Distorsiones

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  • La semana pasada en Distorsiones

    16 de mayo de 2005

    Después del éxito cosechado la semana pasada, llega lo más duro, que es el mantenerlo. En estas cosas siempre he sido muy malo y acabaré estampándome, pero mientras tantos pasémoslo bien. Esta semana se ha hablado mucho de Cine, aunque no necesariamente del cine que está en cartel. Además de Hitch – Hitch, especialista en ligues, comedia normalita y que tiene un pase, estoy aprovechando el inminente estreno de la última película de la Saga de las Galaxias para volver a ver las anteriores en DVD y contar un poco mis recuerdos asociados a esa saga. Por ahora podéis leer Star Wars Episodio IV: Una nueva esperanza y Star Wars Episodio V: El imperio contraataca. Tras la receta de la semana pasada, quedaba por contar un poco la forma en la que hay que preparar el continente que rodea a la comida. De eso trató Estrategias culinarias, historia de obligada lectura por amigos y desconocidos y que forma parte del descerebrado catálogo de Desvaríos, grupo en el que también está incluida Hembras naranjas, un pequeño lapso en el que pienso en voz alta sobre lo que encontraremos al llegar al cielo.

    He creado una nueva categoría, llamada Fotos para poder señalar las anotaciones ilustradas. Va a ser un grupo flotante y que tiene relación con los otros, así que no merece una mención específica. Las entradas con imagen de esta semana estuvieron todas relacionadas con el Folclore Nórdico y fueron Hombre meando, Barco de hombres  y Keukenhof 2005. Las dos primeras son mi respuesta a las que me han acusado de poner fotos solo de hembras, aunque reconozco que la segunda foto no os vale de mucho puesto que todos los que salen en ella tienen pérdidas confesas de lubricante. El tulipán que sale en la foto del Keukenhof 2005 es de hace unos años. En breve comenzaré a poner más flores. Estoy agrupando todas las que tengo en Flickr, lo cual no es tarea fácil cuando se trata de cientos de fotos sobre el mismo tema.

    Y el cuadernillo con lo que sucede en  Mi mundo recibió un par de nuevos capítulos: Médico de familia y Mi primer fisioterapeuta ambos relacionados con recientes visitas a médicos. Finalmente, fuera de todo orden y concierto se encuentra Corte(in)fiel, mi queja como cliente por la falta de calidad de esta marca legendaria.

    Eso fue todo por Distorsiones durante la semana pasada. Como siempre, acabo recordándoos los enlaces a las páginas en las que podéis encontrar los regalos que me gustaría recibir:
    – Wishlist en Amazon UK
    – Wishlist en Amazon USA

  • Star Wars Episodio V: El imperio contraataca

    15 de mayo de 2005

    A nadie pilló desprevenido la continuación de la Guerra de las Galaxias. Tardaron tres años en hacerla. Me cogió en una buena época, siendo niño, así que no me preocupé demasiado y además, ya estaba bien entretenido haciendo mis colecciones de cromos de la Guerra de las Galaxias y demás parafernalia, que creo que piqué en todo lo que se vendió sobre el tema. Cuando me enteré de que existía la segunda parte y de que la estaban dando en mi ciudad, no pude esperar a que se estrenara en el cine del barrio. Tenía que verla a cualquier precio, aunque para ello tuviésemos que salir de las sagradas murallas de la Isleta y adentrarnos en territorio enemigo.

    Si la primera entrega me marcó para siempre, la segunda me hizo devoto. Amé todos y cada uno de los planos de esa película, los diálogos, la insuperable música de John Williams, las batallas, las muertes, el sufrimiento y la gloria. Era todo lo que siempre quise ver en el cine y aún más. La química entre personajes funcionó endiabladamente bien. Ahora cuando veo el DVD me doy cuenta de lo sexuales que son las situaciones, con momentos en los que parece inevitable que Han Solo le ponga una pierna encima a la princesa Leia y la desvirgue allí mismo. Amé a la princesa por su serenidad, por su irónica resignación frente a las desgracias y por su eterna búsqueda de soluciones, de salidas honrosas para todos. También la amé porque estaba de buen ver. Vista ahora, tantos años más tardes, he de decir que en la segunda película le dieron un aspecto a lo Chenoa que no veas, así que ahora, cuando la miro, en mi cabeza suena el «Ave María, cuando serán mías» de Bisbal, en clara alusión a dicha hembra.

