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  • Tiburones, formación de águilas marinas y una nocturna

    8 de noviembre de 2024

    Tercer día buceando en Fulidhoo y este empezó temprano porque cuando a las cuatro y media de la mañana se puso el energúmeno a gritar con sus altavoces para la primera arrastrada por el suelo del día, me despertó, me desveló y ya no pude dormir mucho más. A las seis y media hice mis ejercicios de duolingo, que estar lejos no quiere decir que no me lo curre y después fui a dar un paseo por la playa, hacer las fotos lindas con día soleado y lugar idílico, desayuné y fui al barco a bucear. El barco se les escoñó y acumulamos tres cuartos de hora de retraso o así. Cuando por fin entramos todos en el susodicho, salimos y la primera inmersión era cerca, en un lugar con tiburones, pero al llegar vieron que las corrientes eran muy malas y decidieron que seguíamos a otro lugar, que aunque todos se piensen que no hay seguridad, estos clubs son muy profesionales y no arriesgan a sus clientes. El lugar en el que no llegamos a bucear se llama Bomas Kandu. Seguimos a otro lugar y fuimos a Kunaavashi Kandu, aunque los locales se refieren al sitio como truscoluña no es nación. El grupo era más o menos el de siempre, con un suizo, dos alemanes, dos alemanas, una pareja española y el Elegido.

    La inmersión era en un canal, o a la entrada de un canal, con corrientes muy fuertes, que es lo que les gusta a los tiburones. Llevábamos ganchos para agarrarnos al suelo si era necesario y no iba a ser muy larga porque con la profundidad, que estaba cerca de los treinta metros y el consumo de aire, o por falta de minutos o por falta de aire, tras un rato hay que regresar a la superficie. Bajamos y así comenzó mi inmersión número DOSCIENTOS CINCUENTA, algo que seguro que celebra con emoción el Ancestral. En el lugar había una ingente cantidad de tiburones grises, todos jugando con la corriente que con su aerodinámica, ellos hacen muy poco o ningún esfuerzo y al mismo tiempo, la corriente les sirve para respirar de gratis total. De cuando en cuando veíamos algún tiburón de punta de aleta blanca, mucho más pequeños y atunes, enormes y que también estaban allí disfrutando. Cerca del momento de marcharnos aparecieron dos águilas marinas, majestuosa y en formación, pero estaban muy altas y no se veían bien. Salir del lugar era complicado porque si te pilla la corriente te manda a otro universo quizás paralelo, pero siguiendo las indicaciones de los Dive Master logramos salir y el dueño del club me miró el consumo de aire al salir y alucinó en colores porque entré con 200 bares y salí con 100 bares, con lo que yo podría haber pasado un rato más en el fondo porque cuando se trata de consumir aire, yo soy muy pero que muy bueno, de hecho él me enseñó el suyo y él estaba en 90 bares. Estamos Buceando con aire enriquecido, o lo que los sub-intelectuales llamamos NITROX, con una proporción de oxígeno del 32%, cuando el aire que respiramos normalmente está al 21%. Esto nos permite permanecer más tiempo en el fondo que personas sin NITROX, pero nos limita en la profundidad a la que podemos ir, que queda fijada en 32 metros, más que sobrados, ya que la ley de las Maldivas permite bucear hasta 30 metros. Al salir estábamos todos super-hiper-mega excitados, esto fue espectacular y una inmersión número 250 épica.

    Mientras íbamos hacia la segunda todos parloteábamos y revivíamos momentos históricos y al llegar a la segunda, nos enteramos que es un lugar conocido como Dhiggaluvashi Kandu y esa última palabra significa CANAL, o sea, más o menos como la anterior. Es una isla resort, de esas con precios de r-escándalo, cada cabaña sobre el agua hasta con su propia piscina privada, pero claro, los que van ahí seguro que pagan quinientos leuros por noche o más, y los que tenían la última cabaña, más grande, separada del resto y con una vista más espectacular, esos de los mil leuros por noche seguro que no bajan. Al ser un canal, era similar a la anterior, aunque en esta la idea era ver la zona lateral del canal y después para salir cruzar al otro lado. Se supone que por ahí hay muchas águilas marinas. Nos dijeron que pueden haber corrientes que nos empujen hacia arriba y aunque pregunté si debía llevar más peso, que yo bajo con tres kilitos, al final se me olvidó coger otro más, lo cual tendrá interés más tarde.

