Uno de los lugares que más visito cuando voy a Gran Canaria es la Montaña de Arucas. Desde su cima se puede ver esta vista del norte de la isla con los campos de plataneras al frente y la Montaña de Galdar al fondo.
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Yo no he sido
Podemos dar oficialmente la semana por perdida en cuanto a creatividad. Intentaré exprimir mi mollera durante el fin de semana y sacar algo que satisfaga mis bajos criterios de aceptación. Hoy he vuelto a tener un día completo en Nijmegen. Entre ayer y hoy me he hecho veintiocho horas de trabajo. Una auténtica quemada. Es el regalo de despedida envenenado de la división que abandono. Los pienso joder porque lo acabaré y cuando ya no esté allí y tengan que usar a otra persona, su cliente les exigirá los mismos niveles de profesionalidad a los que yo los he acostumbrado y sé que no hay mucha gente dispuesta a hacerlo, o mejor dicho, no hay nadie en ese grupo que lo haga.
Ya que no tengo mucho que decir voy a explicar un poco en lo que he andado metido. De lo que se trata es de instalar una centralita telefónica de última generación, una caja grande de Pizza que produce voz sobre IP. Inicialmente pondrán seiscientos teléfonos y más adelante crecerá hasta los cinco mil usuarios. Habitualmente yo hago las aplicaciones que funcionan sobre la central pero en este caso he instalado el cacharro y lo he puesto en marcha. Es mi criatura, mi pequeño. A mi currículum va un párrafo en el que pongo mi experiencia con voz sobre IP. El cliente es una compañía que acaba de alcanzar su independencia y que tiene unos treinta y siete mil empleados en todo el mundo. Fabrican chips, esas pastillas negras que están dentro de todos los cacharros electrónicos que poseemos. El lugar tiene unos niveles de seguridad paranoicos y se pasan el tiempo recordándonos que debemos denunciar cualquier comportamiento sospechoso. Encima hoy con el rollo de los posibles ataques terroristas saltó la liebre y han estado todo el día muy finos, no me han dejado permanecer solo en la sala de servidores y han tenido que encontrar a uno de esos panolis que abundan en todas las empresas y que no hacen nada y lo han sentado allí dentro para que me controle. Yo hice mi trabajo sin dirigirle al hombre la palabra. Por alguna razón siempre he tenido la sensación de ser poco profesional cuando hago alguna tarea, de ser muy informal y esteticamente no realizar algo digno de ser contemplado. Sin embargo todo el mundo lo ve como una magia maravillosa y que parece no costar mucho esfuerzo. Me ven tecleando, configurando, alterando conexiones y me dicen que parece muy natural y lógico a la par que elegante. Me llaman el Experto. La primera vez que oí esto en Nijmegen pensé que hablaban de alguien más y les pregunté quien coño era el Experto ese porque yo quería hacerle algunas preguntas. Todos me miraron asombrados y me dijeron que yo soy el Experto. Me quedé de piedra. No hago nada especial. Ejecuto procedimientos que culminan en un sistema sin fallas. Mi centralita telefónica ya se ha conectado con las otras tres que hay en aquel lugar, ya se pueden hacer llamadas entre ellas y he duplicado el sistema para que haya redundancia. Ambas cosas era la primera vez que lo hacía y tenía un nudo en el estómago pero ha resultado (no sin problemas y tensión) y seguimos de acuerdo a la planificación. El Gerente de proyecto no se lo cree. ?l asumía un retraso de cojones a estas alturas y yo me las apaño para que todo vaya de acuerdo a nuestra planificación. A estas alturas ese tío me ve como un héroe.
Hoy cuando salgo del complejo, después de pasar el chequeo habitual de seguridad y estoy pedaleando de vuelta a la estación recibo una llamada en el móvil. Máxima dificultad porque voy en la bici, en una mano el GPS, en la otra agarro el volante y ahora tengo que coger el teléfono. Hago un par de filigranas y atiendo la llamada. Era alguien que no había hablado jamás conmigo y que me cuenta que ha habido un apagón en uno de los edificios y que es por culpa de mis equipos de voz sobre ip. No me lo puedo creer. El tipo me pregunta que donde están instalados mis equipos y se lo explico. Es un centro de datos con redundancia de energía y toda la mierda que puedas imaginar. Le digo el nombre del edificio y el hombre me interrumpe. Me dice que el apagón es en otro edificio en el que me vieron por la mañana y que creían que yo había puesto equipos allí o eso se decía. Le expliqué que yo tengo cuatro cajas de pizza azules y las largué en su centro de datos y puedo entrar a ellas desde cualquier punto del complejo así que estuve en ese edificio porque me dejaron un despacho pero que yo allí lo único que dejé fue una meada y dos vasos de café vacíos. Me pide disculpas y corta. A esas alturas yo me imagino quien ha sido el responsable del apagón porque sé quien estuvo trabajando allí dentro cambiando fuentes de alimentación. Seguí pedaleando camino de la estación con mi GPS indicándome el camino.
