irá a Dinamarca y Portugal, eso sin contar todos los lugares que ha visitado dentro de Holanda. Me gusta porque es muy efectivo y permite hacer fotos con muy poca luz. En Estambul le hice una foto a mi amigo El turco con su esposa de noche, estando en una calle mal iluminada sin usar el flash que ha quedado fantástica y ahí se ve hasta donde puedes llegar teniendo una apertura de 2.8 y una buena óptica. Después de usarlo algo más de medio año he de reconocer que no me arrepiento de haberlo comprado.

    La foto apareció por primera vez a mediados de diciembre del 2008 y hoy le damos la bienvenida al Club de las 500.

  • Décimo cuarto día. Taman Negara

    8 de julio de 2009

    El relato de este viaje comenzó en Camino a Kuala Lumpur y Tienes un índice con todos los capítulos en Viaje a Malasia del 2009: Índice con toda la historia.

    Después de llegar al lugar en el que se encuentra el alojamiento y tomar posesión de mi fastuosa cabaña chalé que más bien parecía sacada de un documental sobre la India me dediqué a acondicionar mi habitación. La cama no tenía ninguna protección contra los mosquitos así que tuve que usar la red que había llevado conmigo desde los Países Bajos para montarme mi propio Cocoon. Controlé el baño en busca de arañas del tamaño de ratones y cuando me quedé satisfecho me fui a dar un paseo por el campamento. Los lugares en los que nos hospedamos los turistas se mezclan con las casas en las que viven los que trabajan allí, que parecen disfrutar de una vida relajada pero algo masificada ya que en cada habitación duermen un montón de personas y no da la impresión que la intimidad sea algo que les preocupe. Estuve haciendo fotos y aproveché para comprar agua y un par de paquetes de galletas y sobre las siete y media me acerqué al restaurante flotante para cenar. Llevaba conmigo mi linterna que se ajusta en la cabeza y me hace parecer un minero cabezudo, otra pequeña de mano e iba literalmente bañado en DEET para protegerme del ataque de los mosquitos. Pese al calor opté por pantalones largos ya que íbamos a realizar una actividad nocturna. Tenía una mesa reservada a nombre de SULACO y pese a que lo llaman restaurante, no hay posibilidad de elegir la comida, te la ponen directamente en la mesa.

    La pareja formada por el australiano y la malasia me invitaron a sentarme con ellos y cenamos juntos. Al mismo tiempo que comíamos ponían un video en el que explicaban un poco la historia del parque y la fauna que vive en el mismo. Taman Negara se traduce al cristiano como Parque Nacional aunque por supuesto a nosotros nos suena fascinante y misterioso. Para ellos es un lugar sin nombre ya que hay otros por el país que también son Parques Nacionales. El vídeo debía estar por la mitad cuando se fue la luz en todo Taman Negara y nos quedamos a oscuras. Un minuto más tarde regresó la electricidad y los empleados comenzaron con el vídeo desde el principio, así que lo ignoramos totalmente y nos dedicamos a la charla social. Sobre las ocho y media se nos acercó el hombre que sería nuestro guía turístico para todas las actividades y nos explicó un poquito lo que íbamos a hacer.

    Primero nos subimos en una de las barcas ya que nuestro paseo nocturno por la jungla comenzaba en la otra orilla del río Tembeling. Fue un viaje a oscuras de algo más de dos minutos. Nos bajamos y nos agrupamos allí. Se nos unieron una pareja de holandeses jóvenes y otra de alemanes. El guía nos dijo que procuráramos no salirnos del camino y que definitivamente miráramos hacia todos los lados para no pisar ninguna serpiente o que no nos caiga encima. Entramos en la jungla y es como cruzar un portal mágico. En un momento estás en la civilización y cinco metros más adelante el zumbido de las polillas y de otros insectos unido a los gritos y gemidos de todo tipo de animales es casi ensordecedor. Como hace tanto calor, la fauna tiene una vida fundamentalmente nocturna y a esas horas la jungla bulle con la actividad. Ni veinte metros dentro de la jungla el guía comienza a señalar con su linterna una rama bajo la que estábamos pasando para que no nos perdiésemos una serpiente verde que descansaba allí. No veas el golpe emocional. Empujé a una de las compañeras por si el bicho decidía bajar para que la ataque a ella. En cincuenta metros cruzamos bajo tres serpientes y nuestra confianza y paz interior se habían ido de vacaciones. Apuntábamos con las linternas hacia todos lados.

