En otoño del año 2005 pasé unos días en Gante con mis padres y medio año más tarde vimos una selección de las fotos de esa ciudad en Distorsiones. Hoy le damos la bienvenida al Club de las 500 a esta preciosa Vista de Gante desde el río.
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Una ronda más
Cuando comencé a trabajar en Holanda, en una multinacional con presencia en todo el mundo y más de cien mil empleados algunos de mis amigos sentían envidia porque era como convertirte en funcionario, un trabajo de por vida, seguro, estable y todo eso que parece que es la máxima aspiración de alguna gente. Un año más tarde aquella multinacional entró en caída en picado, no me renovaron el contrato y acabé en la calle.
Un par de meses más tarde comencé a trabajar en otra multinacional, con mucha más reputación que la primera, también con más de cien mil empleados, una historia de casi un siglo y los mismos amigos volvieron a comentarme que era un trabajo seguro, estable y de por vida. Un año más tarde llegó la primera ronda de despidos y sobreviví. Le siguieron la segunda, tercera, cuarta y así hasta que perdí la cuenta. Llevo siete años y posiblemente siete rondas superadas. Estoy en lo que yo denomino las semifinales, a puntito de conseguir podio olímpico. En mi primera vez pasé un montón de nervios y agobios, prácticamente dejé de dormir y me pasaba el día elucubrando sobre lo que ocurriría, como sería y lo que podría hacer una vez pasara. No sirvió de nada y pronto aprendí que da igual lo que te esfuerces, tu destino no está en tus manos y si tu nombre entra en la urna no puedes hacer nada para evitarlo.
La semana pasada, el lunes, al llegar a la oficina nos esperaba nuestro regalo de Navidad en la forma de un correo con el que se nos invitaba a una reunión urgente en el comedor de la empresa. El resultado fue el anuncio de la enésima ronda de despidos y como siempre comienzan a circular los rumores y mientras vemos como ponen todas las papeletas en la bolsa. La solución a este misterio la sabremos el veintidós de enero, el día en que se desvela el secreto y se conoce el resultado de esta macabra lotería.
En lo que a mí respecta, en esta ocasión estoy en una urna en la que tienen dieciséis nombres y sacarán cuatro papeletas así que mis probabilidades de resultar premiado están en un veinticinco por ciento.
Como es habitual, no llega a afectarme porque honestamente me la trae al fresco. Todos saben que a mí me gustaría que me despidieran, más que nada por la escandalosa indemnización que me corresponde y porque estoy convencido que en mi camino se cruzará algo aún mejor que lo que tengo en este momento. De suceder eso que algunos siempre temen, haré una gran fiesta en mi casa para celebrar el evento y después barajaré mis alternativas. Posiblemente me iría de vacaciones a Sudamérica, a África, Australia o Nueva Zelanda durante tres o cuatro semanas y después de recargar las pilas y ver mundo comenzaría a buscar trabajo.
Lo extraño es que cuando se lo contaba a mi mejor amigo, el Rubio, el me decía que así podemos montar de una vez por todas la empresa de la que siempre hablamos y trabajar para nosotros mismos. Otro amigo me manda un correo y me dice que no me asuste y lo llame al día siguiente porque su empresa me propondrá algo y un tercero me recuerda que en la suya están contratando gente y que se darían de golpes por tener a alguien como yo. Incluso el Niño me ha pedido que piense en la empresa en la que trabaja. Aún no me han despedido y ya tengo cuatro posibles alternativas. Como dije en el párrafo anterior, siempre parece haber un sendero claro que seguir y mis amigos me aprecian de verdad.
Aparte de las vacaciones, intentaría conseguir algo en alguna compañía que requiera muchísimos viajes, proyectos internacionales y pasarte la vida tirado por el mundo. Es algo que me atrae, ser un ciudadano de la tierra, saltar de país en país llenando mi pasaporte de sellos y dejando que culturas extrañas choquen con la mía propia.
En estos días previos a las vacaciones navideñas en los que en la máquina de café solo se habla de listas de despedidos y de las probabilidades que tenemos, yo solo pienso en que en una semana estaré en Gran Canaria y con suerte en un par de meses respiraré el aire de algún lugar exótico mientras la poderosa magia de mi ángel de la guarda trabaja para allanar el horizonte y lo despejará para mí.
