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  • Más tiburones y mantas y viajando a Guraidhoo

    14 de noviembre de 2024

    Llegó el final de mi primera semana en las Maldivas y comenzó levantándome pronto porque había quedado para ir a bucear a las 7 y media de la mañana, que quien se crea que nosotros los buceador es no madrugamos, están muy equivocados, que por un tiburón yo hago lo que sea. Me encontré con los alemanes desayunando a las siete. Ellos se iban desde allí al aeropuerto para coger su vuelo de vuelta, así que comimos juntos y me despedí de ellos, que tras pasar una semana juntos, les terminas cogiendo cariño y más cuando hemos compartido tantos momentos épicos entre tiburones. Dejé mi bolsa en el hotel y me iré a la calle a buscar un taxi para ir al Club de buceo, que está en Huluhmalé, la isla artificial del aeropuerto y que está conectada a Malé por un puente que fue un regalo envenenado de esos del gobierno chino, que yo creo que al final lo están pagando con sangre. Llegué al club de buceo y la buenísima noticia es que solo iba conmigo la turca y otro que conocí el día anterior pero que no vino a bucear.

    Salimos para el muelle y nos subimos al barco y enfilamos para el tanque de los tiburones, en la que era mi tercera visita al lugar. Fue espectacular, como las anteriores, pero en esta solo vimos cazones, rayas y cerca del final dos tiburones tigre pero más bien pequeños y creo que había un tiburón limón, pero como que estaba lejos e igualmente podía ser un truscolán. En cualquier caso, fue fabuloso y ese sitio es una de mis inmersiones favoritas. Estuvimos bajo el agua unos cuarenta minutos y al salir, enfilamos para nuestra segunda inmersión, que era un lugar nuevo para mí. Se trataba de Okkobe Thila, con profundidades de hasta veinticinco metros y en el que en ocasiones las corrientes son muy fuertes. No había corriente alguna y recorrimos esa Thila muy relajados y en el camino vimos un par de tortugas, una de ellas bastante grande, bancos de peces preciosos y unos corales alucinantes, que el sitio está muy bien conservado. Fue un cambio muy agradable después de todas las inmersiones anteriores, sobre todo porque en Fulidhoo los corales estaban muy estropeados y en algunos sitios daban bastante pena.

    Cuando salimos del agua pusimos rumbo hacia el punto de mantas de Lankan, el mismo al que he ido ya en dos ocasiones que fueron épicas y legendarias. Como teníamos tiempo, que mi barco hacía Guraidhoo no salía hasta las cuatro de la tarde, estuvimos un rato esperando para que se marcharán la mayor cantidad posible de buceadores, que al llegar habían varios grupos grandes, de al menos veinte buceadores cada uno, y en las tres estaciones de limpieza se apelotonan todos. Cuando bajamos sólo había un grupo.

    Seguíamos la corriente y entramos por la que podemos llamar estación de limpieza número uno. Allí estaban casi todos los buceadores, una multitud, que miraba y fotografiaba dos mantas. Después de unos minutos buceamos hacia la segunda estación de limpieza, que una de las ventajas del club de buceo que elegí es que hace grupos pequeños y es muy flexible, frente a las compañías que llevan grupos grandes y procuran complicarse muy poco o nada. En la segunda estación había tres mantas y cuatro buceadores. La verdad que el sitio estaba bien y yo ya estaba contento. Nuestro Dive Master desapareció y al parecer fue a controlar la tercera estación y volvió al rato y nos dijo que lo siguiéramos. En la tercera no había nadie y al llegar, vi cinco mantas, aunque después juro por las bragas más sucias de Mafalda que había seis, quizás siete. Lo importante es que me agarré a una roca a unos diecinueve metros, que tras dos inmersiones profundas ya no tenía demasiados minutos si buceaba más abajo y lo que vino a continuación es inenarrable. Las cinco o seis mantas se dedicaron a pasar por encima mío, a dar vueltas, a jugar y llegó a tal punto que creo que uno de los vídeos que he hecho dura seis minutos y no hay un solo segundo en el que no haya una o varias mantas en el mismo. Hice una cantidad increíble de vídeos y para cuando se nos acabó el tiempo, o se les acabó a los otros, a la batería de mi cámara solo le quedaba un cuatro por ciento de carga.

