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  • Prime – Secretos compartidos

    12 de febrero de 2006

    Un diván de psicoanalista nos sirve de lanzadera para esta historia. Una profesión extraña y que aquí en Europa no ha conseguido triunfar como en las Américas, lugar en el que parece que hasta por una mala jiñada tienes que ir a un médico a contarle tus penas. La película se llama Prime y una alienada y enferma mente transformó su título en Secretos compartidos, ganador desde ya mismo el premio al título más estúpido del año.

    Una tía en la madurez de su vida y ya encaminándose hacia el fin de sus reglas se encoña con un chaval en los veintipocos al que se folla tanto como puede para exprimirle su juguito de la vida. Es pecaminoso y está muy mal porque ya se sabe que no se debe follar con chavales pero ella no se puede reprimir y sigue dale que te pego haciendo el saltito del tigre, del caballo, de la hiena y de lo que haga falta con el tímido y guapo chico, al que se le abre todo un nuevo mundo de experiencias sexuales muy diferentes de las que habitualmente tiene con sus frígidas, creídas y gilipollas compañeras de clase con las que para poder dar un viaje uno tiene que rondarlas durante semanas. La mujer, intelectualmente acosada por la única neurona que puebla su cerebro busca una justificación a su pecaminosa conducta con su psicoanalista, la cual es muy comprensiva y al mismo tiempo envidiosa. Después de unas cuantas charlas está más claro que el agua que su paciente no está follando con un jovencito cualquiera sino con el hijoputa de su hijo, que ahora le ha dado por follar viejas asquerosas en lugar de dedicarse a cascársela en el dormitorio como cualquier hijodeputa de vecina. A partir de ahí se enterará de todo tipo de trapos sucios en la relación entre su hijo y la puretona que está como para reventarla a polvos y esto la desequilibrará de tal forma que ella también tendrá que acudir a un psicoanalista.

    Esta es básicamente la historia construida sobre un excelente guión lleno de momentos divertidos y de frases lapidarias. Lo dirige un tipo al que conocen en su farmacia y poco más y tuvo la suerte de contar con dos monstruos de la interpretación. La madura follable es interpretada por Uma Thurman, que pese a la edad sigue sudando sexo por todos sus poros y a la que las patas de gallo vuelven más interesante y junto a ella la psiconoalista es Meryl Streep, la gran dama del cine actual, una mujer que lo borda siempre. Con estas dos hembras de alta cuna y renqueante cama no podían fallar y la cosa funciona como la seda. Hay risas y hay motivos para pensar en la conveniencia de echarte novia mayor, que al fin y al cabo son más sucias y viciosas que las recién desfloradas, que parecen creer que el coño se les va a desgastar si lo usan con frecuencia y lo reservan como si fuera un buen vino.

    Si tienes novia de esas de las que hay que embarcarse en la búsqueda del tesoro para poder quitarle las bragas y hacerle una inspección técnica de vehículos esta es la película perfecta para hacerle ver lo equivocada que está y lo dichosa y agradecida que debería estar por el divino regalo que le ha hecho el gran Dios de los cristianos y poder coger siempre que quiera un cipote entre sus manos. También puedes ir con los amigos aunque procura que sean de los que tienen capacidad para seguir diálogos ya que aquí no hay tiros o dinosaurios corriendo detrás de monos que arrastran putas sucias y rastreras por el parque juanásico.
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  • The Dark

    11 de febrero de 2006

    Un título enigmático, un cartel misterioso, una historia que promete y un género que adoro. Vuelvo a caer en las redes del cine de terror y aprovecho una visita a Ámsterdam para controlar la casa de un amigo ausente y de paso ver The Dark, una de esas películas que para la mayoría pasará inadvertida y que al igual que ha sucedido en Holanda, se estrenará en pocos y selectos cines.

    La canibalización que hemos sufrido por parte de los americanos deja poco espacio para que películas europeas o de otras regiones del mundo puedan llegar a las salas de cine convencional. Sucede en muy raras ocasiones y en el caso del cine de terror es aún más extraño ya que las filmotecas se niegan rotundamente a programar este tipo de cine, considerado desde siempre como muy de clase baja.

