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  • Portería del Parque Güell

    3 de mayo de 2007
    Portería del Parque Güell

    Portería del Parque Güell, originally uploaded by sulaco_rm.

    Supongo que en algún momento pondremos alguna foto de Barcelona que no sea de alguna obra de Gaudí pero hasta que llegue ese momento sigamos disfrutando con la obra de este hombre. Hoy nos desplazamos al Parque Güell y en su entrada nos encontramos con este edificio, supuestamente la casa del guardián del parque. Como siempre, curvas, formas exóticas y la sensación de que es una estructura viva y cambiante.

    Hay más información sobre Barcelona en la anotación Barcelona – Primer día con Gaudí y también puedes ver el Álbum de fotos de Barcelona

    Technorati Tags: Barcelona, viajes, Gaudí, La Pedrera

  • Desbaratadas

    2 de mayo de 2007

    La obra cumbre de esta bitácora y por la que seré ninguneado y despreciado el resto de mi vida es el Hembrario, ese compendio de estereotipos distorsionados y congelados en un tiempo perdido que tanto revuelo ha levantado. Aún no está todo dicho sobre este asunto y aunque me temo que a partir de ahora las fronteras entre las diferentes categorías serán más difusas y tenderán a solaparse, seguro que son igual de didácticas. También me gustaría comentar antes de seguir que esta recopilación está basada en el habla Canaria que es la que conozco y practico en la intimidad y aunque seguro que en otras latitudes, longitudes e incluso países existen expresiones que podrían resultar interesantes, me son desconocidas y no serán motivo de discusión en este mi Hembrario. También me permito sugerir a aquellos recién llegados a la mejor bitácora sin premios en castellano que visiten el Hembrario y devoren todas las anotaciones que han aparecido hasta este momento.

    Después de este superfluo prólogo que sirve para cubrir el cupo de palabras diarias entremos en materia de una vez por todas. Hoy quiero hablar de las mujeres desbaratadas. Uno solo tiene que darse un paseo por el centro comercial de Vecindario para entender perfectamente lo que quiero decir. Algún día tendré que hablar de Vecindario, ese lugar de leyenda al que los Elfos de la Aldea llaman la Tierra Negra o Mordor. Es allí, a plena luz del día en donde las mujeres Desbaratadas tomaron forma y consciencia. Son una mezcla entre Bostas y Potrancas, una perversión del género femenino que por exposición a radioactividad o a Dios sabe qué han cuasi perdido su apariencia humana y han degenerado hasta tal extremo que solo podemos catalogarlas como Desbaratadas. Son mujeres sin estima, sin amor propio, sin respeto alguno por su cuerpo y por eso lo destrozan mediante mal gusto, insensibilidad, ordinariez y gula. No caminan, arrastran su masa Desbaratada y sudorosa recubierta de colores brillantes que alerta a los objetos circundantes y permite realizar maniobras evasivas mientras llevan pegado a la oreja un teléfono móvil de antepenúltima generación al que gritan porque aún no se han enterado que su voz es comprimida y codificada antes de ser enviada a través de ondas marcianas hasta el destino y ellas prefieren pensar que la utilización de decibelios extremos incrementa la calidad de la señal y además concede a los espectadores cercanos el tremendo honor y privilegio de escuchar sus banales conversaciones.

    Una hembra Desbaratada no concibe ir a la playa con otra cosa que no sea un tanga minúsculo, una microfibra de dos metros de largo que a duras penas consigue rodear esos amontonamientos de celulitis y grasas de origen animal y que cuando las ves tomando el sol te recuerdan al trinchado de los pollos en cualquier asadero. Ellas se lanzan en plancha al agua gritando mientras cientos o quizás miles de peces flotan muertos en la superficie por culpa de la onda sonora que sacude las aguas del basto océano Atlántico con funestas consecuencias. Algunas cruzan la línea que separa lo real de lo fantástico y osan pasear por la playa practicando el topless y mostrando esas bolsas enormes de supermercado de bajo costo que parecen a punto de explotar y en las que los pezones han desparecido entre tanto pliegue carnal.