    Fuimos subiendo lentamente para llegar a la parada de seguridad y en mi caso, mi computador de buceo no me pidió que hiciera una parada de seguridad porque nunca estuve por debajo de los veinticuatro metros. Mientras estábamos en la parada de seguridad, la turca subió a la superficie y la bajó el Dive Master y empezó a mirar su computador y a mirarla a ella porque no se le veía bien. Al parecer, no respetó los avisos del ordenador, que te indica el tiempo que te queda para bucear a cada profundidad sin entrar en descompresión y acabó entrando en el susodicho y terrorífico estado. Mientras yo, otro Dive Master y el otro cliente salíamos, ellos tuvieron que bajar a unos doce metros y pasar allí unos minutos para que ella soltara nitrógeno y su ordenador eliminará el tiempo de descompresión. Después la sacó y la chama estaba como medio ida, más pa’llá que pa’cá. Yo alucino con la gente, al parecer, ella no se molesta en mirar el ordenador de buceo y cuando le pitó y le pitó y le pitó, lo ignoró.

    En el viaje de regreso a puerto, la chama estaba como de bajona de borrachera. Al llegar al Puerto regresamos al Club de buceo. En Malé hay una app para llamar taxis y también furgonetas de esas abiertas y los chamos llaman una, viene, cargamos todo el equipo en la parte de atrás, la abierta, después nos subimos los clientes, salvo uno que va junto al conductor en la cabina y volvemos al club así, en plan ruta folclórica y escénica. Algunos hasta habrán visto las fotos con la turca que me hice mientras volvíamos por si la palma, para tener un recuerdo. Después de pagar y despedirme de ellos, como seguía teniendo tiempo, decidí volver a Malé en guagua y me dijeron que tenía que pillar la línea 2, que fue lo que hice. Me dejó cerca del hotel y pasé por allí a buscar mi bolsa y después me acerqué al muelle número seis, el lugar desde el que salía mi barco a Guraidhoo. Cuando por fin descubrí cual era, que es siempre algo que toma su tiempo, fui el primero en subir y me senté en la parte de atrás, en donde se mueve menos. El barco se llenó en quince minutos hasta la bandera, petadísimo de gente y de carga y a las cuatro en punto, partimos.

    Tardó cuarenta y cinco minutos en llegar a Guraidhoo y al bajarme, me esperaban los de la pensión, que me dieron la bienvenida y me ubicaron en mi nueva morada. Después de dejarlo todo, fui a saludar a la gente del Club de buceo, que ya me conocen todos. Tras la tertulia, regresé a la habitación y tras ducharme, salí a cenar y fui a uno de los sitios que más me gustan en la isla y puedo confirmar y confirmo que siguen siendo igual de lentos, que tardaron noventa minutos en traerme la cena y eso es N-O-R-M-A-L en los restaurantes de Guraidhoo, tienen una pachorra que no veas. Lo mejor es ir ya con tu botella de agua porque aunque pidas bebida, no te la traen hasta que vaya a llegar la comida, con lo que estás en la mesa a palo seco. Curiosamente, a la hora de pagar, son rapidísimos. Eso sí, la comida es súper-hiper-mega barata. Tras cenar regresé a mi habitación, que después de tres inmersiones y el cambio de escenario, estaba ya muy cansado y mi primer día buceando en Guraidhoo empieza pronto.

  • Regreso a la maravilla del tanque de los tiburones y el lugar de las mantas.

    13 de noviembre de 2024

    Después de cinco días y quince inmersiones en Fulidhoo, llevaba el momento del cambio de escenario y en esta ocasión, como no sabía si podría ir al llegar a las Maldivas, organicé un día en la capital para poder bucear con los tiburones, algo que ya hice pero que vamos, quería repetir. Tenía reservado asiento en el barco de las seis y media de la mañana así que me desperté un poco antes de lo habitual. En la pensión me habían dicho que había desayuno pero que sería limitado. A las seis, ya con todo preparado, que es simplemente meter las cosas en mi bolsa de cuarenta litros, salí de la habitación y me acerqué a desayunar, y efectivamente, teníamos fruta, tostadas, café, jugo  y algunas verduras hervidas, vamos lo suficiente para llenar el estómago y sobrevivir. Después nos acompañó la dueña de la pensión al muelle, a mí y dos parejas, una de uruguayos y otros que nunca los oí hablar, así que desconozco la nacionalidad. La mujer me dijo que no me consiguió plaza en el barco rápido habitual, así que me acopló en el otro, que salía al mismo tiempo.