    La historia que nos cuentan mezcla leyendas escocesas con supersticiones y fundamentalismo religioso. Una tipa más buena que el pan y que en cada movimiento de pelvis nos recuerda que es pecado no follársela hasta el amanecer se desplaza hasta una mierda de sitio en el puto fin del mundo con la penca de su hija para intentar salvar su matrimonio corrupto y finiquitado y de paso ver si la zorra de su hija recibe algún tipo de correctivo por parte del capullo del padre ya que la niña está más salida que el cine X de los viernes noche y de lo intratable que está la mala madre solo tiene ganas de reventarle la cara a hostias. Después de una serie de desastrosas coincidencias y un par de momentos de mal rollo con susto incluido la soplapollas de la niña desaparece y surge de la nada otra aún más guapa y viciosilla que recorre las praderas sin bragas saltando como la nieta del abuelo de Heidi mientras la pareja trata desesperadamente de encontrar el cuerpo sin vida de su retoño. A partir de aquí la cosa se desmelena y comienzan las cosas raritas, los sustos, las muertes imprevistas, el salto de la cabra, las leyendas rurales y todas esas cosas que hay que mezclar convenientemente para mantener la atención de los espectadores y hacer que salten en sus asientos de vez en cuando.. Se nota la falta de una mano americana en muchos de los detalles gores y en la velocidad a la que transcurre la historia. Esto lo hace un yanki y mete seis putorras más en la casa que caminan en tetas y mueren despencadas por los riscos sin bragas y a lo loco y quizás hubiese sido más divertido, pero nos habría dejado sin ese regusto a cine europeo que se te queda en la boca al salir de la sala, aunque ahora que lo pienso quizás el regusto fuera el resultado de mezclar cerveza y cotufas.

    Dirige un tipo que ha hecho mucha televisión y ha cogido todos los vicios de la misma, con mucho plano de cabezón y saltos de cara a cara que en la pequeña pantalla quedan bien pero en la grande a veces agobian, ya que cuando la cámara se acerca mucho los granos parecen volcanes en erupción. Como en todo el cine de terror los actores son los que marcan la diferencia. Estos se lo curran muy bien y hacen creíble la historia. Hacia el final se despiporra todo y aquello es un baile chimpúnico de escenas increíbles y giros argumentales absurdos que amenizan la velada y no dejan de sorprendernos, pero yo ya me lo trago todo y me puedo creer hasta este tipo de cosas.

    Si eres fans del cine de terror y te gustan las películas raritas en las que no hay muchas putas con tetas grandes y coño ligero pero sí hay argumento y frases grandilocuentes entonces esta es tu película. Puedes llevarte algún colega pero procura que sea de los que tienen algo de cerebro e incluso de cerebelo ya que les puede hacer falta. No te olvides de comprar palomitas de maíz, esas famosas cotufas y una o varias cervezas.
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  • Interior de la catedral

    11 de febrero de 2006
    Interior de la catedral

    Interior de la catedral, originally uploaded by sulaco_rm.

    Ayer mirábamos la catedral de Sint Goedele y Sint Michielskathedraal por fuera y hoy nos asomamos a su interior. Los hombres que diseñaban y construían catedrales en el pasado en realidad realizaban milagros porque además de maravillarnos con sus edificios consiguen despertar emociones de las personas que las visitan. Este edificio es grandioso y puedo decir que no hay una sola catedral en los Países Bajos que pueda hacerle sombra a esta.

  • 10. Richards Bay – Jueves de pasión

    10 de febrero de 2006

    memorias de sudáfrica 2005

    Siento una perturbación en la fuerza que me confirma que está cercano el final de este viaje, que la historia está a punto de llegar a su fin y podremos continuar con nuestras plácidas vidas una vez le hayamos dado carpetazo. También presiento que quizás andas leyendo esto porque el supremo hacedor de los buscadores te depositó aquí sin advertirte que el comienzo está en Memorias de Sudáfrica. Camino al fin del mundo y después siguió Por fin en uMhlathuze, Mi vida en uMhlathuze, Es un mundo lleno de zulúes , Hluhluwe Imfolozi Park, Greater St. Lucia Wetland Park, Richards Bay y una cena para recordar, Richards Bay – Martes negro y el último episodio ha sido Richards Bay – miércoles de calvario.

    El día anterior hice un gran envite. Además de actualizar las centrales telefónicas y ponerles la última versión del software disponible, implementamos un nuevo parche para los equipos de las operadores y el servidor. Habitualmente tocamos uno sólo de esos puntos y vemos lo que pasa pero el tiempo iba en contra y ya era la hora de las bravuconadas. Lo mejor de los jefillos es que te dejan tirado a las primeras de cambio y aunque se movilizaron ejércitos de desarrolladores en tres continentes, si salía mal yo sería el único culpable y pagaría quedándome una semana más. Por la mañana, sobre las siete hora local, seis en Europa, el parche final estaba listo. Lo instalé y cruzamos los dedos de los pies, de las manos e incluso los huevos. Si hubo un día en el que necesitaba mi suerte a mi lado, era ese. La dueña del sitio en el que nos hospedábamos sabía que ese día era el envite final y nos preparó un almuerzo para llevar de escándalo, con mis bocadillos favoritos.

