El relato de este viaje comenzó hace unos cuanteos capítulos. Si quieres leerlo desde el comienzo, te sugiero que empieces con Vueldone con Vueling y al final de cada anotación tendrás un enlace al siguiente capítulo.
En nuestro pequeño periplo por Castilla y León queríamos pasar el último día en Ávila, la ciudad capital de la provincia homónima y que posee una muralla medieval completa de estilo románico, un monumento declarado Patrimonio de la Humanidad. Es también una ciudad famosa por la gran proporción de iglesias. Salimos temprano desde Salamanca y volvimos por esa carretera que serpentea entre pueblos y campos y en la que de cuando en cuando un chiflado acomete un intento de suicidio y asesinato con unos adelantamientos que te dejan sudando. A la entrada de Ávila nos detuvimos para hacer unas fotos de la ciudad desde fuera y poder admirar la Muralla en su conjunto. Es una preciosidad a la que algún político corrupto y una sociedad acarajotada están traicionando al permitir que se construyan auténticas aberraciones a su vera.
En lugar de entrar directamente en la ciudad fuimos al Real Monasterio de Santo Tomás, un monasterio dominico que en su momento fue residencia de verano de los Reyes y que mandaron construir los Reyes Católicos. Cuando llegamos estaban con una de las misas del domingo y aprovechamos para visitar el monasterio y hacer algo de tiempo. Es una visita altamente recomendada. El monasterio tiene tres claustros preciosos, a cual más bonito. Me cansé a hacer fotos del Claustro del Noviciado, el Claustro del Silencio y del Claustro de los Reyes. También puedes subir a la parte superior y visitar el Coro de la Iglesia, desde donde se podía ver a la gente atendiendo la misa. Estábamos solos allí dentro y cada uno caminaba por su lado haciendo fotografías. Me imaginaba como sería aquello hace unos siglos, lleno de monjes corriendo y no podía dejar de pensar en el libro El nombre de la Rosa y en algún crimen entre aquellas murallas. En los campanarios del Monasterio las cigüeñas anidaban contribuyendo con su esbelta figura a realzar el encanto del lugar. En algunas de las estancias hay un Museo de Arte Oriental pero no consiguió impresionarme tanto como el edificio, de una belleza serenísima. Me encantaron los pozos que hay en cada uno de los claustros. Me fascinan esos pozos y tengo uno montón de fotos de ellos, voy por todo el mundo capturando imágenes de todos los que encuentro. En un momento dado se abrió una puerta que separaba la Iglesia de uno de los claustros y comenzó a vaciarse. Aprovechamos para hacer unas fotos de la Iglesia, la cual es espectacular y cuando acabamos enfilamos hacia las murallas de la ciudad.
Aparcamos por fuera y entramos andando. Quizás sea que en mi imaginación tenía el lugar idealizado pero lo cierto es que me decepcionó un poco. Toda la parte interior de la ciudad, por dentro de la Muralla está llena de coches aparcados, edificios horrorosos que afean el entorno, antenas parabólicas espantosas y un conjunto que me hizo cagarme en la madre de todos los que han cogido una auténtica maravilla del mundo y la han prostituido de esa forma. Subimos andando hacia la Catedral de Ávila, la cual está pegada a la Muralla de la ciudad y fue construida entre los siglos XI y XV. Está considerada como la primera catedral gótica de España. Por desgracia la están restaurando y las empresas que se encargan del trabajo no parecen respetar en demasía el monumento, con unos andamios horrorosos y la mitad de los materiales desperdigados por el lugar. Queríamos ver su interior y tuvimos que pagar el impuesto revolucionario ya que han bloqueado la visión del recinto con algo que no sé como definir pero que es horroroso. De nuevo he de expresar mi decepción por el crimen que han cometido en su interior. Han rodeado todo el Claustro con unos cristales y han jodido las fotos y la visión del mismo. Los cristales están sucios y llenos de cagadas de palomas y aparentemente los cuatro euros que sacan por persona no valen para comprar algún producto y limpiarlos. El interior de la catedral es muy bonito pero las salas en las que exponen unas cuantas reliquias y trajes de curas no merecen la pena. Si vas a la ciudad yo te diría que te ahorres el dinero a menos que hayan terminado los trabajos de restauración.
