Distorsiones

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  • Visitando el Vaticano y la Plaza de España

    19 de junio de 2007

    Llegas al segundo día de este viaje y si aún no te has puesto al día, te sugiero que retrocedas hasta Casi todos los caminos conducen a Roma. Al final de cada capítulo encontrarás un enlace al siguiente.

    En nuestro segundo día teníamos planeada la visita al Vaticano. Aprovechando que estábamos al lado de la estación cogimos el metro. Hay diferentes tipos de billete, por cuatro euros se puede comprar uno válido para todo el día y por un euro uno que vale para un viaje en metro o setenta y cinco minutos de transporte (combinado con autobuses). Las dos líneas de metro que tiene la ciudad tienen un buen servicio, bastante frecuente y siempre atestado de gente. Nos bajamos en la parada de Ottaviano y desde ahí caminamos hacia la Plaza de San Pedro. En el lateral había una cola de impresión que nos hizo temer lo peor. Allí había miles de personas. Pensé que tendríamos que renunciar pero más tarde descubrimos que era para el Museo Vaticano. Entramos en la Plaza de San Pedro y cuando te ves rodeado por las columnas de esa colosal plaza diseñada por Bernini sientes el poder de Dios. Todo el lugar es majestuoso. Había cola para entrar en la Basílica pero iba ligerita. Hay que pasar un control de seguridad aunque es un poco de risa. Las mujeres ligeras de ropa son ivtiadas a cubrirse los hombros y las piernas y si por casualidad lleváis pantalones cortos también os pueden dar el toque, depende mucho de quien esté controlando en la puerta. Como ya me lo habían avisado me compré antes de viajar unos pantalones de esos a los que se les puede quitar la parte inferior y así poder pasar sin problemas. Si quieres ir a la Basílica no hay cola ninguna y es gratuito. La visita a las Tumbas de los Papas también es gratis y tampoco hay cola. Nosotros queríamos subir a la Cúpula, esa joya diseñada por Miguel Angel. En total, entre la cola de seguridad y la de las entradas para el cúpula estuvimos casi una hora hasta que pudimos entrar. Nos compramos la entrada que incluye ascensor para ahorrarnos doscientos escalones. Parece que no pero cuando te vas a patear una ciudad en tres o cuatro días, cualquier pequeña ayuda se agradece. Es una cúpula doble y vas subiendo entre ambas. Merece la pena porque al llegar arriba hay una vista increíble de la ciudad y del propio Vaticano. Desde allí bajamos a la parte superior del Vaticano en donde también se pueden hacer muchas fotos y recuperarte de la paliza.

    Al visitar el interior de la Basílica de San Pedro me impresionó la Piedad de Miguel Ángel, la cual está protegida por un cristal por culpa de un energúmeno que la atacó hace unas décadas. Ese hombre era un genio, sus estatuas parecen vivas. El Baldaquino de San Pedro es algo que te deja sin aliento. Bernini diseñó esa estructura con las cuatro columnas que parecen flotar en el aire y que preside un altar. Imagino lo que sentía la gente hace unos cientos de años cuando entraba allí. Se puede sentir el poder de Dios y de los hombres que fueron capaces de crear algo tan bello. Hay un montón más de tesoros en el interior de la Basílica, prácticamente no queda rincón en el que no haya algo único e irrepetible. Pese a la gente te sientes solo, abrumado por las dimensiones colosales del recinto. Imagino el orgullo que debe sentir cualquier Dios al que dedican ese templo.

    Cuando acabamos la visita bajamos a los sótanos para ver las Tumbas de los Papas. La más impresionante, sin lugar a dudas es la de San Pedro pero la que atrae más gente rezando es la del Papa Juan Pablo II, el cual está muy cerca del primer Papa. Yo sentí más curiosidad por Juan Pablo I, el primer Papa con un nombre compuesto y que solo disfruto del empleo por treinta y tres días y de quien se rumorea fue envenenado por ser considerado un revolucionario.

