Una visita a Roma no está completa si no le echas un vistazo al Papa de Roma, el hombre que encabeza la religión Católica a la que muchos pertenecemos por imposición y de la que no hay forma sencilla de salir. Nuestro tropezón con este señor de aspecto siniestro fue en la Basílica de Santa María la Mayor, a la que acudió para algo aunque nunca llegamos a saber exactamente qué fue. Visto de cerca, parece poca cosa y se le ve muy viejo.
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Lacitos de hojaldre
Seguro que más de uno de los que leen esto entra en las dulcerías como si lo hiciera en un templo sagrado y se le saltan los ojos a las vitrinas llenas de todas esas cosas deliciosas. Ni siquiera nos paramos a pensar en cómo las harán, asumimos que son muy complicadas y que quedan fuera de nuestras posibilidades. Pues no. Algunos dulces son muy sencillos de preparar y os garantizo que el resultado levantará murmullos de admiración entre los que prueben vuestra obra.
Gracias a un amable lector que dejó en un comentario un enlace, descubrí la bitácora de Erdecai y de allí he sacado un par de recetas. Hoy veremos una de ellas, unos lacitos de hojaldre con miel y leche condensada que en la iglesia seguro que catalogan como pecado mortal por lo buenos que están. La realización es muy sencilla y desde el momento en el que encendéis el horno para calentarlo hasta que tenéis los lacitos en la mesa, bien calentitos, no pasará más de media hora.
Sobra comentar que esta receta es una bomba energética y que por tanto, hay que cocinarla siempre que os visiten muchos amigos para que no sobre nada.
Los Ingredientes: 2 láminas de hojaldre congelado, leche condensada, miel, agua y azúcar glas.
La implementación: Se sacan las dos láminas de hojaldre del congelador al mismo tiempo que se pone el horno a calentar a 180 grados. Se prepara la bandeja del horno cubriéndola con papel de cocina. Esperamos unos diez minutos a que se descongelen las láminas de hojaldre. Después, se unta leche condensada sobre una de ellas, ayudándonos de un pincel y se pone un poco de miel por encima. Se cubre con la otra lámina y se cortan tiras finas, de un centímetro y medio más o menos de ancho y cinco o seis centímetros de largo. Con el tipo de láminas que se venden en Holanda, de cada tira salen dos lacitos. Se coge cada rectángulo y se retuerce por el centro para hacer los lazos y se van poniendo sobre el papel de cocina. Cuando estén todos, ponéis en un pequeño cazo un poco de miel y la misma cantidad de agua y lo calentáis para que se diluya. Si tenéis un recipiente no metálico lo podéis hacer en unos pocos segundos en el microondas. Con ese líquido se untan los lacitos y se pone la bandeja en el horno durante unos doce minutos (o hasta que los lacitos estén dorados). Al sacarlos, se vuelven a untar con la mezcla de agua y miel y se dejan enfriar. Espolvorear con azúcar glas y ya os los podéis comer.
Nunca pensé que algo tan sencillo y que solo tiene hojaldre, miel, leche condensada y agua pudiera ser tan rico. En las últimas dos semanas los he hecho en más de seis ocasiones, son el colofón de cualquier cena y engalanan el café espectacularmente.
Si quieres ver otras recetas que he cocinado puedes ir al índice de Mi pequeño libro de recetas de cocina y allí tienes la lista completa
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Termas de Caracalla
Cuando estuve por primera vez en Roma, siendo un tierno adolescente, recuerdo haber ido a visitar las Termas de Caracalla al marcharnos de la ciudad y por eso siempre he asociado a esas termas a algún remoto lugar lejos del centro. Lo cierto es que están cerca del Circus Maximus y el Coliseo. El lugar es apabullante, con unas estructuras que dan fe del poderío constructor del Imperio Romano. Fueron construidas en el siglo III. Pese al expolio qeu sufrieron, hay grandes mosaicos en el lugar y merece la pena ir a verlo. Por lo que nos dijeron, algunas de las bañeras se convirtieron posteriormente en fuentes que llevaron a la ciudad.