    Todas las escenas en las que la princesa y Hans están en la nave son impagables, están escritas en el libro de oro del cine. Junto a ellos, C3PO se hace más humano aún si cabe y arranca carcajadas en cada una de sus frases, desarma con su lógica tan irracional y parece mucho más sensato y real que alguno de los personajes del cine actual, tan vacíos y carentes de sentimientos. Tanto 3PO como R2 evolucionaron en esta segunda entrega y ganaron protagonismo. Ambos merecían papeles estelares. Ambos saben estar a la altura y cumplen las expectativas.

    Pero si hay alguien a quien recordaré siempre en esta película es a Darth Vader. Se asoma en una sala y se puede cortar con el cuchillo el miedo de los que hay allí dentro. Te lanza una mirada desde su casco y te meas por las patas pa’ bajo. Es la personificación del mal absoluto. Lo controla todo y maneja a los suyos como quien lleva un guiñol. Pese a que nunca le vemos la cara, tiene tanto carisma que mañana mismo firmaría para trabajar para el imperio si él me lo pide. Sus escenas son de órdago. Siempre que está en pantalla la llena por completo. Cuando se encuentra con Leia, Hans y Lanro Calrissian en la ciudad aérea nos hace temer que la saga acabará en aquella sala, que ninguno saldrá con vida de la misma. No hay saga de las galaxias sin Darth Vader. A todos los demás se les podía reemplazar. Los buenos salen a porrillo, se pueden encontrar debajo de las piedras a montones, pero un malo malísimo de calidad, uno que imponga respeto y que te haga desear dar el salto y ponerte de su lado, de esos solo hay uno cada diez mil años y nosotros con Don Corleone y Darth Vader hemos cubierto el cupo que corresponde a las próximas mil generaciones.

    También es en esta película cuando Yoda aparece por primera vez, con su hablar críptico, su ciencia ancestral y su eterno dudar en las habilidades de Luke. Yoda representa el bien infinito, la virtud de la Fuerza, lo mejor de los Jedis. En su planeta salvaje, en compañía de Dios sabe que animales, espera el fin de sus días tras ocho siglos de vivencias. Aún no lo sabemos, pero intuíamos que para muchos de los secretos, para muchas de las puertas que están cerradas y que no podemos cruzar, tendremos que pedirle las llaves al maestro Jedi Yoda.

    Sólo hubo un personaje que en la segunda entrega comenzó a eclipsarse y es el joven Luke. Se nota en la cara del actor que estaba muy pasado y que no llevó muy bien el éxito. Sus escenas son bastante planas y sus diálogos los peores. Su mantra de jedi que debe darlo todo le puede y no parece estar a la altura.

    Por lo demás, el Imperio Contraataca es mi favorita. De todas las películas de esta saga, es la que he visto más veces y la que nunca me canso de repetir. Me sé de memoria diálogos completos. Me quedo arrobado viendo como Leia y Hans flirtean mientras su nave está en el estómago de una mala bestia que anida en el interior de un asteroide. Esta fue la entrega más humana, la más mundana y terrestre, en la que el amor corre por la historia como un virus que lo infecta todo. Aquí fue donde supimos que Luke es el hijo de Darth Vader y que ambos se quieren, aunque estén en lados opuestos y sus lealtades los hagan enemigos irreconciliables.

    Me pregunto en donde estabais cuando se estrenó el Imperio Contraataca y cuales son vuestros recuerdos de aquellos maravillosos días …

    Que la fuerza os acompañe…

  • Star Wars Episodio IV: Una nueva esperanza

    14 de mayo de 2005

    Nos ha costado veintiocho años el llegar hasta aquí. Es el tiempo que ha tomado a George Lucas el completar la saga de todas las sagas. Dentro de unos días, se apagarán las luces, se cerrarán las puertas, contendremos el aliento mientras nuestros ojos se clavan en el blanco y volveremos a soñar.

    Para mí es imposible hablar de la saga de las Galaxias sin que un montón de emociones recorran todas las terminaciones nerviosas de mi cuerpo. Debo tener vivencias a lo largo de toda mi vida ligadas a esta saga. Cuando se estrenaron las películas, cuando después de años de espera fueron publicadas en vídeo, su reestreno restauradas para el veinte aniversario, la segunda trilogía y ahora el fin. He visto todas las películas en el cine, en múltiples ocasiones. Me compré los vídeos, los DVD, los discos de vinilo con las bandas sonoras, los Cds y supongo que con cada nuevo avance tecnológico volverán a reeditarlas y volveré a pasar por caja.