    Descansamos un rato en la Plaza de San Pedro y al abandonar el Vaticano buscamos un lugar para almorzar por la zona. El sol pegaba a destajo y tras almorzar y pegarnos un helado decidimos pasar de la cola del Museo Vaticano y reposar en el hostal hasta que la calor dejara de apretar.

    Tras la siesta volvimos a coger el metro y nos fuimos a la Plaza del Pueblo. Desde allí queríamos recorrer parte de la ciudad. En la Piazza del Popolo hay un obelisco egipcio enorme que fue traído a la ciudad en el año diez antes de Cristo. En la plaza estaban preparando un escenario para algún tipo de evento y así fue como supimos que George Bush visitaba la ciudad ese fin de semana. Desde allí fuimos caminando hasta la Plaza de España, con sus famosas escalinatas siempre abarrotadas de gente. Junto con la Fontana di Trevi debe ser uno de los lugares obligatorios para cualquier visitante de la ciudad. Una vez subes las escalinatas te encuentras con la Santissima Trinità al Monte Pincio, una iglesia preciosa en la que al entrar descubrimos un montón de monjas tapadas con unos burcas blancos que cantaban una misa. La escena resultaba surrealista. Desde la entrada de la iglesia hay unas vistas preciosas de la ciudad con todas esas cúpulas de iglesia.

    Continuamos nuestro paseo por la Via Condotti que debe ser la milla de oro de la ciudad, con las mejores boutiques y que yo recuerde la única calle asfaltada decentemente. Era un festival de la Alta Costura y los coches que circulaban por allí no eran los típicos de clase media. Fuimos al Mausoleo Augusto el cual rodeamos caminando y a su vera se desarrollaba algún tipo de congreso sobre el software libre, con los típicos frikis de barbas mal cuidadas y una ausencia absoluta de mujeres. Los informáticos deben ser los monjes del siglo veintiuno. Donde ellos se reúnen no se acercan las mujeres, al menos las de verdad, que huyen espantadas sabedoras que de ellos no puede salir nada bueno.

    Nos asomamos para ver el Río Tíber y seguimos andando por su vera hasta llegar al Puente de Umberto I desde el que hay una hermosa vista dle Castillo de San Angelo y de la Basílica de San Pedro. Entre callejuelas y mucho tráfico llegamos a la Piazza Navona, de estilo barroco y con tres fuentes soberbias. Lugares como este nos recuerdan que antes el arte se dejaba en las calles para que la gente lo pudiera admirar y ahora acaba siempre en museos y al alcance de una minoría.

    Detrás de la plaza está el Palazzo Madama, un edificio bastante sobrio y que hospeda al Senado italiano. Desde allí fuimos al Panteón pero ya comenzaba a hacerse tarde y nos lo encontramos cerrado, al igual que un par de iglesias que queríamos ver. Bajamos hacia la Piazza Venezia junto a la que está el Palazzo Venezia y decidimos caminar por ese lado de la ciudad y buscar algún sitio para comer por allí. Llegamos al Area Sacra mientras anochecía. Son unas ruinas de algún templo. Más que las ruinas lo que impresiona es la cantidad asombrosa de gatos que viven en las mismas. Creo que conté más de veinte. Se han apoderado del lugar y retozan a su antojo.

    Nos perdimos por callejones del barrio hasta que encontramos un restaurante de nuestro gusto en donde procedimos a cenar. Tras la comida volvimos hacia el Puente de San Angelo e hicimos fotos de la Basílica de San Pedro de noche y también del Castillo de San Angelo. Roma es una ciudad que hay que caminársela de día y de noche porque encierra miles de preciosidades y lucen totalmente distintas al anochecer. Huelga decir que estábamos muertos y nos pusimos a esperar la guagua en una parada. Confiábamos en comprar el billete al entrar pero cuando apareció el autobús solo tenía máquinas para validar los billetes. Unos amables turistas españoles nos explicaron que hay que conseguir los billetes en estancos y bares pero no hubo ningún revisor y logramos llegar a nuestro destino sin más problemas. Nuestro segundo día en Roma acabamos muertos del cansancio.

    Este relato continúa en Las Catacumbas y las Termas de Caracalla.