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Cenas y más cenas
Recibir amigos en casa o visitarlos en la suya es siempre un placer. Con la llegada de la primavera y de la luz todos comenzamos a saltar de casa en casa como si fuera un parchís, solo que en cada casilla compartimos mesa y tertulia, tomamos buenas cervezas, excelentes vinos y estrechamos lazos.
En las últimas dos semanas no he parado de recibir gente en casa y homenajearlos como se merecen. Es una oportunidad perfecta para probar nuevos platos y también para cocinar aquellos que nos gustan mucho. En esta vorágine de cenas el domingo me visitaron unos amigos y gracias al buen tiempo tuvimos la primera cena en el jardín. Comenzó con pimientos de piquillo acompañados de quedo de Valsequillo acompañado de mermelada de higos y un buen chorizo ibérico. Seguimos con una ensalada canaria o al menos ese es el nombre que yo le doy porque es la que desde siempre han preparado mi abuela y mi madre. De plato principal tuvimos Pollo con beicon y puerro acompañados de Guisantes con Beicon y applemoes y para completar la cena cada uno recibió su ración de Tarta de quesos Ricotta y Mascarpone. En el turno del café hice unos lacitos de hojaldre con leche condensada que están para chuparse los dedos. Salieron de mi casa a cuatro patas, no solo por la comida sino porque casi nos bebemos un barril completo de cerveza Jupiler que permanecía a unos perfectos tres grados en mi PerfectDraft.
Un par de días más tarde pasó por mi casa una amiga para cenar y ver una película en la tele. Traté de explicarle que yo suelo ir al cine pero no hubo manera así que primero nos deleitamos con más pimientos de piquillo y queso canario, unas papas arrugadas con mojo y después seguimos con unas mini-empanadas de hojaldre rellenas de atún y cebolla y como plato principal unas gambas en salsa de tomate acompañadas de arroz blanco. Para postre no me compliqué y repetimos con la Tarta de quesos Ricotta y Mascarpone y de nuevo hice unos lacitos. En esa ocasión tomamos un vino rosado y después nos vimos la película los Goonies, una de mis favoritas y que ella jamás había visto.
El miércoles fue mi amigo el Rubio quien me invitó a comer en su casa. Comenzamos con jamón serrano ibérico y con fuet y seguimos con unos champiñones fritos. De plato principal tuvimos unas pechugas de pollo fritas envueltas en beicon acompañadas de judías al wok y puré de papas. De postre fue una selección de natillas de varios sabores y helado.
En todas estas sesiones aprovechamos para hacer algo de jardinería juntos porque mis amigos gustan de explicarme cosas para que mejore mi cuidado del jardín o preguntan por otras en las que ya me he graduado. Algunos me traen plantas de regalo y otros optan por el alcohol, ese bendito líquido que tan agradables ratos nos da.
Para mañana vuelvo a atener una cena en mi casa, viene un amigo con su novia y me apetece un festival de tapas así que tendremos una Tortilla de papas con cebolla, Dátiles con bacon, de nuevo queso canario y chorizo, Champiñones rellenos con chorizo, Sushi Nori, unas gambas en salsa de tomate que sobraron del otro día y quizás alguna otra coas que improvisaré sobre la marcha mañana. Para postre nos acabaremos las últimas raciones de Tarta de quesos Ricotta y Mascarpone que me quedan y seguramente haré Magdalenas de chocolate.
En mi caso cada minuto que paso en la cocina es un minuto de placer, disfruto cocinando, buscando nuevos sabores, probando cosas nuevas y no dejo de sorprenderme por la manera en la que uno agrupa unos cuantos ingredientes y al rato surge algo delicioso.
Este verano habrán muchas más sesiones de estas, en mi casa o en las de otros, tardes eternas en las que el sol no se pone hasta bien entrada la noche y en las que discutiremos sobre los grandes temas de la vida.