    Seguimos andando y nos cruzamos con una procesión hormigas grandes como lombrices y el guía nos dijo que esas eran las pequeñas ya que son las obreras, que si veíamos una hormiga soldado lo íbamos a flipar, algo difícil porque nosotros ya alucinábamos. También nos llamaron la atención unas arañas como pájaros que ni se molestan en tejer telas de araña. Se agazapan en los árboles y cuando algún insecto o ratón pasa por el lugar, lo cual sucede con bastante frecuencia, lo atacan, lo capturan y se lo comen. En un árbol pudimos ver un cien pies del tamaño de un pepino y unas polillas como bombillas que cuando se acercaban montaban un montón de ruido con su aleteo.

    Avanzábamos por un sendero que estaba sobre una plataforma pero de cuando en cuando la misma estaba rota y nos teníamos que desviar caminando por fuera, más dentro de la jungla. Yo me mantenía pegado al guía. Nos cruzamos con algunas ranas asombrosas y a veces los gritos de las aves que buscaban pareja nos desasosegaban.

    En un punto determinado de nuestro paseo nos cruzamos con un numeroso grupo de chinos que iban en otra dirección y tras caminar cerca de una hora llegamos a uno de los puntos de observación de vida salvaje del lugar llamado Tahan. Está junto a una charca a la que los animales vienen a beber agua por la noche. Tras unos minutos pudimos ver un venado que miraba con recelo y que comprobaba que la zona estaba libre de enemigos. Imagino que nuestra presencia y el hedor que despedíamos lo mantuvo en guardia porque no se quiso acercar. En alguno de esos puntos de observación te puedes quedar toda la noche y supuestamente ver más animales. Mi amigo el Rubio lo hizo y me recomendó encarecidamente no repetir su error, ya que acabó taladrado por los mosquitos y aparte de unas ratas enormes no vieron ningún otro bicho y tuvieron que estar allí casi ocho horas.

    En el camino de vuelta nos cruzamos con más serpientes y ranas y las consabidas arañas elefantiásicas. Una vez de vuelta a la civilización, medio deshidratado y con picores por todo el cuerpo de pura aprensión nos subimos al barco que nos llevó de vuelta al restaurante flotante, lugar en el que nos despedimos hasta el día siguiente de nuestro guía. Los holandeses me dijeron de ir a tomarnos una cerveza y comenzamos a peregrinar de local en local. En todos nos decían que no vendían alcohol porque son musulmanes. Mierda de religión. Controlamos absolutamente todos los sitios y al final nos tuvimos que conformar con una Coca Cola de mierda. Estoy seguro que si el Mahoma ese de los cojones vive en esta época también les prohíbe los refrescos y los jode vivos, pero como son tan hipócritas, se hartan a tomar alcohol a escondidas y de cara a nosotros se hacen pasar por buenos musulmanes.

    Con el disgusto de no haber podido tomarnos una cervecita bien fría nos fuimos a dormir porque al día siguiente teníamos un programa bastante intenso.

    El relato continúa en Décimo quinto día. Taman Negara

  • Marken Express Volendam en el club de las 500

    8 de julio de 2009
    Marken Express Volendam

    Marken Express Volendam, originally uploaded by sulaco_rm.

    Muchos de los visitantes que llegan a esta página buscando información sobre los Países Bajos para preparar su visita acaban leyendo las anotaciones sobre las excursiones y particularmente lo relativo a los pueblitos de Volendam y Marken, dos sitios a los que se puede llegar más o menos rápidamente y que contrastan con cualquier otro lugar de este país. El visitante a esos lugares debería tomar los barcos que comunican ambos puertos para saltar entre los pueblos y la empresa que se encarga de ese transporte es la Marken Express Volendam y aquí tenéis una imagen tomada desde el barco cuando estábamos saliendo de Volendam. Vimos esta foto hace cosa de un año y hoy le damos la bienvenida al Club de las 500.

  • Décimo cuarto día. Kuala Lumpur a Taman Negara

    7 de julio de 2009

    El relato de este viaje comenzó en Camino a Kuala Lumpur y Tienes un índice con todos los capítulos en Viaje a Malasia del 2009: Índice con toda la historia.