    Saltamos, bajamos cerca de los treinta metros y por allí no había nada, pero a la salida el Dive Master nos explicó que es porque a esa profundidad no hay corriente y pudimos acercarnos a la zona que queríamos ver, justo a la entrada del canal, en donde había tiburones por un tubo y más interesante, águilas marinas por un tubo, a veces solas, a veces en pareja, pero un montón. Cruzamos el canal y al llegar al otro lado, con menos corriente, allí pasó un grupo de diecisiete, sí, las he contado en mi vídeo para que no me critique el Ancestral y diga que exagero por ser africano, diecisiete águilas marinas. Después controlaron el aire y resultó que todo el mundo iba bajo de aire salvo por una alemana y de Uitverkorene, que yo tenía aún 100 bares, así que nosotros seguimos con Aiko, uno de los Dive Masters y el resto salió. Probablemente nosotros no estuvimos más de diez minutos adicionales, pero salimos fácilmente a más de un kilómetro, lo cual nos da una idea de la corriente. El Dive Master me decía que soltara el aire porque floto pero era la corriente que me empujaba hacia arriba, mi tanque ya estaba medio vacío, con lo que es más ligero y con mis tres kilos de lastre y la corriente, mi flotabilidad era positiva, así que yo nadaba hacia abajo y el agua me empujaba hacia arriba, pero vamos, que yo me divertí igual y así hice mi inmersión número doscientos cincuenta y uno, que no es que nadie las está contando, pero las tengo todas documentadas, tanto en mis bitácoras de buceo como en un programa de código super-hiper-mega abierto diseñado por el friki del Linus Torval, ese que inventó el sistema operativo Linux y el puso su nombre porque es así de fastuoso y al parecer es friki buceador y también creo un software de código abierto para buceo que es el que yo uso y que se llama Subsurface, aunque creo que ya no está en la tienda de los iFones porque esos les daban mucho la lata y todos los frikis somos dle androitotorota.

    Al juntarnos en el barco, celebramos el éxito, nos hicimos fotos juntos, comimos galletas y se nos había hecho tan tarde que cambiaron la tercera inmersión por una nocturna, que también puede ser interesante, aunque no veremos tiburones, pero sí que otras cosas. Con el cambio, me quedó tiempo libre por la tarde para escribir esto hasta este punto, descargar los mejores momentos y actualizar mis aplicaciones sociales que ninguno sigue pero después no me toquen los güevos, que todo esto que cuento lo podrían haber visto por los tres sistemas que expliqué en su momento.

    Estuve tomando el sol en la playa de bikini, que es el único lugar de la isla en la que los terroristas-musulmanes-de-mielda dejan a las hembras ponerse bikini y por allí también había alguna musulmana emburkada, que supongo que prefiere ir allí a la playa oficialmente pública, porque esa está delante de la mezquita y el de la Gestapo musulmana tiene que ser un cabrón de cojones con las hembras. Todo el tiempo que estuve por allí había dos panoli con drones, que los  hay que son muy infantiles.

    A la hora acordada, me fui a bucear, con el foco acoplado a mi cámara, que yo lo uso como linterna. Apareció un polaco nuevo, estaban los dos alemanes y la española con su hijo de doce años. Al ser una inmersión nocturna, siempre eligen sitios fáciles y relajados y en este caso volvimos al mismo pináculo en el que estuve en mi tercera inmersión del día anterior, aunque por la noche gana muchísimo. Nos dividimos en dos grupos, con la española con su hijo limitados a doce metros y nosotros que empezamos en unos diecisiete y después íbamos dando vueltas al pináculo y subiendo. En los tres cuartos de hora que estuvimos allí, vimos un montón de peces león, un par de peces piedra (stone fish), que son muy espectaculares porque realmente parecen piedras y se mueven muy poco, camarones, gambas, algún cangrejo ermitaño, peces tambor y de todo tipo que se estaban escondiendo en los corales para pasar la noche. La inmersión fue entretenida y cuando acabó, salí temblando de frío, aunque el agua no está más fría, sigue a veintinueve grados, así que debe ser algo para psicológico que me debería mirar mi pitoniso argentino.