Al salir fuimos hacia la Muralla y pagamos para subir y caminar sobre ella. La experiencia es increíble y si no fuera por las grúas y los edificios horrorosos que hay a su alrededor y por las antenas parabólicas la pondría entre los cinco sitios más increíbles en que he estado. Por desgracia el entorno cuenta mucho y cuando apenas puedes hacer una foto porque siempre hay un objeto anómalo que te la estropea y cuando vez lo mal cuidada que está la zona, se te pone un nudo en el estómago y sigues andando resignado. Aún así caminamos los dos tramos de la muralla que se pueden andar, uno a partir de la Puerta del Peso de la Harina que acaba en la Puerta del Carmen y el otro en la Puerta del Alcázar. No quiero extenderme mucho más en la decepción por todo lo que se ha permitido construir en aquel lugar que se supone es Patrimonio de la Humanidad. Fuimos también a la Plaza del Mercado chico y vimos desde afuera el Ayuntamiento y aprovechamos para almorzar en uno de los bares de la calle Conde de Vallespín. Después subimos por Reyes Católicos, vimos el edificio del Banco de España el cual están reformando y desde allí paseamos entre coches aparcados hasta el Convento de Santa Teresa y el Torreón de los Guzmanes. Hubo muchos otros edificios que vimos pero no recuerdo sus nombres. Por la tarde volvimos a salir de la ciudad y paramos de nuevo en el Mirador para hacer más fotos (el sol estaba en otra posición) y desde allí volvimos a Madrid.
Al llegar a la capital de España entregamos el coche en la Estación de Atocha y aprovechamos para visitar el Monumento en recuerdo y homenaje a las víctimas del 11M. Mientras estás en la cola no parece gran cosa pero cuando entras en la sala y miras ese cilindro lleno de mensajes a las víctimas se te encoge el alma. A la salida tuvimos un pequeño momento de pánico porque se trabó la puerta y la gente no podía abandonar la sala ya que tienen un sistema como de cámaras estancas en el que entras y sales por tandas. Desde allí paseamos hasta la Plaza de Neptuno y subimos a Sol para ver el punto kilométrico cero y volvimos a pasar por la Plaza Mayor. Al volver paseando hacia Delicias volvimos a pasar por Sol, lugar que ya comenté que parecía zona de guerra por las obras pre-electorales. A la salida de la obra había un automóvil al que se subieron tres colombianos, o quizás ecuatorianos. El conductor iba ciego, literalmente. Arrancó el coche y lo estampó contra una farola, metió la marcha atrás, lo separó cinco metros, volvió a cambiar de marcha y lo volvió a estampar contra el mismo lugar. Todo el mundo en la calle se paró a mirar. El tío era incapaz de dirigir el coche hacia la carretera. Uno de los pasajeros saltó del vehículo como pudo y el borrachuzo volvió a arrancar y estampó el coche por tercera vez. Lo sacaron del coche a empujones, se lo enfilaron hacia la carretera otros dos que controlaban la puerta de la obra, lo volvieron a subir al asiento del conductor y el tipo salió de allí conduciendo. Seguramente matará a alguien y descubrirán que no tiene seguro, que no tiene carnet de conducir, que es un inmigrante ilegal y lo soltarán al cabo de doce meses porque España es así de generosa con los delincuentes que han llegado al país recientemente. No quiero comentar más sobre el tema porque me caliento pero mi impresión de Madrid es que la ciudad ya se ha perdido y lo mejor que pueden hacer los españoles es contratar a los arquitectos judíos que han separado Palestina para que hagan un muro alrededor de la ciudad y tratar de salvar al menos el resto del País.
De esta forma tan trágica acabaron estas cortas vacaciones ya que al día siguiente de madrugada volvía a Holanda.
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