Ayer estuve sondeando amigos y conocidos que habitualmente no comentan pero que suelen leer esto. Los resultados son terroríficos. De un tiempo a esta parte todos los amigos que siempre han visto esta página como una excentricidad más que añadir a mi infinita lista se han puesto las pilas y se empapan lo que sale publicado por aquí. Y lo que es peor, haciendo gala de una insensatez a prueba de demolición, se creen a pies juntillas todo lo que pongo.
Quiero recordaros que una distorsión es una deformación de una señal producida en su transmisión o reproducción y que aquí se practica el deporte de las distorsiones. Tened siempre presente que los hechos que cuento han sido deformados de modo intencionado.
Otra de las conclusiones fue lo variados que son los gustos. Hay gente que me pide que ponga más fotos, más detalles de la vida holandesa y me deje de historias, mientras que en la siguiente llamada se saben la vida del turco a pies juntillas. Mi amigo el turco despierta pasiones. Tiene un club de fans y otro de gente que lo ve como la reencarnación del mal en la tierra. Seguro que es culpa mía, porque el hombre es encantador y si exceptuamos sus movimientos pélbicos cada vez que intuye una vagina en su proximidad, es una bellísima persona.
También se me está reprochando el que no trate ciertos temas. Quiero que sepáis que aún no sé como contar lo que vi en Málaga. Quiero hacerlo, pero no sé como. Tengo que sentarme y darle vueltas en el cabezón hasta que salga algo. Hubo tanta información en tan poco tiempo que mi imaginación aún sigue dándole vueltas. La semana que viene si tengo algo de tiempo en mis vacaciones trataré de escribir algo sobre el tema. Desde ya adelanto que de haber una primicia mundial, será el veintitres de Junio el día en que aparezca en esta página.
Acepto sugerencias para continuar deconstruyendo cuentos clásicos. Lo reducido de mi tiempo libre y lo limitado de mis recursos intelectuales me fuerzan a emitir esta llamada al ingenio colectivo para ver si de entre los lectores surge alguna idea. Estoy tratando de pensar como afrontar el cuento de blancanieves o el de caperucita roja. Por supuesto, me gustaría que Samanta tuviera un papel e incluso LaMasmo, a la que añoro.
Y termino estas divagaciones con el anuncio formal. La semana que viene estaré en Gran Canaria. Llego el domingo por la noche y me voy el siguiente domingo por la mañana. Como siempre, cargando con el portátil, el iPod mini, la Canon EOS 350D, las lentes, la máquina de afeitar eléctrica, el cepillo de dientes de diseño y los móviles. Por llevar, me llevo hasta el cubo de Rubik. A ver cuando se trabajan los científicos algo para reducir el número de cargadores y dispositivos eléctrónicos, que cuando viajo parezco un electricista.