    Al volver al Puerto vimos a un tipo alimentando a los tiburones nodriza y estos, felices por la comida fácil. Regresé a mi pensión, ni me duché y me senté directamente a cenar y a la mitad de la cena comenzó a llover y nos tuvimos que refugiar en la zona cubierta, que estábamos todos con nuestras mesas al aire. Después de cenar ya me retiré, que estaba cansado y así acabó el tercer día de buceo en Fulidhoo y el día que superé el hito histriónico, histórico e histérico de las doscientas cincuenta inmersiones.

  • Más tiburones en el segundo día buceando en Fulaidhoo

    7 de noviembre de 2024

    A las cuatro y media de la mañana, pase lo que pase, el joputa más grande de la isla con los altavoces más potentes se pone a dar berridos en la primera oración del día y  te despiertas. Cuando te recuperas del shock y te echas una meada te vuelves a dormir y el capullo repite a las seis y media, que es cuando te levantas.

    Después del jiñote vino el paseo por una playa desierta y perfecta para fotos en redes sociales y el desayuno, que hoy yo  era el primero en la cola de la pitanza y me aseguré de tocarlo todo, todo, todo para joder a los que venían por detrás y enseñarles que otros también lo pueden hacer y vamos, que igual no me lavé las manos después del jiñote. Tras el desayuno, me fui al barco y allí me encontré con la mayor parte de la gente del día anterior, aunque ninguno de  ellos se está quedando en el mismo sitio que yo. Nuestro primer destino estaba más lejos y nos tomó casi tres cuartos de hora en llegar allí. Era otro punto de tiburones, con corrientes fuertes entre islas, que es lo que les mola a los tiburones, que van a esos sitios porque estos tiburones necesitan moverse para respirar y en sitios con corriente es muchísimo más fácil para ellos y son como sus lugares de meditación, allí no buscan comida, simplemente, se relajan. El nombre científico del lugar de la primera inmersión es Miyaru Kandu y la traducción, si eres menos purista es el canal de los tiburones y si te gustan las traducciones literales, truscoluña no es nación.

    Era una inmersión relativamente profunda y con un gancho para que no nos arrastre la corriente y ver el espectáculo. La visibilidad no era muy buena pero aún así, en algunos momentos había más de diez tiburones grises de dos a tres metros delante de nosotros y algunos más pequeños de punta de aleta blanca. Fue muy espectacular y una vez soltamos nuestros ganchos, la corriente nos mandó al recarajo en donde nos recogió el barco.

    Desde allí tuvimos media hora de navegación hasta el segundo punto, que era el mismo de la tercera inmersión de ayer, Dhiggiri Shark Point, con los tiburones nodriza. La diferencia es que por la mañana había una cantidad de barcos que vinieron desde el recarajo en excursiones de turistas para ver los tiburones nodriza, gente que viene con gafas y tubo y desde los barcos les tiran comida y los tiburones estaban en la superficie, con lo que mayormente los veíamos desde abajo mirando hacia arriba, pero por debajo vimos una raya de cola de plumas (cowtail ray), enorme y enterrada en la arena, aunque después se fue y tengo un vídeo flipante y vimos una  raya mármol (marble ray), pequeña y enterrada. También vimos un tiburón de punta de aleta negra, que son más pequeños y difíciles de ver, tiburones de punta de aleta blanca y bancos de rémoras esperando a engancharse a los tiburones nodriza y comerles los parásitos. También hay corales muy bonitos y con muchísima vida y de cuando en cuando bajaba un tiburón nodriza o dos y nadaban junto a nosotros, sobre todo en el tramo final de la inmersión cuando ya se empezaban a ir los barcos de turistas. Fue mucho menos espectacular que el día anterior, pero igualmente interesante y la raya de cola plumosa es siempre un gustazo de ver.

    Desde allí fue media hora d navegación hasta Fulidhoo y por la tarde, al parecer no éramos muchos para bucear y pusieron la inmersión a las tres de la tarde con lo que tuve tiempo de escribir lo anterior, ir a la playa y hasta acercarme al lugar en el que hay un montón de rayas porque vienen barcos con turistas, les ponen de comer y ahora los bichos se han acostumbrado a la comida gratis. Hasta vi una tortuga que vino a lo mismo.