    Por lo que significa para mi, porque el fin ya está cerca y porque estoy en pleno proceso de volver a ver todas las películas antes del estreno de la semana que viene, creo que voy a hablar de todas y cada una de las películas de esta saga, pero vistas desde un punto de vista muy subliminal, muy subjetivo.

    El año en el que vi la Guerra de las Galaxias por primera vez fue 1978 aunque no estoy muy seguro, pero si sé que era un chaval, que fue en el cine Victoria en la Isleta y soy consciente de que marcó mi vida. De todo el cine que vi cuando era niño, sólo hay un título cuyas imágenes tengo bien grabadas en mi memoria. Aquel día cuando salí del cine, algo había cambiado. Aquel día, cuando caminaba de vuelta a casa, gritando con los amigos, después de haber visto la Guerra de las Galaxias por primera vez, supe que seguiría yendo al cine toda mi vida, para vivir esos momentos, sentir esas emociones y formar parte de esos mundos llenos de misterio y aventura. Ahora sé que es lo que la gente denomina como fans, entusiastas de algo, algo que en mi caso es un universo muy muy lejano en el que hay una batalla terrible entre el bien y el mal. De pequeño me iba a la cama pensando lo fuerte que era la fuerza en mí y como si un día alguien apareció buscando al joven Luke, podía pasar lo mismo conmigo.

    La magia de las galaxias creció con la edición en vídeo. Vi la película decenas de veces, sólo o en compañía de otros. Organizábamos sesiones en las que nos pegábamos la trilogía de un tirón, discutíamos sobre los más nimios detalles y todo el mundo tenía sus teorías sobre lo que podía o no haber sucedido. De las cosas que más me fascinaron al ver la guerra de las galaxias, recuerdo que el hecho de que los robots tuvieran emociones, que fuesen capaces de expresar dolor, ironía, cinismo, humor, resultó una idea irresistible. Sin lugar a duda para mí lo mejor de la primera película fueron las escenas en las que C3PO y R2D2 se enfrascan en conversaciones bizarras en las que uno habla en cristiano y el otro le responde en un idioma hecho de pitidos que ambos parecen comprender. Era increíble el ver como a pesar de desconocer ese idioma, uno entendía perfectamente las emociones que conducían la conversación. Junto a ambos robots, un grupo de bravos guerreros luchaban en inferioridad de condiciones para salvar la galaxia, dando sus vidas por un ideal. Luke siempre fue entrañable, especialmente en esta primera película, aunque el punto morboso y lascivo lo puso la princesa Leia, con sus parabólicas laterales, su carita de niña buena y sus ojos de sucia viciosa. Hay una escena al final de la película, cuando pone las medallas a Luke, Han y Chewbacca, en la que se relaja y sonríe coquetamente. Es una de las sonrisas más sucias que he visto en cine. Ahora como adulto, cuando la veo, pienso en la de polvos que ella está planeando para agotar a los dos jóvenes soldados, la de orgías que ha previsto con ellos, la de perversiones que realizarán a lomos de R2D2, mientras este pita como loco al recibir las embestidas y en como ella debe estar pensando que no es más que la guarra de las galaxias. Son las cosas de la edad, aún vivo la magia, pero ahora con dos rombos.

    La música de esta película es tan potente, tan contundente, que ha conseguido sobrepasar el ámbito cinematográfico y ha entrado en nuestras vidas. Yo veo entrar a mi jefe en mi despacho y en mi cabeza suena la marcha imperial y escucho los respiradores de Darth Vader haciendo ruido. Cuando comienzo una nueva aventura, lo hago con las notas iniciales de la guerra y prácticamente para cada momento, hay una música adecuada. Aún hoy día, mi iPod siempre ha llevado al menos una o dos canciones sacadas de las bandas sonoras, que sigo escuchando de vez en cuando.

    Todo comenzó en 1977 con esta película, en la que descubrimos que Luke, Han y Leia estaban destinados a salvar el mundo, en la que Obi-Wan nos habló de la Fuerza, de ese invisible vínculo que nos une a todos los seres vivos, en la que Darth Vader consiguió encarnar el mal absoluto, infundiendo miedo con su mera presencia, incluso entre los suyos, con esa respiración amplificada que siempre me ha parecido tan siniestra. Como curiosidad decir que en ésta primera película casi no se habla del emperador, Darth Vader no da la impresión de ser su mano derecha, los rebeldes no parecen más que un atajo de piojosos y la sociedad de esos planetas da la impresión de estar en franca decadencia. A pesar de todo, jamás me arrepentiré de ser un fan de esta saga y continuaré revisitándola toda mi vida.