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La semana pasada en Distorsiones
Este sábado, alrededor del mediodía comenzaron el viaje los Postalones de Distorsiones. A partir de hoy deberían comenzar a llegar a sus destinatarios. La semana ha transcurrido entre comentarios y acciones de los sospechosos habituales tras leer La ropa vieja, una pequeña manía que parece mucho más común de lo que yo creía.
Sigo analizando con cierto desapego y la banalidad que me caracteriza mi entorno y en esta ocasión fue La fuerza del camino. La palabra camino se repite en todas estas anotaciones por algún motivo que no logro discernir. Definitivamente es algo que mi psicoanalista argentino tendrá que dilucidar en futuras sesiones.
Esta es mi última semana en Holanda antes de viajar a España para las vacaciones navideñas a comienzos de la semana que viene. Intentaré dejar preparado suficiente material para que la bitácora siga su camino habitual.
En Apatrullando la ciudad nos topamos con los gansos que viven muy cerca de mi entorno laboral, unos animales adorables que disfrutaan recorriendo el vecindario y visitando a sus vecinos.
Seguimos viendo fotos del Club de las 500. Esta semana estuvieron relacionadas con flores y comida. Las imágenes que han entrado en el club han sido: Galletas de chocolate en el club de las 500, Tarta de quesos Ricotta y Mascarpone en el club de las 500, Tulipán Holland Chic en el club de las 500, Campo de flores de lavanda en el club de las 500 y Jacinto Pink Pearl en el club de las 500. Además vimos a estos Jubilados en el club de las 500.
Y hablando de comida, tuvimos una nueva receta en la sección de Cocinillas. Se trata de una deliciosa Cazuela de bechamel con atún y huevo muy fácil de preparar.
Finalmente el Cine llegó de la mano de la infame y aburrida The Day the Earth Stood Still – Ultimátum a la Tierra y de la espléndida Vicky Cristina Barcelona.
La semana que viene tendremos más.
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Vicky Cristina Barcelona
A ninguno de los que habéis estado leyendo esta bitácora desde su creación hace ya tantos años que ni puedo acordarme le sorprenderá la película de la que voy a hablar hoy ya que si hay un director al que yo venero y del que no dejo pasar una película ese es Woody Allen
. Que haya rodado su última película en España, con actores y actrices españoles y hablada en inglés fue una gran sorpresa. He tenido que esperar hasta su estreno en los Países Bajos para lanzarme de cabeza en una sala de cine que estaba atestada y lucía un lleno absoluto. La película se llama Vicky Cristina Barcelona y se estrenó en España a finales de septiembre.
Dos julays amigas se encoñan del mismo rabo y le dan a la zambomba hasta cansarse
Si vistes la película doblada al español tengo malas noticias para ti. NO LA HAS VISTO. Este es un buenísimo ejemplo de por qué el doblaje no funciona. Te habrás perdido los estrambóticos acentos y gramática de Penelope Cruz
y Javier Bardem
y no habrás podido paladear algunos de los momentos cómicos. La cosa comienza con Vicky y Cristina llegando a Barcelona para pasar en la ciudad dos meses. Una es una tocapelotas repelente y segura de si misma y la otra es un instrumento de pasión de esos que hay que usar nada más verlo. Se tropiezan Juan Antonio y a partir de ahí tendremos un trío y luego un cuarteto de hormonas desbocada y de diálogos fascinantes. Uno hasta puede pasar por alto el que estuvieran toda la noche volando en avioneta para ir de Barcelona a Oviedo, que en la película parece estar a miles de kilómetros.
La magia de Woody Allen
se materializa más fuerte que nunca, con el idioma español salpicando algunas escenas y creando momentos absurdos en los que no puedes parar de reírte. Su visión distorsionada de España no importa mucho y para cuando aparece en escena Maria Elena, la historia toma un giro aún más retorcido y la diversión gana en intensidad.
La habitual fascinación del director por las escenas entre dos o tres personas se sublima a un nuevo nivel. Esta es una de sus mejores películas de todos los tiempos, bien balanceada y con unos actores y actrices que han dado unas interpretaciones geniales. Todo un placer visual que te hace pasar un muy buen rato y nos recuerda que ante todo, el cine es entretenimiento y diversión.
Muy recomendada para todos aquellos que pueden apreciar el cine sin efectos especiales y aún no hablan en lenguaje esemese. De aquí es probable que salgan varias nominaciones a los Oscars.