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  • Pakjesavond

    5 de diciembre de 2024

    El año pasado ya hablé de La noche de los regalos y de como suciolistas, truscolanes y podemitas, la izquierda del país, compinchados con los joputas-terroristas-islámicos, están arrinconando y masacrando todas las fiestas cristianas y convirtiéndolas en mamarrachadas, pero eso sí, las fiestas musulmanes no se tocan y además, las tenemos que celebrar y loar los que comemos manteca de chancho y carne de cochino, que al parecer la igual es por definición, no igual para todos y esa chusma y gentuza de la peor sí pueden imponer sus creencias alienígenas y no europeas sobre nosotros, algo que explica por qué cada vez más gente vota a la derecha de la derecha, porque esto hay que pararlo y ya que vamos a una guerra, lo mejor es pararlo con los nuestros y de manera que no vuelva a pasar en diez siglos, que si hay una cosa que todos tenemos claro en este momento es que lo de los machos que se declaran mujeres son mujeres de pleno derecho y hasta pueden competir en juegos olímpicos, eso es una mamarrachada y hay que prohibirlo pero que ya. Curiosamente el otro día alguien me hablaba de una persona que le había pedido que usara unos ciertos pronombres al tratar con ese elemento y yo le contaba que yo jamás he tenido ese problema porque desde que alguien me dice que utilice éste o aquel pronombre, yo ya no trato a esa persona, le hago un clásico cruz y raya y en el hipotético y altamente improbable escenario en el que tuviera o tuviese que hablar con el deleznable usaría nombre, segundo nombre, primer y segundo apellido, todo el tiempo y exigiría que sea algo recíproco y que use mis dos nombres, mis dos apellidos, que pronuncie el guion que hay entre mis nombre y que pronuncie la y-griega que hay entre mis dos apellidos, pero este escenario nunca se ha dado, que la única vez que me he topado con un pollardón así, o una pollardona, fue en España y se quedó con la palabra en la boca, que yo me di la vuelta y me marché.

    Volviendo al tema de hoy, llegamos al día de Sinterklaas y como la izquierda quiere que olvidemos que es una fiesta religiosa, ahora en las teles de la izquierda y en la prensa solo se habla del Pakjesavond, la noche de los regalos, que es genérico y no ofende ni a la gentuza de la izquierda ni a los joputas-terroristas-islámicos, aunque en el caso de mi empresa, la letra chocolate con San Nicolás les tiene que haber sentado muy pero que muy mal, sobre todo a cierta rata asquerosa y zarrapastrosa turca que se sienta a mi lado y que al parecer pretende que compren letras sin ningún motivo religioso, discusión que comenzó hoy con algunos colegas que todavía lo toleran pero que acabó muy malamente para él porque la gente lo que le dijo es que se vuelva a la mierda de Turquía en la que asesinas y exterminan kurdos y si tanto le disgusta vivir en un país con raíces cristianas, está tardando en llegar a la puerta y dejarlo. Se quedó calentito después de la tunda que le dieron y ni siquiera me puede culpar a mí, que yo no abrí la boca y todo el mundo sabe en la empresa que antes prefiero que me amputen las uñas negras de los pies a hablarle a esa basura, que yo desde hace un año y pico, concretamente desde que dijo que tenía las manos manchadas de sangre de niños, he hecho voto de silencio y para mí, no existe.

    Esta semana también le cayó un marrón que no veas y trató de encauzarlo hacia mí y el efecto bumerán se lo devolvió con bofetón incluido. Resultó que los amarillos quieren que haga algo para lo que él está adecuadamente titulado, pero ese lo de trabajar no es su punto fuerte, así que sugirió a un francés que yo era la persona adecuada, porque aún no tiene cojones para decírmelo a mí y el francés hizo de intermediario, solo que él no sabía que yo hice el curso e inmediatamente después, echaron al que me dio el curso en el país del sol caguiente y jamás me apuntaron en la lista de los que están titulados y por consiguiente, yo no estoy cualificado para esa basura y jamás lo estaré, que no vuelvo a pasar por esas nueve horas de tedio si no hay un incremento de al menos dos dígitos en mi sueldo. Resultó que el francés tampoco está titulado y ahora el turco tendrá que hacer lo suyo y lo del francés y yo riéndome por detrás de él y regalando magdalenas, galletas y comida a todo el mundo a su alrededor, que es algo que sé que le jode y que yo hago con gran gusto.

