Esta mañana llovía copiosamente y hacía un frío inusual para el mes de agosto en Holanda. Estábamos a quince grados de temperatura, en pleno mes de agosto. Decidí ir a trabajar en autobús y de paso recuperar mi Liefde del aparcamiento de bicicletas en el que la dejé y llevarla al taller para que la reparen. En la guagua me encontré con El chino, que acaba de volver de su mes de vacaciones en la China y aún no se ha terminado de adaptar a la vieja Europa. Me acompañó a la tienda de bicicletas y después de dejarla en buenas manos nos fuimos juntos al trabajo. En ocasiones, cuando hablo con gente que lee mi bitácora, no se creen que El chino exista y esto es tan cierto como que vive en mi misma calle y trabaja en mi empresa. Tengo un montón de historias macerándose sobre el mismo, algunas incluso con prueba documental, pero tendrán que esperar a otro momento ya que en estos días lo único que no me sobra es el tiempo.
Al volver del trabajo recogí la bici y tuve que guardar la chaqueta en la mochila porque la temperatura era de unos veintiún grados y lucía un sol radiante. Mientras volvía a mi casa disfrutando del paseo tarareaba y en ocasiones cantaba a grito pelado las canciones del musical Tarzán en holandés, o en algo que suena como tal. Mis ganas de hablar la lengua son cada vez mayores pero he de reconocer que me da vergüenza, me da miedo equivocarme o que no me entiendan, particularmente los que me conocen. Con mis vecinos no tengo ningún problema en hablar el idioma o con desconocidos pero nunca con aquellos que están dentro del círculo de confianza o en su perímetro.
Cambiando de tercio, la última semana de agosto estaré en Gran Canaria, recargando las baterías para afrontar el otoño en condiciones. Veré a aquellos que se quieran dejar ver y únicamente iré al cine si es que hay algo interesante ya que lo más probable es que pueda decir que he visto casi todo lo que está en cartelera.
Y algo que sorprenderá a algunos. Es más que probable que en octubre visite París durante un par de días, quizás tres. Será un viaje de esos familiares, arrastrando a toda la tropa conmigo y agotándolos para que se acuesten pronto y duerman de un tirón. París es una de esas ciudades que no terminan de despertar mi curiosidad, la tengo prácticamente al lado, puedo llegar viajando muy barato y sin embargo no acaba de convencerme. Antes de eso, estaré en Colonia para el Photokina, la mayor feria fotográfica que se celebra en Europa y también visitaré Oostvaardersplassen en dos ocasiones: una para la berrea y en otra para ver los caballos salvajes, los búfalos y también los ciervos. Para cerrar el año sigo planteándome si visitar los Estados Unidos de nuevo o gastar las casi tres semanas que me quedarán en ir a algún otro país, algo más cálido y exótico. Ya veremos ??