    Technorati Tags: Roma, viajes

  • Tulipán el Chino

    19 de junio de 2007
    Dos tulipanes

    Dos tulipanes, originally uploaded by sulaco_rm.

    Posiblemente es el habitante más extraño de esta bitácora y en muchas ocasiones el más incomprendido. O te gusta o le coges manía, no hay puntos medios. El Chino es uno de los pilares sobre los que se asienta este extraño mundo y se asoma de cuando en cuando con su visión siempre distinta de nuestra realidad y ese lenguaje retorcido. Se merecía un tulipán diferente y lo he encontrado en el de la foto de hoy, con esas hojas de formas distintas que crean una extraña figura y por supuesto, en amarillo, como debe ser.

    Desde hoy este tulipán será conocido como Tulipán el Chino.

    Si estás pensando visitar Holanda para poder ver estas maravillas, tienes más información en la anotación Guía para el turismo en Amsterdam y Holanda y también puedes ver el Álbum de fotos de tulipanes en el Keukenhof o el Álbum de fotos de Amsterdam

  • El día que vi el Coliseo y al Papa

    18 de junio de 2007

    Cada viaje tiene un relato y este a Roma comenzó en Casi todos los caminos conducen a Roma. Al final de cada capítulo encontrarás un enlace al siguiente.

    Al salir a la calle en Roma, justo a las dos y media de la tarde, hacía un montón de calor. Queríamos buscar un sitio en donde comer y deambulamos en dirección hacia el Coliseo sin mucha suerte. Cerca de nuestro hostal encontramos una trattoria pero ya tenían la cocina cerrada. Parece que en Italia los horarios tardíos para comer no se estilan. Encontramos otra en la que nos dijeron que solo podíamos pedir pizzas y como de lo que se trataba era de seguir camino lo antes posible no nos importó. Tras la comida continuamos por un parque en el que se encuentra el Domus Aurea, la residencia creada por Nerón tras el fuego que arrasó la ciudad. Íbamos bajando una pequeña pendiente y casi al llegar al final aparece majestuoso, una obra impresionante que ha sobrevivido veinte siglos, un lugar único y que debería ser una de las maravillas del mundo. El COLISEO romano. Sientes un revolcón en el estómago al pensar que en aquel mismo lugar hace un suspiro combatían hombres contra bestias, hombres contra hombres y sesenta mil personas aullaban desde las gradas. Las colas para entrar eran de vértigo pero ya me habían soplado que hay una forma de evitarlas. Daría las uñas negras de los pies por poder retroceder en el tiempo y asistir a uno de esos espectáculos.

    Primero subimos al Foro Romano y desde allí teníamos una visión increíble de las ruinas romanas y de la ciudad. En este mismo lugar estaba el centro del imperio romano, con templos de todo tipo. A sus pies el Coliseo. Comentar que la visita al Foro Romano es gratuita y se puede caminar por allí. Supongo que para el visitante ocasional que no quiera perder mucho tiempo es más que suficiente. A un lado están las taquillas para entrar en el Monte Palatino. Lo que mucha gente no sabe es que la entrada al Monte Palatino es combinada con la del Coliseo y que allí NO HAY COLAS, así que compramos nuestro pase y entramos a ver las ruinas. Los primeros cinco minutos son legendarios. Ves una fuente junto a la que sabes que flirteaban los romanos y aún sigue con su agua como si por ella no pasaran los años. Después caminas entre arcos y estatuas admirando las construcciones de esta gente que parecían saber hace dos mil años que sus obras sobrevivirían al tiempo. Las ruinas son muy extensas y para alguien inculto como yo sucede como con los museos, que me saturo y después de un rato pierdo la capacidad de sorprenderme. Elegimos no seguir un recorrido con guía aunque había un montón de ellos y en casi todos los rincones podíamos escuchar a alguien explicando algo. Para aquellos incultos como yo decir que el Monte Palatino era una de las siete colinas de la ciudad y desde allí se puede disfrutar de una vista increíble. En ese lugar estaba el templo de la Triada Palatina. Es absolutamente increíble.