    Las hembras Desbaratadas sienten una atracción enfermiza por los piercing en la boca, se los ponen a un lado para así no alterar sus capacidades carnívoras, las mismas que les permiten despachar un cerdo desde la raíz a las pezuñas de una sola sentada. Ese piercing, simulacro de imitación del que usan las jóvenes de baja cuna y aún más baja cama, hubo de ser modificado para abarcar el perímetro de esos labios diseñados para devorar. Un equipo de científicos trabajó día y noche con los mejores materiales para solucionar el problema que suponía colocar el piercing a una mujer Desbaratada y después de cientos de horas de investigación ardua encontraron la solución: el aro que se les pone a las vacas en la nariz. Así que ahora las vemos paseándose por su entorno natural con sus enormes aros en el lateral del labio, con sus ropas de licra de colores chillones, con sus uñas lacadas en colores brillantes y esos bolsos del tamaño de mochilas en los que guardan sus barras de pan con los tentempiés para pasar los minutos, los cuartos, las medias y las horas hasta que llega la siguiente comida.

    Ser una hembra Desbaratada seguro que tiene sus ventajas pero aún pasarán miles de años hasta que alguien las descubra y las documente. Si hay una verdad en este mundo es que ese día ni yo, ni tú, ni nadie que conozcamos estará presente, nos tendremos que conformar con los hechos conocidos y avisar al incauto que puede caer entre sus carnes que su vida entrará en una espiral de decadencia, su bolsillo se resentirá ante el agujero negro que tendrá que alimentar y la suspensión de su coche sufrirá daños irreparables. Estáis avisados.

    Puedes leer más anotaciones relacionadas con esta en el Hembrario

    Technorati Tags: desvaríos, Hembrario

  • Torres de la Sagrada Familia

    2 de mayo de 2007
    Torres de la Sagrada Familia

    Torres de la Sagrada Familia, originally uploaded by sulaco_rm.

    Hay mucho más Gaudí en Barcelona. Sin haber acabado con las dos casas del Paseo de Gracia, añadamos a la ecuación las torres de la Sagrada Familia, la embajada de Dios en la Tierra y la que aún sin terminar ya es la Iglesia más hermosa del mundo.

    Hay más información sobre Barcelona en la anotación Barcelona – Primer día con Gaudí y también puedes ver el Álbum de fotos de Barcelona

    Technorati Tags: Barcelona, Gaudí, Sagrada Familia

  • Fantasmas

    1 de mayo de 2007

    Este relato está inspirado en la canción del mismo título del disco El extraño viaje de Fangoria. Si quieres leer más historias de esta serie visita la categoría El extraño viaje

    El extraño viaje: Fantasmas

    A cada instante me juro ser valiente y no abandonar. Sé que no va a ser fácil y quizás no lo consiga pero he de intentarlo. Cuando ella me besó y salió aquella mañana nunca pensé que sería la última vez que nos veríamos, que ya nada sería lo mismo.

    Pasé el día como siempre, ganándome el pan sin sudor pero con ingenio. Cerré algunas transacciones, leí los informes que mi secretaria había puesto sobre la mesa y aún tuve tiempo para enterarme de los cotilleos de la oficina. Era un día tranquilo con un gran colofón: una cena con mi esposa en el jardín de nuestra casa, a la luz de las velas y rodeados por rosas que además de ser preciosas llenaban con su dulzona fragancia el ambiente. Ese día no celebrábamos nada especial, era solo una de esas cenas en las que pasábamos un tiempo juntos y disfrutábamos de la mutua compañía. La llamé a la hora de comer y quedamos en que cocinaría yo porque iba a regresar primero a casa. Al volver pasé por el supermercado y compré las cosas que me hacían falta. Quería preparar salmón al horno con verduras y seleccioné un buen vino para acompañarlo. De postre elegí nuestro helado favorito. Le pondría unas fresas y lo cubriría con miel caramelizada. Una comida sencilla y sabrosa. No tenía que preparar muchas cosas así que me relajé en casa y me senté en el jardín a escuchar el canto de los pájaros y ver sus peleas domésticas, sus riñas por el espacio o la que podría ser la compañera para el resto de su vida. Era un día muy apacible.

