Distorsiones

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  • Noche de vísperas

    8 de enero de 2006

    Casi todos los años salgo la noche del cinco de Enero para tomar parte en la gran celebración que organiza el ayuntamiento de Las Palmas en mi honor. Es el mayor circo del año en la ciudad y una fiesta única. No hay otro lugar en España en el que la gente se reúne en cantidades superiores al cuarto de millón después de medianoche y hasta la mañana siguiente para beber, hablar y caminar sin ton ni son, todo esto en invierno y con unos saludables dieciocho grados. Las autoridades municipales cierran los ojos y permiten la venta de alcohol callejera y bares, tiendas y particulares se aprovechan montando puestos de venta de cerveza y refrescos. El año pasado ya comentamos el impacto que nos produjo las vírgenes de San Telmo. Este año no estuvieron allí. Las buscamos con el mismo ansia que un pastillero pone para encontrar sus preciosidades y me temo que es mi luctuoso deber el informaos que este año no hubo chiringuito ecuménico.

    Este tipo de celebraciones multitudinarias me han comenzado a dar un poco de miedo desde que estoy amenazado de muerte por los fans de las Qua-Garrías y los de PP venavente, que a mí nadie me explicó que tener una bitácora podía poner en alto riesgo mi sacrosanta integridad y la gentuza es mucha y siempre dispuesta a emplear la fuerza bruta, sobre todo esos que se dicen seguidores de otros y no son capaces de aceptar opiniones discordantes con las suyas, o solo las toleran siempre y cuando no aparezcan escritas en la red de redes.

    Acudir al evento del año tiene sus problemas logísticos. En una isla en la que conviven más de ochocientas mil almas si trescientas mil de ellas deciden reunirse en una zona bastante pequeña de la ciudad se monta el caos automovilístico. Tuvimos que aparcar en el más allá (y no me refiero a Móstoles). Veinte minutos caminando para llegar al comienzo de la parranda. En nuestro camino nos cruzamos con un grupo que decidieron celebrarlo en su coche por la pereza que les suponía el arrastrar el alcohol hasta la zona de fiesta. Nada más hacer nuestra aparición estelar me topé con la primera de una serie de viejos fantasmas que vienen del pasado. Se trataba de la BocaNegra, mote que se le puso dada la espesa capa de negro sarro que le cubría sus dientes y puesto que su tamaño la hacía parecer un chucho de raza pequinesa y siempre me pareció que BocaNegra es un nombre adecuado para esos chuchos. Yo avisé para que alguien la pisara, que cuando se ve una cucaracha lo mejor es aplastarla y que las otras cuarenta y nueve que andan escondidas se tengan que joder e ir al funeral de la difunta. Después de un comienzo semejante tuve que aceptar que este era el año de las pesadillas. Fueron varias las que volvieron a mi elefantiásica memoria. Es lo malo que tiene el no olvidar trapos sucios aunque por otra parte esto nos permite contar a nuevas personas las historias que hicieron famosos a esos espíritus largo tiempo idos.

    La celebración de la Víspera de Reyes es un encuentro continuo con gente. Caminas sin rumbo fijo y donde quiera que vas te topas con compañeros de instituto, de universidad, de trabajo, gente que un día fue y ya no es. A estas alturas de la película toda la ciudad sabe que vivo en Holanda, trabajo para una multinacional y soy un intelectual de la ordinariez y la vulgaridad pero cuando aparece una delicada flor que desconoce el tema siempre salta alguien para ilustrarla. No es que me preocupe mucho que siempre es bueno el que la leyenda te preceda.