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El capullo de la Garita
Una de las cosas que llaman la atención del municipio de Telde son las rotondas. El anterior alcalde las convirtió en objeto de culto por parte de frikis y salidos. Hay una que parece una nave espacial, otra de tazas para gigantes y unas cuantas más que ni siquiera se pueden describir con palabras. Se podría hacer una serie de fotos con todas las rotondas.
A la entrada de la Garita está esta, supuestamente un Drago canario aunque la gente se refiere a ella más bien como la Polla de la Garita o el Capullo. El julay que diseñó tremendo trasto es un artista local.
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Un nuevo comienzo
Hoy he estado trabajando en otro lugar hasta tarde y no he tenido tiempo de escribir lo que pensaba así que habrá que conformarse con algo sobre mi vida y miserias.
Llegó el día y la hora temidos (o anhelados). Esta mañana tenía la entrevista con el vicepresidente de la división a la que me quiero cambiar. A las diez de la mañana. Me esperaban con la ventana de la puerta cubierta con un papel para que no se vea el interior. Algo muy cutre y sospechoso. Rostros serios, de funeral de segundas. Yo con un polo naranja para demostrar mi integración en el país y con la más falsa de mis sonrisas, aquella que tanto temen mis amigos porque no deja traslucir nada.
La entrevista fue como todos esperábamos. Yo quiero el puesto y ellos no tienen a nadie mejor para el mismo. A ellos no les sobra el tiempo y a mí, si no me lo dan, me faltarán patas para coger el piro y buscarme la vida en otro lado. Estábamos en sintonía durante toda la conversación. Mis habilidades comunicativas son harto conocidas. Puedo enamorar a la gente en un corto periodo de tiempo. Me oyen hablar y sienten que lo que les digo es lo que quieren oír. Forma parte de mis encantos naturales no hago mucho (o ningún) esfuerzo para ello. Así ha sido desde siempre. Resulta extraño que no conozca a ese tipo porque todo el mundo sabe de mí. Por supuesto él había oído hablar bastante del salvador hispano. Preparé el camino la semana pasada. Tuvieron al menos cuatro crisis que yo les solucioné en un parpadeo y él supo que había sido yo. También supo que lo hice sin esperar nada a cambio (o casi nada :-)). El tema más espinoso de la entrevista se encontraba al final. Mi vicepresidente es como el hermano pequeño de Darth Vader, un pájaro de cuidado que si le pones la mano te la muerde. ?ltimamente le habla a todo el mundo salvo a mí porque lo ofendí aquel día que no quise ir a la reunión que él organizó. Le ha dicho a toda la gente de nuestra división lo muy enfadado que está conmigo y cuánto lo he decepcionado. Se lo ha dicho a todos salvo a mí. No parece tener huevos para decírmelo a la cara. También sabe que yo no me quedaré callado y que igual que puedo solucionar problemas, le puedo joder sus vacaciones que empiezan en una semana. Me asusta un poco pensar que tengo tanto poder, que el destino de mi división se puede tambalear si yo dejo de pulsar las teclas adecuadas. El hombre tiene suerte que yo solo quiera salir de su camino y no quiera encenderle un par de velas negras.