  • Subiendo desde la costa del Sol

    4 de diciembre de 2024

    Esta fue seguramente la visita más corta que he hecho desde que vivo en los Países Bajos a Málaga, aunque ni de coña es mi visita más corta al lugar, que cuando vivía en Gran Canaria, solía viajar para pasar el fin de año allí y no era raro que me recogieran del aeropuerto el último día del año por la tarde y que me botaran en el aeropuerto el primer día del año por la tarde, que básicamente iba para subir a la finca del campo cerca de la cárcel en la que estuvo el novio de la Pantoja y pasar con Sergio y su familia el fin de año. Dicho esto, el domingo tenía que salir para el aeropuerto sobre las nueve y media de la mañana, así que para lo único que dio tiempo fue para un desayuno de campeones con beicon, setas y huevos fritos, todo muy sano y muy pero que muy jalal, sobre todo el beicon. Fui al aeropuerto en el trenecito porque es muy puntual y sabes exactamente cuánto vas a tardar y al llegar allí, la cola para pasar el control de inseguridad era espaventosa y gigantesca, pero se movía, más que nada porque en realidad es un paripé y no se lo toman muy en serio, como en todos los aeropuertos del mundo. Una vez crucé el control ese de inseguridad, busqué las máquinas del agua a un leuro y veinte céntimos, que en Málaga todavía se vende agua barata, no como en Gran Canaria y me compré una botella. El embarque comenzó a su hora y pese a que yo era el primero de la cola de los pobres, terminé yendo al avión con los que pagaron un dineral por la prioridad, que eran como cincuenta, pero el avión estaba muy lejos, quizás lejísimo de la terminal y los llevaron en guagua y a mí con ellos. Después tuvimos que esperar hasta que fueron trayendo al resto y con el avión petadísimo, el chófer cerró las puertas y cuando fue a quitar el freno mano le dijeron desde la torre de descontrol que por niebla o algo así, había restricciones de algún tipo y teníamos que esperar veinticinco minutos para el despegue. Como los asientos ahora son minúsculos, eso supone veinticinco minutos más de tortura.

    Por fin escuchamos encenderse los motores y el sonido ese típico cuando el chófer quita el freno de mano y salimos cagando hostias hacia la pista de despegue y como me asignaron aleatoriamente ventana, hasta tenemos vídeo de ese despegue en la niebla. Una vez en el aire creo que hice un pequeño vídeo con la Sierra Nevada al fondo. Las siguientes dos horas y media las pasé jugando y viendo episodios de series, hasta que entramos en los Países Bajos pasando por Rotterdam y la Haya antes de seguir todo pa’l norte, dar la vuelta y enfilar la maldita Polderbaan del aeropuerto de Schiphol. Como lo estaba grabando todo, debo tener más de veinte minutos de secuencia, con lo que algún día la partiré y tendremos el paso por Rotterdam y la Haya como un vídeo separado del aterrizaje, que fue muy soso.

    El chofer aparcó en la última de las puertas de bajo costo, quizás bajísimo y por eso, tuvimos que caminar lo que no está escrito para llegar al aeropuerto, que bajo costo son túneles eternos y mal iluminados. Una vez en el susodicho, como no había trenes, me fui a la parada de guaguas para pillar la 300 hacia la estación de tren junto al estadio del Ajax, en un viaje escénico y folclórico que toma unos veinte minutos. Allí cambié al tren y tuve que esperar un cuarto de hora para que llegara el siguiente y seguir hasta la ciudad de Utrecht y una vez en la misma, pillar mi bicicleta en la estación y seguir para mi keli, en donde entré a las cuatro y media de la tarde. Había pensado ir al cine, pero había previsión de lluvia a cinco grados o menos y pasé y me quedé en mi keli.

    Mientras estaba en Málaga y aprovechando las ofertas del viernes negro, quizás negrísimo, me compré billete para ir otro fin de semana a Málaga al final de enero, principio de febrero, en esta ocasión con Raianer y me gasté un dineral, ochenta y siete leuros por el billete, sin derecho a elegir asiento, sin derecho a llevar equipaje de mano, sin ningún derecho, pero vamos, tirado de precio. Mi próximo salto, en poco más de una semana iré a Gran Canaria para laburar desde África durante cuatro semanas. Otro vuelo de bajísimo costo, con Tuiflai y de nuevo, sin asiento asignado y esos, sistemáticamente, nunca me han puesto en ventanilla.

  • Día 1 – Hulhumale – Shark Tank 1

    3 de diciembre de 2024

    Regresan los vídeos más apreciados en el mejor blog sin premios en castellano y tenemos horas y más horas para ver y disfrutar y el tema serán los tiburones, que veremos mogollones y de muchas especies y comenzamos a lo grande y quizás hasta lo grandioso. Menos de dos horas de haber aterrizado en el aeropuerto de Malé, yo ya estaba en el club de buceo para ir a bucear al conocido como el tanque de los tiburones en Hulhumale, la isla totalmente artificial construida al lado del aeropuerto. Esta es la primera de cuatro partes y la música es la canción The Flight To Neverland, compuesta por John Williams.

    Comenzamos cuando desciendo y ya hay cazones pasando a mi alrededor y después le vemos el culazo a la china antes de encontrarnos con un montón de rayas apatrullando la zona, junto con los cazones, que están por todos lados. Es una explosión sensorial. También hay algún tiburón limón pero resulta difícil distinguirlos. Estoy flipando en aquel paraíso paradisíaco cuando llega, en el segundo minuto y cuarenta y cinco segundos un tiburón martillo enorme, que pasó por el fondo. Hasta los otros tiburones se quitan cuando llega el bicho ese. En el lugar también había atunes y otros peces. Sobre los tres minutos y medio, junto a una roca, hay un montón de cazones y rayas a poquísima distancia de mí, están por encima, por debajo, por los lados, por todas partes y con este exceso de tiburones, llegamos al final de este primer vídeo.