    Además de hablar y caminar, fundamentalmente se bebe. Este año no hemos sido nosotros de los que nos hemos emborrachado así que me puedo dar el lujo de criticar a todos aquellos y aquellas que te dan un abrazo con ese aliento a cerveza y esos ojos vidriosos y que seguro que no se acordarán de nada al día siguiente. Una chica andaba totalmente ida parando a la gente y desvariando sola, a la búsqueda de no se sabe qué y seguramente tentando a la suerte y jugándose el encontrarse con un desaprensivo que la despatarre para hacerle guarrerías sexuales. Otra se sentaba en un rincón mientras colegas tan pasados como ella meaban en la pared y la orina caía por su espalda. Lo del mear es la mayor de las pesadillas ese día. La gente lo hace por todos lados. Si hay pared, hay urinario, parece ser el lema. Los más ecologistas parecen pensar que es más sano el hacerlo en los paterres y las desgraciadas plantas que viven en aquella zona acaban hasta el moño de agüita amarilla.

    No todo va a ser negativo. Encontrarte con los amigos, saludar a viejos conocidos con los que por circunstancias de la vida perdiste el contacto y conocer a nuevas personas merece la pena y al final de la noche, cuando caminas derrotado hacia el coche enfrascado en una conversación bizarra con los colegas y te topas con el mismo grupo que pasamos a la ida, aún bebiendo en su coche, sientes que mereció la pena y que no cambiarías esto por nada del mundo. Gran Canaria es un lugar único y la celebración de la Víspera de Reyes es siempre la guinda que culmina mis vacaciones navideñas. Toca cambiar el chip y prepararme para el largo regreso a casa, a mi hogar Nórdico, donde el frío sin escarcha parece ser la tónica de las últimas semanas.

  • El largo retorno a casa

    8 de enero de 2006

    Una vez más me toca peregrinar por los cielos europeos en dirección a mi hogar. A lomos de un cilindro plateado de Air Europa en primer lugar y luego de otro de KLM hoy estaré volviendo a casa. Que nadie se preocupe que hice mis deberes y esta pequeña e íntima bitácora tiene garantizado su contenido vespertino.

    Las próximas tres semanas voy a estar muy liado y he aprovechado en los últimos días para escribir cosillas para estos tiempos que se avecinan. Os puedo adelantar que habrá nuevo capítulo en la vida del turco y otro en la vida del chino Abundará el cine ya que estas navidades han sido pródigas en visitas a la gran pantalla y también algo de literatura. Intentaré hacer un par de recopilatorios con los resúmenes de las películas del año, las fotos que aparecieron por mi bitácora y una guía con aquellas anotaciones esenciales del 2005 para comprender mi drama vital.

    Atrás quedan casi diecisiete días en las Canarias, once películas y mucha reunión

    Si saco tiempo de algún sitio cambiaré el aspecto de esta mi casa y dejaremos que el invierno engalane la portada. Esto es lo que hay. Acaba el interludio navideño y desde mañana comenzamos una nueva temporada con buen color, gordo como un cochino y a tope de energía.

  • Aeon Flux

    7 de enero de 2006

    Alerta: Puede que se revelen detalles sobre la película en esta pequeña disertación. Definitivamente si eres menor de veintiún años o te sudan los pies, no sigas leyendo.

    Ciencia ficción, chocha del martes y una tarde de Reyes. No hace falta mucho más para arrastrarme a una sala de cine pese a las advertencias de algún amigo que creía ayudarme salvándome de un pallufo. La elección estaba más clara que el agua: Aeon Flux.