    De alguna forma lo supe. Era feliz y un instante más tarde sentí como si el fuego andaba junto a mí, no pude evitar esa sensación irracional. Miré mi reloj que marcaba las siete y cuarto. Una pena infinita me apresó en sus redes. La llamé pero no respondió. Me salió directamente el contestador de su teléfono. Llamé a su oficina y nadie cogió el teléfono. Deseché la corazonada e intenté volver a centrarme en todo lo bello que me rodeaba. Miré hacia el cielo y vi una forma similar a la de un corazón dibujada por la estela de los aviones. Era un corazón que se agrandaba y deformaba por momentos, un corazón que parecía luchar contra fantasmas y que terminó por explotar.

    Intenté volver a llamarla pero de nuevo me saltó el contestador. Supuse que se le había agotado la batería del teléfono y estaría ya en camino. Para algunas cosas es muy despistada. Entré a la cocina y encendí el horno para calentarlo. También puse un caldero al fuego para hervir las verduras. Corté algo de pan y saqué de la nevera un poco de queso para untar. Estaba preparando la mesa cuando me llamaron. Era un número desconocido, una de esas llamadas sin identificación.

    Al otro lado una voz seria y formal me preguntó mi nombre y si la conocía a ella. Respondí afirmativamente mientras dejaba de ver a mi alrededor porque los ojos se me estaban llenando de lágrimas. Ahora que lo pienso fue en ese momento, quizás el instante más dramático de mi vida cuando tuve un acceso egoísta y solo se me ocurrió en pensar lo que iba a costarme la idea de olvidarla. Esa voz portadora de malas noticias me dijo que había sufrido un accidente con el coche y estaba en el hospital. Se negó a pasarme más información. Le dije que iría inmediatamente. Apagué el horno y la cocina. Lo hacía de forma automática, sin pararme a pensar en lo que estaba haciendo. Metí las cosas en la nevera y antes de salir fui a nuestro dormitorio. Pasé la mano sobre la colcha de la cama, rozándola con las yemas de los dedos. La habitación olía a ella, a su perfume, a su esencia.

    Ya en el coche traté de centrarme y prepararme para lo que estaba por venir. Siempre me pongo en el peor escenario así que asumí que mi presentimiento previo era la confirmación que necesitaba. Rechacé el pensamiento y traté de ser positivo, de nadar contracorriente. En ese instante ya me sentí solo, sin un hombro en el que apoyar mi cabeza, sin esa brisa matutina que te arrancaba una sonrisa y supe que quizás había llegado el momento de pagar cada sueño que ya traicioné.

    En el aparcamiento del hospital tuve un acceso de pánico, de dejarlo todo y salir de allí corriendo sin mirar atrás. Lo superé al recordar su beso de despedida y con prisas me acerqué a la recepción. Antes de decirme nada me obligaron a rellenar unos formularios. Yo solo quería verla, saber como estaba pero ellos únicamente veían papeles y más papeles y no les interesaba el drama que yo estaba viviendo.

    Tras una eternidad vino un doctor a hablar conmigo. No hizo falta que dijera nada. Su cara me lo confirmó. El hombre trataba de poner distancia entre ambos como si yo fuera un apestado que iba a tocarlo y contagiarlo con alguna terrible enfermedad. Quizás creía que me tiraría a sus brazos. Me mantuve firme. Le pedí que me dejara verla. Fuimos juntos hasta una fría sala en la que un tubo fluorescente crepitaba y lanzaba destellos blancos. Junto a la puerta pude ver su fantasma, una tenue imagen que me miraba con lástima y resignación. Estaba tan bella como el primer día que nos conocimos. A cada instante me juro ser valiente y no abandonar.

    ¿Com qué fantasmas he de luchar,
    de qué otro infierno me he de salvar?

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