    Y vosotros, ¿recordáis el día que vísteis la Guerra de las Galaxias en el cine?

    Que la fuerza os acompañe…

  • Corte(in)fiel

    13 de mayo de 2005

    Al hilo de la anunciada venta de dicha empresa textil, he recordado que hace tiempo que quería escribir sobre ellos unas cuantas líneas, en plan me-cago-en-todos vuestros muertos y demás.

    Hace muchos, muchos años, en una galaxia muy lejana, Corte-infiel era una empresa que además de buenos diseños, tenía una calidad excelente. Eran los tiempos en los que los caballeros jedis patrullaban la galaxia y el bien imperaba por doquier. Uno sabía que podía entrar en una de sus tiendas, cerrar los ojos, escoger al azar cualquiera de los productos y el objeto resultante gozaría de una excelsa calidad y un diseño impecable.

    Eso es historia. Ahora tienen mucho diseño pero no hay nada más que lo respalde. Ya he picado dos veces y no volveré a caer nunca más. Mi última mala experiencia con ellos ha sido este invierno. En septiembre tenían una rebeca con camiseta de regalo que parecía muy buena. Abrigaba y era perfecta para interiores de edificios holandeses en los que la calefacción a veces te la juega y pasas de veintitantos grados a diez en lo que se tarda en cruzar el umbral de una puerta.

    La camiseta me la traía al fresco, pero como era gratis, pues la aceptamos en la familia y entró a formar parte del extenso ajuar de camisetas del que me enorgullezco tanto y que tantas disputas ha ocasionado entre amistades y conocidos. La rebequita me sentaba como un guante en la tienda. Preciosa, un diseño estiloso y tal y tal y tal. Así que me la compré y emprendió el largo camino de la emigración, con más de tres mil kilómetros hasta que alcanzó su hogar definitivo. Cuando llegó el frío salió del banquillo de las prendas de mi armario y entró en el circuito de ropa muy usada. Todas las mañanas se metía en mi mochila y con gran alegría por su parte, nos íbamos juntos al trabajo.

    La cosa parecía ir bien hasta el tercer día, cuando la doble cremallera comenzó a fallar. Lo achaqué a mi poca cultura y a la incapacidad para manejar dispositivos que no están dotados de microprocesador y fuente de alimentación. Unos días más tardes parecía ir a peor y llegué al extremo de no usar la cremallera y llevar la rebeca sin abrochar. Para aquellos momentos en los que era necesario el cerrar compuertas, me agencié unos imperdibles y apañé un cutre-cierre, visualmente muy agresivo y que levantó la admiración del departamento de diseño corporativo en la mutinacional en la que trabajo. Gané varios premios por mi sencillez a la hora de innovar y encontrar soluciones sencillas para problemas infinitesimales.

    Como soy pulcro y limpio, llegó el momento en el que la rebeca tenía una visita pendiente con mi lavadora. Con cuidado, miré su etiqueta y comprobé las instrucciones de lavado. Las respeté escrupulosamente e incluso no llegué a los límites previstos. En lugar de lavadora, la lavé a mano. Unos cuidados exquisitos para que la niña estuviera contenta. Cuando se secó y estaba lista para ser usada descubrí una pequeña rotura en la parte trasera. Me quedé petrificado por el horror. Decidí no darle más importancia y seguir usándola como si nada hubiera pasado. Tras su segundo lavado dicha rotura se había multiplicado por tres. Era oficial. Aquella era una MIERDA de rebeca hecha con una MIERDA de materiales, por una empresa que se JACTA del acabado y la calidad de sus productos.

    La rebeca de Corte(in)fiel acabó en la basura. Otra que me compré en un establecimiento de la competencia mucho más barata, en esos centros con nombre de chica mona y dispuesta a fornicar, sigue prestando sus servicios sin acusar el estrés del que fue objeto la primera. Esta segunda prenda disfruta enormemente con sus lavados en la lavadora, en donde se lo pasa bomba con sus amigas las camisetas y con los calcetines de South Park y Looney Tunes, los cuales no dejan de hacer gansadas durante todo el programa de lavado.

    Así que espero que los que van a comprar esa empresa, pongan en la puta calle a todos los directivos y comiencen por mejorar la calidad del producto que venden, que falta que les hace.

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