    Somos sesenta y cuatro en la sala. Todos machos machotes. Ni una sola hembra. Todos sabiendo a qué hemos venido. Adoradores de la ciencia ficción y de esa diosa sudafricana que ha sido enviada a la tierra para alegrarnos nuestros días, esa chocha del martes, del miércoles y del jueves llamada Charlize Theron. Y allí estamos cuando se apagan las luces y la magia del cine se pone en marcha y lo primero que vemos es esa hembra de morirse de buena caminando entre panolis con una ropa más apretada que los calzoncillos del Fary y que lleva un velito negro sobre su cara que la hace parecer una viuda sucia y rastrera de las que lo harían todo por un revolcón a destiempo. Se topa con un panoli de cuidado y sin que venga a cuento pero sin que disguste a nadie se arrean un morreo con lengua profunda que nos deja a todos como abobancados y acto seguido, como si estuviéramos controlados remotamente (lo cual posiblemente sea cierto ya que el buen Dios todo lo ve) sesenta y cuatro hombres hacen el mismo ruidillo: tttsssssssssiiip y se bajan todas las braguetas y en un pis pas se oye en la sala un gllup y todos los botones de los pantalones han saltado. Todos los miembros se ponen firmes para adorar a esa gloriosa sílfide que camina calentando pollas por toda la pantalla y cuando llega a su casa se echa un sueño del que despierta con horrorosas pesadillas y descubrimos anonadados que su pijama apenas sirve para cubrirle la pipa del coño y un retazo de los pezones. Un Chásss Chásss Chásss rítmico aún más perfecto que cualquier metrónomo marca el ritmo de esos brazotes que tocan la zambomba en homenaje final a estas navidades y nuestra adorada señora se levanta de la cama y el Chásss Chásss Chásss se incrementa. Tras este momento altamente intelectual la chica sale a la calle, se da un paseo y mata a unos cuantos malos lo cual está muy bien, aunque a ella parece provocarle un cabreo de órdago y por razones que se explican en la historia y que yo no voy a contar decide matar al presidente de ese extraño reducto en el que la humanidad malvive paradisíacamente. Se pone a ello y cuando está frente a él, tras matar a medio ejército sin siquiera despeinarse ni que se le salga una teta pese a llevar un traje más escaso que el presupuesto de religión de nuestro país, la joven está tan sobrada que le perdona la vida al presidente y un rato más tarde, después de un par de escenas necesarias para comprender que esa mujer cuando suda está aún más buena que cuando está seca, Charlize Theron se encuentra finalmente en el dormitorio del presidente, lugar al que uno no va a tomar un cafelito. Tienen un momento de esos de dime con quien andas y te diré quien te la menea y terminan besuqueándose a conciencia. A estas alturas ya todos somos lo suficientemente inmaduros para saber que una cosa lleva a la otra y suena la música de copular y ellos empiezan a fornicar como conejos, lo cual reaviva el ritmo de la sala que se sacude al son del Cha Cháss, Cha Cháss, Chaaas, Chásss Chásss Chásss. Estamos en ese momento cumbre en el que el cielo se vuelve azul y los peces en el río beben agua cuando decenas de géiseres brotan por toda la sala a mayor gloria de la diosa láctea y riegan con su jugo de la vida este pequeño trozo del universo tan bien bendecido.

    Terminamos con las ofrendas a esa reina del Universo y ella nos regala con un montón de secuencias de acción en las que mata a todo el que se le pone por delante e incluso le pega una jalada a una amiga bollera que pasaba por allí y que tiene cuatro manos y deja a la tortillera con más hematomas que un mapa de carreteras. Ya no hay sexo ni se exhibe la carne en el asador pero como también nos gusta la acción y las tramas con intríngulis seguimos disfrutando de la película que nos cuenta una historia sobre como nuestra raza casi se va a tomar por culo y los pocos que han sobrevivido son en realidad clones de clones de clones que no trabajan en el circo Ruso pero que tampoco pueden quedar embarazados y es la sagrada misión de esa santa pecadora que es Charlize Theron la de redimirnos a todos y hacer que la gente pueda tener hijos normales y no hijos de puta.

    De esta forma llegamos al final feliz en el que los malos acaban más fríos que un congelador de cuatro estrellas y los buenos más calientes que las cocinas del infierno y salen los títulos de crédito mientras los protagonistas se dan la mano y se intuye que esa noche en su casa van a reventar los muelles del somier a base de jincársela toda pa’ dentro.

    Decir que además de la única e irrepetible Charlize Theron también sale Johnny Lee Miller, un tío del que yo soy fans desde que hizo Hackers y una de las pocas personas que pueden decir que ha estado cuatro años casado con Angelita Joyles y que mientras Brad andaba besando las uñas de los pies de Santa Jenny, el le reventaba las bragas a la Angelita y la ensanchaba lo suficiente para que Brad no se queje en la actualidad. Solo por esos cuatro años en los que este hombre se sacrificó por la especie humana merece todo nuestro respeto y que lo incluyamos en nuestras oraciones. El agraciado con el premio gordo en la película, el hombre al que le tocó el privilegio de magrear a esa mujer caída de los cielos es un tal Marton Csokas del que yo no había oído hablar y que parece ser que trabajó en la saga de los gitanillos y en el reino de los suelos, bagaje que quizás sea mejor no tenerle en cuenta.