    Acabamos nuestro paseo dentro de las ruinas y volvimos al Coliseo. A la entrada la cola era de cientos de personas, todos los borregos que no saben lo de la entrada combinada y la ausencia de colas un par de cientos de metros más allá. Mejor que sigan en la inopia. Llegamos al comienzo y usamos nuestras maravillosas entradas para pasar al interior. El Coliseo despierta recuerdos de un montón de películas y particularmente de Gladiador, puedes escuchar el rugir de las fieras y del público en tus oídos. La visión del interior es increíble. Este edificio conserva intacto todo su encanto, es una joya. Te da miedo rozar las paredes y pasar las manos por sus muros porque sabes que aquello es Historia, allí se escribió el sino de Europa.

    Tras esta toma de contacto única e irrepetible con la ciudad de Roma caminamos hacia el centro de la ciudad. Pasamos al lado del Monumento a Victor Manuel II y como nos apetecía un helado fuimos a una de las heladerías recomendadas en mi guía, una famosa que ha aparecido en algunas películas. El helado fue fantástico y con la barriguita llena y el corazón contento seguimos el paseo en dirección a la Fontana di Trevi. El sitio está atestado de turistas y un policía (o agente de seguridad) trata de impedir que la gente se siente al borde de la fuente. Los americanos se la pasan lanzando monedas al agua, tradición que parece garantizar el retorno a la ciudad. Yo no necesito tirar monedas para saber que volveré. La fuente es preciosa y debe ser un lugar increíble en la madrugada, sin la muchedumbre (si es que eso llega a suceder alguna vez). A partir de ese momento seguimos un itinerario aleatorio que nos llevaba por callejones y lugares exóticos de la ciudad, sin pretender encontrar ningún sitio en específico. Un grupo de cubanas buscaba marido y aprovechaban para hacerse fotos con un camión horrible de fondo. El delito era aún mayor porque a su derecha tenían un precioso edificio que engrandecería su foto, la Galleria Nazionale d’Arte Antica in Palazzo Barberini. Un par de italianos a la sazón los camioneros, trataron de explicarles que con un ligero cambio de ángulo la cosa iría a mejor pero ellas lo entendieron como una posibilidad real de encontrar marido y una en específico sobó al hombre hasta donde no está escrito. El Papito se dejaba tocar y se hacía fotos con ellas sonriendo con esa boca de dientes escasos y más bien tirando a negro.

    Algunas de las casas tenían una entrada hacia un patio interior en el que podíamos ver hermosas fuentes desde la calle y entramos a hacer fotos. Por ejemplo en el instituto británico (o algo parecido). También pasamos por una esquina flanqueada por dos fuentes. Roma parece haber sido adornada a lo largo de los siglos por los diferentes gobernantes que en lugar de destruir, construían sobre lo anterior. Por supuesto cada dos pasos te tropiezas con una iglesia pero por el momento no entramos en ninguna.

    En nuestra ruta llegamos junto a la iglesia de Santa Maria Maggiore y al rodearla haciendo fotos vimos que habían puesto unas vallas. Le preguntamos a la plebe y resultó que el mismísimo Papa de los Católicos iba a visitar el lugar. Nos agarramos a la valla y lo esperamos mientras el sitio se llenaba de turistas y beatas que viendo la hora de su encuentro con el ilustre jefe de la iglesia se les aceleraba la ovulación y se acicalaban como si esperaran ligárselo. Estuvimos una hora allí y cuando estábamos por renunciar comenzaron a aparecer curillas de tres al cuarto que se ubicaban más cerca del escenario, seguidos por una gente con banderas y mucho canto y tras ellos un atajo de obispos que no veas a los que sucedieron un huevo de cardenales que hacían prever lo inminente. Se oye un tumulto y allí llega, el coche del Santo Padre, con el abuelete saludando como podía. Se le ve muy viejo, yo diría que este no sobrevive a la próxima gripe. Lo bajaron entre dos gorilas porque si no nos dan las uvas allí y una vez en el suelo, lo pusieron en marcha y salió andando hacia el altar que habían montado en la calle, parecía una muñequita de Famosa yendo al portal. La gente estaba fuera de si. En el altar le dio un par de besos a algo y nosotros decidimos marcharnos porque ya era tarde y no estábamos para misa. Según vamos andando por la calle vemos que un montón de monjas también le dan la espalda y se marchan. Mientras luchábamos con el populacho para salir de allí la gente nos miraba como si fuéramos encarnaciones del demonio por no quedarnos al espectáculo completo. Cuarenta segundos más tarde (o quizás treinta) toda la multitud se echa a andar siguiéndonos. Parece que el espectáculo era esperar la llegada del colega, el saludo, el beso a algo en el altar y puerta para todos y si os he visto no me acuerdo.