    El plan era sencillo. Nos dividíamos en dos grupos. Dos tipos se iban al cliente que hacía trampa y yo y el sudafricano que me hacía de sombra al otro lugar. ?l se parapetó en la sala de servidores y yo en la recepción con las operadoras. Así pasaron las horas. No hubo un solo problema durante todo el día. El servidor parecía funcionar como la seda al igual que las máquinas de las chicas. La gente que trabaja en este negocio es de memoria corta y a poco que todo va bien comienzan a montar bulla, felicitarse unos a otros, congratularse y chuparse las pollitas por haber triunfado. Yo no doy nada por supuesto y mucho menos cuando todo está tan suelto y tan en el aire. Por la tarde, a las cuatro, aquello iba viento en popa. Desde Holanda nos llegaban correos de todo tipo de gerentes felicitándose por tamaño triunfo. Los japoneses también mandaban correos pero su inglés es aún peor que el de mi amigo el chino y nunca tenemos muy claro lo que quieren decir. Los americanos preparaban una nueva versión de su parte por si fallaba la que teníamos. A los demás eso les parece normal pero a mí cuando alguien hace eso me está diciendo que no tiene fe en la que ha hecho y sospecho. De cualquier forma no pasó nada en ninguno de los dos sitios.

    Decidimos celebrarlo a lo grande, con un opulento banquete y una borrachera de las de resaca legendaria. Salimos del hotel en dirección al restaurante, porque el tipo que me llevaba privaba como un príncipe y conducía, algo al parecer normal en aquel país. En el restaurante la camarera nos dio el disgusto de la noche: tendríamos que comer rápido y salir por patas porque en una hora y media comenzarían los controles de alcoholemia en las carreteras de la ciudad y serían masivos. Así no me extraña que la gente beba, si ya se sabe cuando te van a controlar no hay gracia. El restaurante además preparó una serie de platos que ya tenían listos y de esa forma todo el mundo comía más rápido. En una hora estábamos cenados y servidos. Opté por una cesta de frutos del mar, llena de langostinos, cangrejos, calamares, pescado y demás delicias marinas fritas y servidas sobre un lecho de papas fritas y cubierto por una salsa. La presentación era en una cesta, como decía el nombre del plato. Me quedé bien lleno y al mismo tiempo que todo el mundo salimos a escape del local. En todos los restaurantes de los alrededores parecía estar sucediendo lo mismo. Según me dijeron los controles son para los pollabobas que no van a comer a restaurantes y no se enteran de este tipo de eventos. A propósito, pagué yo, como habíamos acordado antes de conocer el pequeño problema técnico.

    Como ese día deambular en el exterior iba a estar complicado nos fuimos al hotel. Allí nos servimos cervezas, biltong y comenzamos con el ritual de la bebida social sentados en la piscina, con los pies dentro de ella porque el tiempo estaba muy bueno. Los mosquitos eran como abejas de grande y yo me dedicaba a estallarlos con la palma de la mano. Ni os creeríais la cantidad de sangre que pueden llevar esos cabrones. Uno de los tíos me preguntó si me había puesto la vacuna contra la malaria y le dije que no. Todo el mundo se quedó en silencio y me aconsejaron que en caso de tener migrañas al volver que fuera al médico y pidiera que me hagan la dichosa prueba. No es que vaya a pasar nada pero por si acaso. Se me puso un mal cuerpo de cojones. Para este tipo de cosas yo soy muy aprensivo y pese a haberme criado en la Isleta, que es un lugar en el que te curtes, siempre te queda la duda sobre si me habré ablandado con mis años de estancia en el primer mundo.

    La dueña del hotel nos regaló una botella de amarula que nos bebimos allí mismo. Yo a esas alturas ya era adicto a ese licor. También nos regaló un montón de cervezas y en mi caso un bote de la salsa que tanto me gustaba para los bocadillos, una salsa llamada Blatjang (africaner) o Chutney (inglés) que me traje conmigo de vuelta y que estoy racionando para que me dure el resto de mi vida. Arrasamos con el bar. Cuando me fui a la cama caminaba cambado por el pasillo y echaba burbujitas por la boca. El que se quedaba al final del corredor iba a cuatro patas para evitar caerse con el terremoto. A la mañana siguiente mi portátil estaba roto, su disco duro había dejado de funcionar. Me pregunto si fue por tenerlo continuamente encendido y trabajando al 100% de CPU o por alguna hostia que pude haberle dado al llegar a la habitación en tan deplorable estado. Eructaba como una soprano que ensaya para la ópera y parecía un surtidor de cerveza a pleno rendimiento, largando amarillo espumoso a destajo.

    Y así, semiconsciente me fui a dormir en la que esperaba fuera mi última noche en Sudáfrica. Ni siquiera me molesté en apagar la luz o detener la máquina de aire acondicionado.

    Sigue adelante y salta conmigo hacia el siguiente capítulo de este relato de mis viajes. Lo encontrarás en Richards Bay – todo comienzo tiene un final

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