    En el muelle me encontré con los alemanes que iban a venir conmigo y resultó que a ellos también los pusieron en el barco que yo iba, con lo que viajábamos juntos. Nuestro barco no se llenó del todo e iba más rápido que el supuestamente oficial y aunque salimos cinco minutos después, adelantamos al otro a mitad de camino y es más que posible que llegáramos a la zona del aeropuerto diez minutos antes. Esa fue otra ventaja, porque al dejarnos en el aeropuerto, pillamos un taxi y en cinco minutos estaba con los dos alemanes en el club de buceo. Allí nos encontramos con una turca y dos chinas que también venían a bucear con nosotros y tras montar nuestras cajas con lo que necesitábamos, llenaron la furgoneta y salimos para el puerto, en donde nos esperaba el barco.

    Lo cargamos todo y la primera y épica y legendaria inmersión, era a la salida del puerto, de nuevo en el tanque de los tiburones, que yo les había explicado a los alemanes que aquello es como de otra galaxia, totalmente irreal e ilógico, no es posible comprender como en el mismo sitio, hay cientos de tiburones y cientos de rayas y que por eso lo llaman el tanque de los tiburones, porque es como si en medio del Océano Índico, alguien hubiese hecho un acuario. Nos preparamos y saltamos al agua y ya al saltar, los alemanes miran hacia abajo y tenemos por lo menos diez tiburones debajo de nosotros.

    Después comenzaron cuarenta minutos muy intensos, con tiburones tigre gigantescos, tiburones guitarra (que hoy me he enterado que en realidad es una raya y no un tiburón), tiburones limón, que son preciosos y creo que por fin he descubierto que lo que ellos llaman tiburones snappers son lo que en las Canarias y en la península se conoce como cazones, solo que los que hay por aquí son de casi dos metros y en Canarias siempre los he visto pequeños. De esos hay cientos. La inmersión fue espectacular, sobre todo viendo a cuatro tiburones tigre gigantescos dando vueltas por encima de ti. Los alemanes salieron del agua intelectualmente desbordados, alucinando, balbuceando y pidiéndome por favor que le ponga muchísimos vídeos de esto al Ancestral, que lo haré.

    Después solo buceábamos el Elegido y las tres chicas porque los alemanes tenían exactamente veinticuatro horas hasta su vuelo, pero se quedaron en el barco con nosotros tomando el sol. Fuimos al punto de las mantas y nos lanzamos al agua. Vi a un grupo de unos quince que vinieron en otro barco agrupados en un sitio con una sola manta y de lejos. Nosotros fuimos al mismo lugar de la vez anterior y tuvimos veinte minutos con cinco mantas que me tocaban cuando pasaban por encima de mi de lo cerca que estaban. Fue el despiporre total, mi encuentro más increíble y alucinante y fabuloso con mantas. Si no es porque antes de eso estuve en el tanque de los tiburones, esta sería una de las inmersiones más fabulosas de las vacaciones, que aún así, lo es. En la parada de seguridad vimos una tortuga gigantesca en el fondo.

    Al salir mientras le contaba todo a los alemanes y volvíamos a puerto, la turca también nos contó cosas de su vida laboral en las Maldivas y la pobre parecía un poco deprimida porque lleva en el país como seis meses y todavía no tiene amigos. Al regresar al club, pagamos y nos cogimos un taxi, que por coincidencias de la vida, los alemanes y de Uitverkorene habíamos reservado habitación en el mismo hotel. Una vez tomamos posesión de nuestras habitaciones, quedamos para ir a comer comida rápida y fritanga y después volvimos al hotel a descansar hasta la cena, que de nuevo hicimos juntos, en un restaurante que nos recomendó el de la recepción y del que yo no salí muy convencido, que literalmente llegué de vuelta a mi habitación y solté toda la cena de un tirón. Después me metí pronto en la cama, tras escribir esto, porque al día siguiente tengo una jornada complicada, con inmersiones en Malé y el barco que me llevará a Guraidhoo, en donde también estaré cinco días y una mañana buceando. Y así acabó el día que volví de Fulidhoo.