    Por la tarde, en un principio, solo me tenían a mi, pero al final apareció un montón de gente, muchos aprendiendo y un grupo de tres mórbidas que querían hacer una y solo una inmersión y ya tenían el título de Aguas abiertas. A mí me preocupaba que cuando las tiraran rodando al agua provocasen un tsunami de esos, que cada una llevaba solo en las extremidades inferiores unas lorzas que debían pesar, por pierna, más que el Elegido, pero claro, yo soy noréxico-bulímico-pa’l-coño de esos, pero bueno, alguna comentarista que no mentaremos por su excesiva sensibilidad  se sentirá aludida por ser tan cruel con sus amigas Orcas. La inmersión era en un pináculo cercano llamado Batthi Giri y antes de entrar nos dijeron que en el último año hubo un temporal que destruyó un montón de los corales, que a ese sitio en el Google Vil Maps lo llamaban el Jardín de los Corales / truscoluña no es nación y ahora deberían llamarlo el cementerio de los corales / truscoluña sigue sin ser nación. Era más bien un paseo relajado en el que vi un tiburón de punta de aleta blanca, un par de morenas, muchos corales que daban lástima y muchos bancos de pececillos y algas, pero vamos, que quizás deberían tacharlo de su lista e ir a otro lado porque daba un poco de lástima. Una de las Orcas tuvo un problema de sellado de su máscara, o quizás las lorzas faciales impedía que la silicona de las máscaras se ajustara y le entró agua y fue incapaz de quitársela, se lo tuvo que hacer el Dive Master. Se supone que eso lo aprendes en los cursos, pero cada vez tengo más claro que muchas de estas empresas quieren el dinero y les da totalmente igual si aprendes las cosas o no. Al volver estuve un rato en la playa y después me duché y fui a cenar, de nuevo junto a la playa y tras la cena me retiré que el día siguiente, el tercero Buceando en Fulidhoo, comenzará de nuevo muy pero que muy pronto.

  • Mi día con los tiburones nodriza

    6 de noviembre de 2024

    Mi primer día en Fulidhoo empezó a las seis y media de la mañana, después de 8 horas de sueño, que para mí, el jetlag lo tengo al revés y cuando vengo a Asia me ajusto inmediatamente y el regreso es una pesadilla. A las siete y media comenzaba el desayuno y aquello estaba lleno. Yo estoy en media pensión y por la noche para cenar éramos cuatro gatos, pero está claro que hay mucha más gente para los desayunos. Después de la pitanza me acerqué al Club de buceo, que está básicamente al lado de la pensión y me dieron las cosa que necesitaba para bucear y me metieron en el barco y salimos. Esta gente hacen dos inmersiones por la mañana, a veces sin volver al Puerto y una por la tarde. Para la primera estuvimos navegando alrededor de media hora para llegar a un lugar llamado Reethi Kandu, una pared vertical. Había bastante corriente pero básicamente nos arrastraba y sólo teníamos que dejarnos llevar, con lo que es bastante relajada ya que haces muy poco esfuerzo y simplemente te limitas a disfrutar.

    Nada más descender, en un hueco en la pared, vimos un tiburón nodriza bastante grande, con lo que es el sexto tipo de tiburón que veo desde que llegué, aunque estoy convencido que por la noche mientras cenaba mirando al mar ya vi un par de ellos en la playa que tenemos delante. Siguiendo con la inmersión, vimos una morena honeycomb, que no recuerdo como se llaman en español y paso de buscarlo, después vimos varias morenas negras, los peces payaso de las Maldivas, que siempre están en sus anémonas, varios tiburones de punta de aleta blanca y en un sitio de la pared vimos un camarón pequeño muy espectacular, pro no tengo ni idea de qué tipo era.

    Cuando salimos aproveché para tomar el sol en la cubierta superior del barco y de paso, calentarme, que yo no soy mórbido como otros y otras que no voy a mentar y claro, con tan poca grasa te da frío al momento. Regresamos al Puerto porque había gente que solo hacía una inmersión y otra gente que entraba para la segunda.