Así que les digo que yo no pienso hablarle a esa mala bestia y el que debería ser mi nuevo vicepresidente me dice que a él también le ha dicho lo decepcionado que está conmigo. Yo lo flipo totalmente. Me dice que él se encargará personalmente y que no me preocupe. Salgo de allí y me voy directo a hablar con mi jefe. Será la primera y última vez que lo haga. Tras la reestructuración me asignaron a un nuevo grupo pero el jefe estaba de vacaciones hasta la semana pasada. Yo casi no he estado en la oficina desde que se reincorporó así que no lo había visto. Fui a su despacho y el hombre me da la bienvenida al equipo. Le echo una mirada de pena infinita, me siento y le digo que la bienvenida llega muy tarde y que quiero cambiarme a otra división. Se le tuerce el gesto y me dice que primero escuche su historia sobre nuestro grupo. Me cuenta un rollo que ya conozco porque fue el mismo tres meses atrás en el otro equipo, suena al estribillo de una canción de Mecano, las cosas van a cambiar, todos seremos felices, iremos a Hawaii, Bombai y unas cuantas milongas más. Yo no le digo nada, le escucho con la desgana que da el saber que nada de eso llegará a realizarse. El hombre termina y le explico que mi decisión ya está tomada y los engranajes han comenzado a girar. Me pide razones y se las doy. No una, ni dos, ni tres sino un torrente que lo deja pasmado. Le cuento lo que ha pasado durante estas tres semanas pasadas, las trastadas que me ha hecho su jefe, como he tenido que torear diez toros al día y esquivar cornadas a destajo. Le explico por qué todos los proyectos de su equipo van a fracasar, le enseño los puntos débiles, los riesgos que no pueden asumir. Le informo que todo eso ya lo he transmitido a los jefes de proyecto y ninguno de ellos me ha escuchado y a mí no me gusta perder. Si jugamos en equipo lo hacemos como tal y si ellos no saben, no quieren o han recibido la orden de no hacerlo, a mí me da igual pero yo no permaneceré impasible viendo como el tren en el que vamos se estampa. El hombre lo apunta todo y no se lo puede creer. Avisa a uno de sus hombres, alguien a quien yo debería considerar parte del grupo y me pide que repita los puntos más importantes. El tipo lo confirma. Con esa información me dice que ahora más que nunca me necesita en su equipo para que identifique todas las fallas y las encauce. Es tarde, demasiado tarde. Yo ya estoy cansado de luchar con molinos de viento y prefiero retos difíciles pero en los que no dependo de otros. Me salva mi teléfono. El Moreno me llama al DECT para irnos a caminar. Los dejo allí, derrotados y le estrecho la mano recordándole que no tengo nada contra él, que en otras circunstancias seguramente habría sido un jefe al que yo respetaría y por el que daría el pellejo pero en las actuales no puedo ni quiero arriesgarme.
Por la tarde estoy en un laboratorio trabajando, preparando mi gala de la noche, ya que hoy he estado trabajando hasta las diez. Mis teléfonos echan humo. Los tres. Tanto el fijo, el DECT como un móvil que uso de cuando en cuando de la empresa. La noticia ha corrido por toda la compañía. Hay un duelo de vicepresidentes y yo soy la causa. Se baten por mí, por tenerme en su grupo. A mí no me interesa el asunto, ya jugué mis cartas y solo me queda esperar. Por el edificio la gente me busca para preguntarme y averiguar lo que está pasando. El resultado de la lucha definirá los poderes de ambos. Sabremos si uno es tan temido como dicen o el otro tiene esos padrinos que se comentan. Mi teléfono tiene dieciséis llamadas perdidas. La operadora se está desquiciando. Le digo que reenvíe todas las llamadas a mi buzón de voz, el mismo que no he escuchado jamás. La mujer también quiere saber qué está pasando, cual es la causa de tanto revuelo. Desde los días de la última reorganización, allá por Marzo, no había tanto trasiego en la central telefónica.
A las cuatro me tengo que ir a Nijmegen y antes aprovecho para hablar con el que será mi nuevo jefe. Le pregunto si se sabe ya algo. El hombre me mira sin decirme nada, una mirada larga. Después sonríe. Mueve la cabeza afirmando. Bienvenido a bordo. Eres uno de los nuestros. Voy a mi despacho, el nuevo despacho al que me han mudado un día antes y miro las cajas sin desempaquetar. Vuelvo a la oficina de mi nuevo jefe y le comento que ya que me tengo que volver a cambiar no pienso desempaquetar. ?l me mira. Saca el plano y me pide que elija despacho. Miro los disponibles y elijo de lo malo lo mejor. Mi nuevo compañero será un tipo tranquilo, alguien con quien se puede hablar. Meto todos mis trastos en la mochila, aviso a los colegas y nos vamos en manada al aparcamiento de bicicletas. No es un día para moverme solo, no es seguro. La gente nos ve bajar formando una piña de casi diez personas. Yo voy en el centro. Los demás me escoltan. Son la gente del nuevo equipo y estos sí que tienen conciencia de grupo. Han elegido salir conmigo para mandar un mensaje a los jefillos que sueñen con hacerme alguna putada. El aviso es recibido alto y claro por todos los demás. Aunque oficialmente mi cambio tendrá lugar el uno de septiembre, desde hoy soy Uno de los suyos.