  • Último día buceando en Fulidhoo

    12 de noviembre de 2024

    Este fue mi quinto y último día buceando en Fulidhoo, un lugar que me ha encantado y al que es posible que vuelva. Por la mañana estaba lloviendo. En la nueva habitación nos escucho al capullo-musulmán-de-mielda que se pone a gritar con altavoces por toda la isla a las cuatro y media de la mañana y no veas que gustazo más grande es el poder dormir y saber que le tiene que joder que ni me entero de sus coñas. Encima, como hoy es viernes, que para los presuntos-terroristas portadores-de-mochila es el día más especial, el chamo estaba desarretado. Salí con la lluvia e hice una panorámica y algún vídeo que seguro que vieron los que siguen las redes sociales. Desayuné, aunque previamente eché no uno, sino dos jiñotes, que parece que vacié solo medio tanque y al rato lancé el lastre restante, lo mejor, repito, lo mejor, tripito, lo mejor, cuatripito, lo mejor para los que padecen estreñinimiento, sobre todo Culocochistas, es bucear. Es que se me despiporra el sistema digestivo y vamos, en lugar del jiñote tradicional, duplicó y hasta triplicó la producción.

    Volviendo al tema, desayuné y salí para el club de buceo y el barco estaba petadísimo, pero más lleno que  nunca. Creo que entre clientes y Dive masters, bajamos al agua casi veinte, repartidos en múltiples grupos, con lo que al final ni vemos a los otros, sobre todo porque yo voy en el produndo y lo que pasa por encima de los veinte metros es como que otra galaxia. Fuimos a un sitio cercano llamado Fulidhoo caves, o sea, truscoluña no es nación o las cuevas de Fulidhoo, una pared vertical en la parte exterior del atol, mirando al océano. Las cuevas están bien profundas, así que estuvimos bastante tiempo entre los veinticinco y los treinta metros. En las dos primeras todavía vi a algunos de los otros cuatro de mi grupo pero a la tercera llegué solo con el Dive Master porque los demás se fueron más arriba. A mí me quedaba aire suficiente y tiempo en mi computador de buceo. Además de las cuevas vimos tres morenas, bancos de peces pequeñitos escondidos en la pared, unos llamado banded pipe fish que al parecer son super-hiper-mega especiales, cornet fish y los gobios dardo de fuego, que me los sigo encontrando en cada inmersión. También algunos peces ballesta. Fue una inmersión muy aprovechada.

    Al salir todos del agua, que tardaron un rato en recogernos a todos, regresamos al Puerto porque con tanta gente, tenían que poner a recargar tanques para tener suficientes para la tarde. Nuestra segunda inmersión también fue cerca de Fulidhoo, en un lugar que ya visité en mi primer día llamado Fulidhoo corner o la esquina truscoluña no es nación. Es otra pared, al final del atol de la isla y la íbamos a seguir pero más cerca de la superficie. Al bajar parecía un acuario, con enormes bancos de peces en aguas absolutamente cristalinas.Vimos varios tiburones de punta de aleta blanca, un águila marina, de nuevo vi gobios dardo de fuego pero esta vez además vi otros gobios, en inglés se les llama purple fire goby y es muy raro encontrarlos y aún más raro ver la pareja, ya que las hembras se suelen esconder en el agujero que es su keli y nosotros los vimos a los dos. La inmersión fue muy espectacular y al final de la misma, tras un montón de bancos de peces, nos encontramos un pulpo en la parada de seguridad, pero se escondió y no hubo manera de hacerlo salir.

    Al acabar la inmersión nos hicimos muchas fotos de grupo con los Dive Master y los alemanes ya que esa era su última inmersión, aunque bajarán conmigo en el barco de mañana e iremos a bucear juntos en Huluhmalé.