    Normalmente a los días de transición sigue el relato del viaje pero en este segmento encadené dos días de transición consecutivos. La noche anterior llegué desde Langkawi, algo que ya conté en Decimo tercer día. Langkawi a Kuala Lumpur y este décimo cuarto día salía hacia Taman Negara bien temprano.

    A las siete de la mañana estaba bajando a la recepción para desayunar y aproveché para hacer una foto del sistema de señalización de plantas del ascensor. Los putos chinos son unos supersticiosos de cojones y eliminan plantas porque los números les dan mala suerte.

    Supersticiones chinas

    En la foto podéis ver como la planta cuarta se ha transformado en la 3A por obra y gracia de esa superstición. También faltaba la planta trece pero la cámara del móvil no daba para tanto. Después de un desayuno cutrísimo al nivel del cutrerismo del hotel bajé las mochilas y me puse a esperar en la recepción ya que allí estan las oficinas de la empresa turística que organizaba el tour a Taman Negara. Conmigo había varias personas a las que después iría conociendo. Aunque supuestamente a las siete y media abría la agencia allí no apareció nadie y a las ocho estábamos todos con los nervios en los estómagos cuando vemos a aparecer un chino todo pachorriento que abre la puerta y nos dice que esperemos porque se tiene que ir a echar una jiñada. Volvió al rato y nos dio a cada uno los papeles con el programa y demás.

    A la puerta del hotelDSC00311-Edit copy

    En la puerta nos esperaba una guagua y después de poner las mochilas en su bodega y repartirnos por el interior el conductor comenzó el viaje. El hombre nos iba señalando lugares importantes de la ciudad. Era más o menos la hora punta y el tráfico bastante espeso. A unos quince kilómetros del centro pasamos junto a las Cuevas Batu que podéis ver en la foto, un complejo de cavernas descubiertas hace ciento veinte años y que son el principal lugar de oración de los hindúes. Para entrar hay que subir por unas escaleras infinitas con doscientos setenta y dos escalones, que con la temperatura y la humedad del lugar se convierten en un purgatorio para cualquier hijo de cristiano que lo intente. Esa es una atracción que decidí dejar para alguna visita futura a la ciudad.

    Autobús a Tamán NegaraAbejón que no cabe en la flor

    Después de un par de horas en el autobús estaba prevista una parada técnica en la que aprovechamos para vaciar vejiga y comprar algunas viandas. Junto al baño me topé con un abejorro del tamaño de una manzana, el cual casi no se puede ver en la foto pero que definitivamente me impresionó. Me acerqué a la tienda y me compré un paquete de garbanzos secos porque la fruta no me daba buena espina y el resto de cosas tampoco me llamaba la atención. Alguno se estaban comprando unos zumos de aspecto increíble pero yo decidí pasar y no arriesgarme, que tampoco hay que tentar a la suerte y con el calor del lugar y esa exposición intensa al sol, aquel sitio debe ser un criadero de bacterias.

    Garbanzos para el caminoYo y todos los demás

    Después de quince minutos continuamos el camino. En uno de esos instantes tontos en los que por las ventanas no había nada interesante aproveché para hacer una foto de grupo en la que se puede ver la fascinante tapicería de la guagua y por supuesto también tenéis una imagen clarísima del Mito y genuino creador de la Mejor bitácora sin premios en castellano. El tedio del viaje lo maté escuchando un audiobook y contando palmeras muertas, que había un montón de ellas.