  • Bajando a la costa del sol

    2 de diciembre de 2024

    El viernes trabajé medio día, o más bien parte de la mañana, ya que comencé a las siete y lo dejé a las once horas y un segundo y por un instante, pensé en usar veinte segundos extras para terminar de escribir un correo electrónico y mandarlo pero la parte racional de mi cerebro se impuso y dijo que no me pagan horas extras y la prostitución es así, se trabaja por lo que se cobra, así que ni apagué el portátil, lo cerré y lo metí en su bolsa. Un rato más tarde, salía hacia el aeropuerto, en un día bastante malo, con frío y un viento helado. Fui desde mi keli a la estación central de Utrecht en mi bici, la cual dejé allí y después pillé el tren, que casualmente, desde hace una semana y hasta la próxima semana, no llega al aeropuerto porque están haciendo obras de mantenimiento, con lo que solo pude ir hasta la estación de tren que está junto al estadio del Ajax y desde allí continué en una guagua.

    En el tren, en mi zona, había una pareja de eso que ahora se define como de color, pero que vamos, eran negros y al parecer, no habían usado nunca el tren pagando y sí, repito, sí, tripito, sí, cuatripito, sí, eran neerlandeses. Salieron del tren y al llegar a los portones en los que pones tu tarjeta de crédito o de transporte y te cobran y se abren, el chamo no sabía que hacer y acabó bloqueando tres de los ocho portones hasta que uno, con muy poca paciencia, lo empujó a un lado y los demás pudimos salir, para ir lo más rápidamente posible a la terminal de autobuses y pillar la guagua al aeropuerto. El panoli negro no llegó a tiempo a la guagua, con lo que tendría que esperar al menos diez minutos para la siguiente y a lo mejor en ese timpo se podía ver algunos vídeos en el llutuve de como pagar en el tranporte público con tarjetas de crédito y de débito, concepto definitivamente nuevo para él, que o es de padres riquísimos y jamás ha usado el transporte público, o consideraba una aberración pagar en el susodicho y le enseñaba el cuchillo al conductor cuando entraba para que no le dijera nada, que no sabemos si la balanza va a escorarse para uno o para el otro lado. Al llegar al aeropuerto, una chama, de color de esos, que se había despatarrado y usaba cuatro asientos en la guagua, se marchó sin pagar, con lo que yo creo que la balanza debería ir más hacia el segundo lado.

    Ya en el aeropuerto, tenía reservado mi paso por el control de inSeguridad, pero como llegué antes y no había nadie, simplemente fui en la cola normal y en un instante estaba dentro. Ahora la moda, en el aeropuerto de Ámsterdam, es no poner el cinto en la bandeja, te dicen que se lo des al que te controla, un tremendo misterio que espero que algún detective telelevisivo investigue. Después del descontrol de inseguridad, busqué un rinconcito en la terminal de bajo coste del aeropuerto de Schiphol, quizás bajísimo coste. Además de ser fea de vicio, han puesto los asientos más incómodos que pudieron encontrar, para recordar a todo el mundo que vuelas con bajo coste. No son asientos, son más bien gradas, sin ningún tipo de cojín o lugar para apoyar la espalda. Para cuando apareció en la pantalla que podíamos ir a embarcar, al cuarto número cinco, fui para allá, en una caminata eterna porque bajo coste es también sinónimo de poner la terminal prácticamente en Bélgica y hay que caminar un güevo y parte del otro.

    Volaba con Isillé, con bolsa debajo del asiento. Mi bolsa estaba dentro del tamaño que permitían y no tuve problemas, pero vi a varios panolis que llegaban con varias bolsos y a los que les pegaron una clavada que no veas. También vi varios tontos que pagaron la prioridad y después y pese a las indicaciones de los que estaban allí, se iban al lado de los pobres y al final pagaron para nada. Entramos al avión en hora y salimos en hora.

    En el avión, en la parte de atrás, el callo malayo más feo que he visto en mi vida. Está clarísimo que en Isillé querían demostrar que ellos contratan camareras aéreas sin mirar que sean bulímicas y noréxicas o julandrones y por eso, eligieron a aquella chama, que era de darte un susto mortal si le tropiezas en un callejón obscuro por la noche. Entrabas al avión y te encontrabas aquello de frente y la reacción de todos era comenzar a andar hacia atrás y tratar de huir.

    Después de despegar, el chófer enfiló hacia el sur y yo lo pasé jugando con mi tableta. Al llegar a Málaga, hice la larga marcha hasta llegar a la salida del aeropuerto, que lo han hecho a postas para que tengas que andar un montón y una vez afuera, fui a la estación de tren y pillé el trenecito para ir a la keli de mi amigo Sergio. Así comenzaban mis cuarenta horas en Málaga, de las que no creo que comente nada porque allí todo el mundo sabe que el mejor blog sin premios en castellano existe.

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