    Por la tarde fui a bucear por última vez y el barco estaba petadísimo de gente. Íbamos a Dhiggiri para ver los tiburones nodriza. Yo aproveché para hacer el viaje en la cubierta superior tomando el sol. Al llegar allí nos dividieron en tres grupos, cada uno con cinco buceadores y dos Dive Masters. Éramos una multitud. En mi grupo estaban los polacos y unas nórdicas con una que era mórbida como cierta comentarista culocochista, con unas lorzas que no veas y que cuando saltaba al agua, provocaba un maremoto en algún otro lugar del mundo. Bajamos y pronto vimos los tiburones nodriza. Tanto las nórdicas como los polacos se empeñaron en nadar a un metro de altura en vertical y con las aletas estaban levantando arena del fondo por un tubo y la visibilidad era malísima. En un punto determinado, el Dive Master les dijo de seguir la ruta y yo me quedé discretamente en el lugar con el grupo de los menos avanzados, que no se movían y gracias a eso, tuve veinte minutos de vídeos espectaculares que hay uno que me agradecerá eternamente porque van a ser todos de más y mucho más y muchísimo más de lo mismo. Después se marcharon los del grupo al que me acoplé y llegó el tercer grupo y me quedé con ellos y después empezaron a aparecer otros clubes de buceo y ya me tuve que poner a seguir uno de los tres grupos para no perderme. Para mí fue una inmersión fabulosa, pero los Dive Master me dijeron que fue una pesadilla, con tanto panoli levantando arena, nunca veían a la gente, aunque entre ellos se comunican y sabían con quién estaba yo.

    Regresamos a Fulidhoo y me fui a mi habitación, a empezar a recoger y ducharme. A las siete tenía la cena pero al sentarme en la mesa, nos hicieron esperar media hora. Al parecer los viernes, aprovechando que es el festivo local, hacen una noche maldiviana, truscoluña no es nación y toda la comida era del país y ponen un grupo de música autóctona y vienen a cenar unos cuantos de la isla, supongo que los que más guita tienen. Como es un bufete, yo hice lo de siempre y me lleno el plato y ya está, mi religión no me permite repetir, ni tripitir, como hacen los mórbido culocochistas, como una que no voy a mentar. A las ocho y media fui al Club de buceo, que está al lado de mi pensión, para ver a los colegas por última vez, despedirme y dar abrazos y todo eso, que bucear es algo que crea relaciones muy fuertes entre la gente, pasas con ellos un montón de días y terminan contándote su vida y milagros. Los alemanes también estaban allí y se venían conmigo a Malé para seguir Buceando juntos una última vez. Me  despedí de ellos hasta la mañana siguiente y me iré a mi habitación a acabar de recoger, que el barco hacía Malé sale a las seis y media de la mañana. Y así acabó mi último día de buceo en Fulidhoo, un lugar fantástico y fabuloso al que seguramente volveré.

  • Festival de tiburones grises y dos inmersiones relajadas

    11 de noviembre de 2024

    Parece que fue esta mañana pero ya llevo cuatro días Buceando a tiempo completo en Fulidhoo y como siempre, conoces gente por el camino y como son buceadores, terminas pasando el tiempo con ellos. La idea de hoy era ir al mismo sitio que intentamos ayer por la mañana y tuvimos que cancelar por mal tiempo pero hoy las corrientes eran aún más fuertes, así que cambiaron el plan y fuimos a Miyaru Kandu, y antes de eso, jiñote, desayuno, fotos idílica de la playa y dejé todo mi equipaje empaquetado porque me cambiaban de habitación, que cuando reservé tenía cuatro noches en un tipo de habitación y dos en otro tipo, así que ahora estoy en la planta baja y con vistas al mar y la calle. Se marchó gente, dos alemanas, un suizo y los españoles y los han sustituido otra gente, un grupo de polacos que  me dijeron que hace cuatro días estaban en Alicante, cerca del desastre, dos gringos y otros dos gringos que están haciendo un curso y no hablan con nadie, aunque es su primer día y después se sueltan.

    Cuando llegamos al lugar de la primera inmersión, explicaron que es con corrientes fuertes, usamos los ganchos para que no nos arrastre y habrán tiburones. Nos dividieron en grupos según la experiencia y nos tiramos al agua. A mí me tocaba con los polacos. De camino al canal, que es uno de los puntos de salida del agua del Atol hacia el océano Índico, y que por eso hay corriente, vimos tres mantas pasando, entrando en el Atol. Después descendidos y llegamos a una planicie y allí estaban los tiburones grises, solo que igual porque la corriente era muy fuerte, estaban super-hiper-mega cerca de nosotros y prácticamente, estaban paralelos a nosotros, como habrán visto todos los que se molestaron en mirar los vídeos en alguna de las tres formas en las que están disponibles. Estuvimos allí hasta que hubo gente o con poco oxígeno en sus tanques de aire enriquecido, o con poco tiempo a esa profundidad. En mi caso, yo tenía aún doce minutos y medio tanque y el plan del Dive Master era que nos quedáramos yo y una polaca con él, pero ella como que no captó el concepto  y se soltó y ya nos tuvimos que ir nosotros también. Vimos unos pececillos de las Maldivas pequeñitos y que tienen como un espolón grande que les sale de la frente y que cuando se asustan se esconden en un agujero que tienen cerca, en español se llaman gobio dardo de fuego o gobio espada.

