Una de las cosas más fascinantes de la ciudad de Gante es el poder subirte a un tranvía que te lleva en un pis-pás hasta Moscú. Es cosa de magia porque uno diría que son ciudades bastante alejadas. La prueba la tenemos en esta foto de un Tranvía en dirección a Moscú que vimos por primera vez hace tres años y a la que hoy le damos la bienvenida al Club de las 500.
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La cabalgata de las mises
Cuando estuve con mis padres en Nueva York el año pasado nos tropezamos un día con una especie de cabalgata. Fue un domingo por la mañana, con la ciudad aún durmiendo y Manhattan en silencio y sin el continuo y atronador sonido de los vehículos que la recorren de cabo a rabo durante la semana. Era nuestro penúltimo día y decidimos pasear hasta Bryant Park para disfrutar con el solito y el calor mañanero.
Nos quedábamos bastante cerca y cuando estábamos a punto de llegar nos tropezamos con lo que parecía la preparación de una cabalgata de carnavales. La gente vestía trajes exóticos, los abanicos se movían desenfrenados y la cantidad de laca en el ambiente era tal que se había formado un agujero en la capa de ozono que llegaba hasta el mismísimo corazón del sol. Los peinados eran más falsos que Judas y las señorones lucían uñas postizas, pestañas postizas y por lucir, yo creo que muchas de ellas se habían llenado los sujetadores con calcetines.
Al parecer lo que celebraban era la independencia de Filipinas del Reino de España, suceso acaecido el 12 de junio del 1898 después de una patética guerra con los Estados Unidos, que por supuesto acudieron como salvadores a su encuentro y se aseguraron que el país siga tan cubierto de mierda o más como lo estaba en el siglo XIX (equis-palito-equis equivale a diecinueve, por si tenemos algún alumno de la ESO leyendo ESTO).
Lo que más me llamó la atención fueron las pintas de folclóricas de las tías, todas muy pasadas de vuelta en la elección de vestuario y acompañadas por unos tíos que parecían sacados de una vieja película de mafiosos. Aunque eran más bien mulatos allí la gente se protegía del sol con sombrillas. Estuve por darle un disgusto a la de la foto y decirle que no se preocupara, que ya es mulata y el sol no le puede hacer mucho más, pero como acababa de desayunar y me sentía muy pesado para salir corriendo decidí limitarme a hacerles fotos y reírme por lo bajini.
En una de las carrozas habían puesto un montón de mises, la mayor parte de ellas con pinta de lolitas follables a las que muchos de los que leen esto no les harían ascos y les regalarían una corridilla de mangorra para suavizarles el cutis. Otras la verdad que ni con la luz apagada y pagando conseguirían un servicio completo. Los trajes eran más bien como de novias y la ornamentación floral era la misma que la de los coches fúnebres así que me temo que algún espabilado reutilizó las flores de los servicios del día anterior. Ellas lucían el palmito con orgullo mientras la gente las vitoreaba, o más bien las madres, que se azuzaban unas a otras con sus abanicos gritando lo guapas que iban sus niñas, lo puras y virtuosas que eran y lo bien ganado que tenían el cielo. Las caras de sus hijas sin embargo reflejaban otra cosa y allí más de una tenía méritos suficientes para dar un cursillo avanzado de dos días en comida y mamada de pollas.
Lo más terrorífico fue cuando pasó junto a mí la carroza con la Reinona Máxima, una que me recordaba a la Barbie Mairena, esa que no sabemos muy bien si tiene almeja o tiburón. El traje del bodorrio que nunca tuvo hace cien o ciento veinte años le sentaba como una patada en el culo, las manos eran de puritito macho y yo diría que los calcetines que se puso en el sujetador se habían desplazado y uno de los pechos estaba muchísimo más alto que el otro. Me quedé tan impactado que decidí dejar la cobertura de aquel evento para gente con más estómago y seguir con el plan original y sentarnos en el parque a disfrutar de la mañana intentando no recordar los horrores que había visto a esas tiernas horas del día.
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La semana pasada en Distorsiones
Llega la primavera y con el cambio de estación damos la bienvenida a las Distorsiones de primavera con nuevos colores y un aspecto más alegre en la bitácora. Además, ya se sabe cuál será el regalo de este mes. En abril tulipanes mil ?? así que si queréis una foto con vuestro nombre, tendréis que seguir el sencillo procedimiento explicado En abril tulipanes mil ??.
Estos días he recibido Chubascos de alabanzas, los cuales halagan, pero joden bastante porque vienen acompañados de marrones. Espero que salga el sol pronto y acaben estas lluvias. También he recordado viejas anécdotas relacionadas con el Folclore Nórdico que me han sucedido a lo largo de los años en este país. Fue en Una cuestión de servicio y en De bodas y divorcios.