    Pasamos por nuestro hostal, agarré el trípode y nos pusimos en ruta para buscar un sitio donde cenar y después ir a hacer fotos del Coliseo por la noche. Encontramos ese sitio por la Vía Cavour, cerca de la parada del metro del mismo nombre. Era otro restaurante italiano de esos para turistas. Desde allí seguimos el paseo hasta el Coliseo y me desmadré haciéndole fotos por la noche. Es simplemente hermoso. La magia de las luces lo vuelve impresionante. Subí de nuevo al Foro Romano pero estaba cerrado y me tuve que conformar con hacer fotos desde la valla.

    Cuando estábamos en el Coliseo me di cuenta que me había dejado olvidada mi guía Lonely Planet en la terraza en la que cenamos y cuando pasamos de vuelta ya habían cerrado y allí no había nada, así que el resto del viaje lo hicimos sin la guía, con un mapa y aquello que podía recordar de mi lectura de la misma. Así fue nuestro primer día en la maravillosa y fascinante ciudad de Roma.

    Esta historia continúa en Visitando el Vaticano y la Plaza de España

    Technorati Tags: Roma, viajes

  • La semana pasada en Distorsiones

    18 de junio de 2007

    Se acerca el solsticio de verano y ya sabéis lo que eso significa. Estaré en España la medianoche del veintitres de Junio y entraré en el mar a la medianoche acompañado por miles de personas. Somos animales de ritos y ese es uno que gusto de practicar. Aún no sé ni cuando llego ni por cuanto tiempo me quedo porque el billete lo conseguiré en el último instante, de penalti y no sin antes sufrir algún ataque de nervios. Después de volver de Roma he andado un poco resfriado pero ya me recuperé. Aún no me he atrevido a mirar las fotos. Son cientos y supongo que algo valdrá la pena. Ya habrá tiempo. Esta semana tuvimos unos Pensamientos sueltos al alba que salieron mal. En los comentarios se perdió el hilo de la conversación y acabó como hacía tiempo que no se veía por aquí. Ni os molestéis en buscar esos comentarios porque ya he limpiado y borrado todo lo que no era apropiado. Quiero aprovechar para recordaros que esta es mi bitácora y que igual que escribo el contenido, edito la participación del populacho y borro aquello que considero poco oportuno sin dudarlo un solo instante. Ya he comenzado a contar el viaje a Roma Ciudad Eterna en Casi todos los caminos conducen a Roma. También decir que hubo una nueva receta. En este caso se trató del Pollo al vino blanco.

    La sección de Relatos sigue viento en popa y en estos siete días tuvimos Planta 33 – capítulo noveno y Planta 33 – capítulo décimo. Creo que con estos diez capítulos cerramos la primera parte y arrancaré una nueva línea argumental que espero acabe confluyendo con esta primera en algún punto del espacio/tiempo.

    Las fotos siguen dedicadas a los tulipanes y al Keukenhof. Tuvimos el Tulipán Viajes , los Tulipanes Sucesos Extraordinarios, el Tulipán Grandes Historias , una Postal del Keukenhof, el Tulipán Día a Día y el Tulipán Folclore Nórdico.

    En cuanto a Cine, por aquí se habló de la mediocre Next y la soberbia y absolutamente recomendable Death Proof.

    Y así pasó la semana. Supongo que por culpa de la visita a las Canarias tendremos un descanso de una semana y volveremos con el resumen dentro de dos aunque nunca se sabe. Aprovecha y pasa por Amazon y ráscate el bolsillo al mismo tiempo que me das una alegría:
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