    Así que si quieres tener una experiencia colectiva con tus mejores amigos, coged el paquete de pañuelitos, sentaos cerca de la pantalla y a pelarse el miembro una y otra vez sin parar aunque siempre prestando atención a la historia que para algo se supone que ya somos mayorcitos. Le doy un puñado de gallifantes porque se los merecen.
    gallifantegallifantegallifantemedio gallifante

  • The Constant Gardener – El jardinero fiel

    7 de enero de 2006

     Mientras la mayoría opta por el cine insubstancial y vulgar durante las navidades y se empapa de esas insulsas películas que nos llegan del otro lado del océano con el único fin de exprimir vuestros bolsillos, algunos buscamos otro tipo de historias que por desgracia pasan desapercibidas. Como siempre por estas fechas resulta muy difícil el encontrar películas que te atraigan y te lleven a una sala y hoy me toca hablar de una de ellas.

    The Constant Gardener o El jardinero fiel es una preciosa historia de amor ambientada en algún lugar de Kenya. No se cuenta de una forma típica ya que tras una breve introducción hay un suceso luctuoso y el resto de la película trata sobre lo que se puede llegar a hacer por amor, los límites que una persona está dispuesta a rebasar. Como en todas las grandes historias de amor hay tragedia, dolor, pasión y felicidad. Durante las más de dos horas que dura esta peli vamos saltando de un estado a otro sin pausa para respirar, viéndonos inmersos en una trama cuidadosamente contada que en muchos momentos hace guiños al espectador. Los paisajes africanos golpean nuestras retinas con su belleza y al mismo tiempo vemos la crueldad de una sociedad que se está descomponiendo por culpa de la violencia y los desaforados intereses de las multinacionales occidentales.

    Hacía falta un capitán muy peculiar para dirigir esta historia basada en un libro de John Le Carré y he de decir que acertaron plenamente con Fernando Meirelles, el conocido director brasileño. Ha llevado la historia de una manera muy sutil y peculiar, dando prioridad a las emociones sobre la acción, dejando que los espectadores también podamos sentir y disfrutar con cada uno de los momentos que nos regala. Hay algo mágico en esta historia tan triste, algo que alza nuestro espíritu y lo zarandea. Pese a todo lo que vemos, salimos del cine pensando que aún queda esperanza, que no todo está perdido y que gracias a unos pocos quizás el verdadero drama de África llegue a buen puerto.

    Los protagonistas son un espléndido Ralph Fiennes en un papel por el que merece nominación a los premios de la academia y Rachel Weisz, chica mona que parece haber dejado de lado ese tipo de papeles y haberse decidido a sacar a la actriz que lleva dentro. Ambos están soberbios y en las escenas en las que aparecen juntos el amor parece fluir entre ellos de una forma natural.

    Todo esto está envuelto por una música mágica compuesta por el español Alberto Iglesias, el hombre del que han salido las bandas sonoras de las últimas seis películas de Almodovar y posiblemente el mejor compositor de música tierna y dramática para películas. Igual que otros crean excelentes piezas para películas de acción, este señor borda sus composiciones para momentos en los que la lágrima está a punto de salir y los sentimientos los tenemos medianamente desatados.

    Si aún posees un cerebro en ese cabezón y eres capaz de apreciar el buen cine, no te pierdas esta historia que a buen seguro no te dejará indiferente. Llévate a alguien a quien aprecies y con quien quieras pasar un momento especial. Si eres un descerebrado al que le gusta el cine de palomitas y sonido atronador, busca otra alternativa porque eso no lo encontrarás aquí.
    gallifantegallifantegallifantegallifantemedio gallifante

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