    Al salir, el barco comenzó a cambiar el escenario para la segunda inmersión mientras algunos tomábamos el sol en la cubierta superior y en el camino, nos cruzamos con un grupo de delfines, que cuando ven el barco siempre salen a la superficie a saltar y saludar.

    Nuestra  segunda inmersión era en un pináculo llamado Kaulhu Thila, pequeño. Comenzamos bajando a diecisiete metros y había muchísima vida pequeña, pero que muchísima y los corales y las algas estaban muy bien. Volví a ver los agobios dardo de fuego porque el Dive Master, al que le había preguntado el nombre, cuando los vio me avisó. También habían crías de todas las especies locales, una morena y una actividad frenética, con pez comiendo pez, algas y demás, era como la hora punta. El sitio es muy bonito y la inmersión a mí me gustó bastante. Al salir, regresamos a Fulidhoo y para la inmersión de la tarde, como siempre, seríamos menos. En esta inmersión también vi un pez halcón de nariz larga, peces del océano Índico y Pacífico que se esconden entre las Gorgonias y los corales negros y parece un pajarito. El ejemplar que vi debía tener unos 9 centímetros, con lo que era adulto. Son muy bonitos y especiales y nadie más los vio, cuando les enseñé el vídeo fliparon y les dije que como ninguno me hizo caso y todos se piraron y  me dejaron a mí por allí, se lo perdieron, así que fue su culpa, su culpa, su grandísima culpa. Por supuesto algunos que leen esto ya vieron el vídeo en mis redes insociales.

    La inmersión de la tarde, la tercera, era en un lugar relajado y poco profundo llamado Kuda Fushifaru, no es un pináculo porque la parte superior es plana, es más bien como una isla a la que le faltaron unos metros para salir del agua y ahora con el cambio climático que muchos niegan, ya no llegará a la superficie jamás. Había un grupo de gente haciendo un bautismo de buceo, que es para los que tienen curiosidad por saber como es pero no quieren hacer todo el curso y les Dan un rato de explicaciones y los bajan a 12 metros a mirar. También habían dos que están haciendo un curso de Aguas abiertas y que llevan con nosotros desde ayer por la tarde, con lo que deben estar a puntito de acabarlo y finalmente, yo y un alemán que se está quedando donde yo me hospedó y que llegó a la isla ayer, mandó a su hembra a la playa de bikini y él se fue a bucear, pero es algo que hace muy de cuando en cuando. La profundidad máxima que hice fue de dieciocho metros y salí del agua con medio tanque, con lo que fue un paseíllo relajado.

    Vimos una morena muy chula, dos gobios dardo de fuego que por supuesto se escondieron en su agujero cuando nos acercamos, bancos gigantesco de peces, muchas algas y corales y muchos peces pequeñitos entre ellas y también vimos varios peces ballesta, que esos son dañinos y yo los evito siempre que puedo. 

    Cuando regresamos, me fui a la playa un rato, pero antes de eso pagué lo que debía al Club de buceo y me dijeron que al día siguiente, en lugar de dos inmersiónes, serían tres, ya que por la tarde volvían al lugar de los tiburones nodriza, así que me apunté a esa también, que igual no vuelvo a ver esos bichos en mi vida y Genín no me perdonaría que no tenga suficientes vídeos de los susodichos. Al final convencí a los alemanes para que se vuelvan a Ma?é conmigo y vayan a bucear allí conmigo, con lo que el sábado, que iba a estar solo en la capital, estaré con los coleguillas.

    Por la tarde, la cena habitual mirando hacia el mar y viendo a los tiburones nodriza rondar la playa esperando que alguien les tire cachos de pescado y después, a la cama, que lo bueno de hacer tres inmersiones al día es que duermes como un bellaco y jiñas cantidades asombrosas y frecuentes, que Buceando no hay manera de tupir retrete como hacía antes porque las compresiones y descompresiónes te dejan el jiñote muy ralo. Es  lo que hay.

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