    Palmeras muertas en la jungla

    Las veías sobresaliendo entre la espesa vegetación y me pregunto por qué habrán muerto. Cuando ya pensaba que nos quedaríamos allí para el resto de nuestra vida, siempre viajando por ese paisaje tan monótono. Tres horas y media después de comenzar el viaje llegamos a Jerantut, el lugar en el que teníamos que recoger nuestros cupones de viaje y en donde almorzaríamos y nos llevarían a nuestro siguiente medio de transporte. En las oficinas del NKS nos atendieron y allí pude comprobar que pese al exceso de correos intercambiados con la persona que me ayudó en la reserva, al final me habían puesto de nombre SULACO y todos mis cupones venían con ese nombre. Fue un momento emocionante, el alias se apodera del propietario y suplanta su verdadero nombre. En una de las mesas reservadas un cartel recordaba que allí se sentaba SULACO. Una pareja me invitó a unirme a ellos para almorzar juntos y pronto en la mesa estábamos todos los que viajábamos. Los que me animaron a unirme a ellos era una pareja formada por un australiano y una malasia. También venían dos jóvenes austriacos que estaban recorriendo Asia, una pareja ya mayor de alemanes que habían ido a visitar a su hija a Singapur y estaban aprovechando para hacer turismo en los países de los alrededores y dos jóvenes que viajaban solos y que estaban haciendo un año en Asia. Fuera del grupo se mantuvieron dos chicas que hablaban entre ellas en francés. Intercambiamos anécdotas y relatos de nuestros periplos e indagamos cortesmente en las vidas de los otros. Sobre la una y media de la tarde nos recogieron y nos llevaron en otro autobús a Kuala Tembeling Jetty, el lugar en el que debíamos tomar el barco. Fue un viaje de unos veinte minutos que se alargó un poco más porque a medio camino un camión parecía haberse quedado sin fuelle en una cuesta grandísima. La policía nos detuvo y cuando empezaron a bajar gente de la parte posterior del vehículo, eran como cincuenta personas que iban allí metidas a trabajar. Una vez le quitaron todo ese lastre el camión subió la cuesta y ellos tuvieron que caminar.

    Seguimos nuestra ruta y llegamos al embarcadero en donde nos aconsejaron mear y encomendarnos al altísimo porque el viaje en barco es de unas tres horas. Cuando vi la falúa aluciné. Era como las de las películas de Rambo aunque mirando el río rojo de aguas revueltas, también era como los de las películas de Rambo. Nos subimos y nos teníamos que sentar en el suelo en un espacio reducido con nuestras mochilas. Al principio todo era cachondeo, alegría y cosa buena pero después de media hora no sabías ni como ponerte.

    Navegando por el río

    Yo guardaba la esperanza de que hubiesen exagerado un poco lo de las tres horas en barco remontando el río pero no fue así. A medio camino nos cruzamos con otro que venía desde Taman Negara y nuestro capitán saltó a ese barco y el otro se vino al nuestro. Vimos infinidad de monos, pájaros Martín pescador y los ruidos de la jungla. Por lo demás, por las aguas bajaban troncos y animales muertos y el zumbido del motor se te metía hasta el alma. Cuando se cumplían las tres horas y yo pensaba que jamás recuperaría la forma de mi trasero comenzaron a aparecer unos barcos aparcados a la vera del río y en uno nos detuvimos. El lugar era cutre con ganas, en medio de la nada y una mujer muy sonriente nos dio la bienvenida a Taman Negara. Como me habían dicho que estaba super-urbanizado yo me había imaginado algo más parecido a una urbanización hecha por el Pocero pero aquello era más bien la antesala cutre del infierno. Nos explicaron que aquel era el barco recepción y Restaurante Flotante aunque la palabra Restaurante se le quedaba enorme. Algunos antros en los que no estoy orgulloso de haber comido durante mis años universitarios podrían considerarse en comparación restaurantes de cinco tenedores. En aquel lugar haría todas las comidas y las excursiones saldrían desde allí.

    Mi alojamiento era en los Chalé Vista y recordando las Perhentian me imaginé que mi concepto de chalé y el local serían algo distintos. Tenía uno con aire acondicionado. Me explicaron como llegar, que era básicamente subir la colina por unos caminos llenos de lodo y pasando junto a un gallinero en el que la mierda se acumulaba desde antes de la llegada de Colón a América.

    Escalé aquellos barros como pude, arrastrando las dos mochilas, una por delante y la otra a mi espalda y en la recepción me dieron la llave de mi chalé, el número cuatro y me acompañaron al mismo. El sitio era cutre de cojones, con un suelo que permitía el paso de bichos desde debajo del chalé y un baño fascinante que os dejaré ver en una foto que reservo para el día del regreso. Eran las cinco y pico de la tarde de un viaje que comenzó a las ocho y media de la mañana. Acababa de llegar a Taman Negara

    El relato continúa en Décimo cuarto día. Taman Negara

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