Las fotos siguen siendo del Club de las 500. Estuvimos por Alemania y vimos Cúpula del Reichstag en el club de las 500 y la Puerta de Brandenburgo en el club de las 500, después pasamos por Washington D.C. y vimos La Casa Blanca, parte posterior en el club de las 500, saltamos a Irlanda y estuvimos en el Castillo de Dublín en el club de las 500 y desde allí pasamos por España y ascendimos en el Teleférico al Monasterio de Monserrat en el club de las 500. Esta semana seguiremos con una mezcla variada.
Hubo una nueva receta en la sección de Cocinillas. Se trató de un delicioso Salmón cocido con gambas y cuscús que deberíais intentar porque es sencillo de preparar y muy sabroso.
En cuanto al Cine, hubo una mezcla extraña con el drama bélico Defiance – Resistencia y dos basuras llamadas The Unborn – La semilla del mal y Bride Wars – Guerra de novias.
Así transcurrió la semana.
Actualización: Se me pasó añadir un par de gráficas con las estadísticas habituales.
Después de siete trimestres consecutivos con un incremento de páginas vistas, ha habido tremenda perturbación en la Fuerza y en los tres primeros meses del año se imprimieron seis mil páginas menos. No creo que podáis imaginar el daño ingente que habéis causado a mi ego con vuestra negligencia. Por unos microsegundos pensé en cerrar Distorsiones, abrirme una cuenta en el tuiter y dedicarme a dejar cada media hora este mensaje: PUTA. Os garantizo que en dos meses tengo más mejores amigos que nadie en esa puta red para mongolos y descastados. Sin embargo, he decidido dar al mundo una nueva oportunidad y aunque la sangre me pide a gritos que lo deje, no lo haré.
También quiero que os fijéis en la tarta de los navegadores durante el mes de marzo:
Una vez superada la distorsión provocada por el efecto pajéame del mes pasado, el denostado Internet Explorer recupera músculo y sube hasta el 65,51%, casi un siete y medio por ciento más. Mozilla Firefox, el navegador que deberíais estar usando pierde parte de lo ganado y desciende a un 28,24%, cerca de un siete por ciento de caída y Apple Safari, el navegador de algunos de los que hemos visto la LUZ, sube hasta el 2,92% lo cual prueba irrefutablemente algo que todos sabíamos y es el tipo de usuarios que no encontraréis en el pajéame. En cuarta posición el Google Chrome también renquea y desciende hasta el 1,82%. Finalmente merece la pena señalar que Opera, el friki-navegador de los cejijuntos, pierde casi medio punto y se sitúa por primera vez por debajo del uno por ciento, con un 0,97%. Ya sabéis que si eres capaz de sumar en hexadecimal, si preparas la lista de la compra en Borland C++ y te corres de gusto mirando tu reluciente torre tuneada y bien cargada de software ilegal, este es el navegador que has de usar porque hace todo aquello que ninguno de los otros hace, supuestamente más rápido y mejor.
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Bride Wars – Guerra de novias
Para alguien que como yo no se suele perder una comedia romántica porque hay que reconocer que es un género suave y con el que me lo paso bien sin grandes complicaciones, empiezo a darme cuenta que si en la comedia no hay una pareja, la cosa no funciona y me aburro soberanamente. Algo así fue lo que me sucedión con Bride Wars, película que se estrenó a mediados de enero en España como Guerra de novias.
Dos julays más mejores amigas se intentan arrancar los pelos del coño por pisarse el local en el que celebran sus bodas.
Dos amigas sueñan con casarse y celebrar sus bodas en el hotel Plaza de Nueva York y por casualidades de la vida, a ambas se lo proponen con unos días de diferencia. Al comienzo la cosa va bien porque hay dos fechas distintas y las bodas se pueden celebrar pero por culpa de un error, acaban con sus bodas el mismo día y como ninguna da su brazo a torcer, su relación se irá a hacer puñetas. A partir de aquí tendremos una guerra de guerrillas entre las dos que sufren todos aquellos que las rodean.
Esta debería ser una típica comedia romántica si no fuera por el pequeño detalle que no hay machos, no hay la presencia fulminante de un cipote grande y gordo que ellas adoren y al que le rindan pleitesía. En su lugar, nos tenemos que conformar con estúpidos diálogos, putadillas absurdas y mucha gilipollez camuflada de humor. Los novios no cuentan nada y apenas aparecen y la estúpida confrontación entre dos pijas retardadas y consentidas no tiene el volumen suficiente para aguantar el interés del espectador. Según pasan los minutos la cosa se hunde más y más hasta que tocamos fondo en la absurda y previsible escena final con las bodas celebrándose y las cosas encajando en su sitio como debe ser. Solo le pido al Dios que me esté escuchando que nos libre de una segunda parte y a cambio no me comprometo a nada que yo soy muy malo manteniendo promesas.
A menos que quieras metérsela hasta los huevos a una guarrilla a la que le has echado el ojo encima, no veo razón alguna para que tengas que pasar por esta tortura que seguro que usarán a destajo en la cárcel de Guantánamo para ablandar a los hijosdeputa terroristas musulmanes de mierda.