    Había un montón de españoles y con niños, que yo pensaba que en España la gente no se puede ir de vacaciones en período escolar, pero parece que gracias a podemitas, truscolanes y suciolistas, como ahora son los padres los que deciden si sus hijos pasan de curso, ya no importa si no van a clase. La segunda inmersión era en un lugar cercano llamado la esquina de Fulidhoo, también una pared y ahí la corriente era más fuerte que en la primera. Nos dividieron en tres grupos, los avanzados, los que se quedaban a veinte  metros y los niños que se quedaban en doce metros.

    La inmersión fue larguísima, en distancia, porque la corriente era tan fuerte que hicimos un par de kilómetros mientras avanzábamos. En el camino vimos dos tiburones grises grandes, dos mantas nos pasaron por encima, un águila marina estuvo cerca, vimos primero un pez Napoleón grandísimo y después otro algo más lejos, atunes y algún tiburón de punta de aleta blanca. Al salir tuvimos que esperar un rato en el agua porque el barco estaba recogiendo gente como a un kilómetro de nosotros, ya que según las profundidad, unos hicimos tramos más largos que los otros. En ese momento comenzó a diluviar y con la lluvia regresamos a puerto, para un descanso de dos horas antes de comenzar la tercera inmersión del día.

    La tercera inmersión la llamaban El lugar de los tiburones y yo pensaba que iríamos a algún sitio con una pared, corrientes y los tiburones de siempre, pero me equivoqué completamente. Fuimos junto a Dhiggiri, una de las inmersiones más famosas del universo. Es un sitio con poca profundidad, unos doce metros y en el que hay una población residente de tiburones nodriza. Desde Guraidhoo, la excursión es con gafas y tubo y vale una pasta que no veas y esta era buceando. Este es uno de esos lugares que tenía en mi lista de sitios que quería visitar. Ya antes de entrar, según oyeron llegar el barco, los tiburones subieron a la superficie y al saltar al agua tenías que tener cuidado de no tirarte sobre uno de ellos. Aquello fue el acabose, decenas de tiburones nodriza nadando a tu alrededor, posados en el fondo, siguiéndote, tocándote, mirándote, tú los mirabas o los seguías o los tocabas, fueron cincuenta minutos muy intensos en los que no dejé de alucinar. Me tuve que controlar porque podría haber grabado los cincuenta minutos de un tirón pero sé de uno que no me lo perdonaría en la vida, que lo puedo hacer episodios de tres minutos y tener para un mes de contenido tres veces a la semana de un más de lo mismo brutal. 

    Al salir del agua y comenzar el regreso, apareció un grupo gigantesco de delfines que empezaron a hacer piruetas, saltos y demás delante del barco y no hay mejor broche para un día alucinante. Fue la guinda que coronó la jornada, o eso pensaba yo en ese momento. Al volver a Fulidhoo, me di un paseo por la playa e hice fotos de la puesta de sol y cuando bajé a cenar y me volví a sentar en la mesa mirando la playita, vi que en el agua, que no es muy profunda, habían tres tiburones nodriza. Me acerqué a verlos y otra gente me siguió. En eso que uno de los trabajadores de la pensión trajo algo de pescado desmenuzado y les empezó a poner y vinieron como quince tiburones nodriza delante mío y con una profundidad de veinte centímetros, como mucho. Otro momentazo épico y legendario. Después de la cena me piré a mi habitación que mi jornada volvía a comenzar pronto. Este fue un día fabuloso.

  • Entre un montón de tiburones, rayas y mantas

    5 de noviembre de 2024

    Nos quedamos por la mañana del domingo en el aeropuerto de Malé. Lo primero que hice fue comprarme una tarjeta prepago telelefónica para tener datos y después de eso, saqué moneda local en un cajero del barrio y pillé un taxi y me fui a un club de buceo local con el que había apalabrado al menos una inmersión. Resultó que tenían a una pava de Taiwán y nos apuntamos para dos inmersiones. Dejé mi bolsa en el club de buceo y salimos para el muelle de Huluhmale, básicamente es la isla artificial en la que está el aeropuerto de Malé. Llegamos al muelle y allí nos subimos en un barco bastante grande y salimos. La primera inmersión era en la boca del Muelle y al sitio lo llaman Madimiyava Kanmathi que se puede traducir por truscoluña no es nación o la pecera de los tiburones. Allí llevan diez años tirando los restos del pescado que se prepara en la lonja de la isla y por eso, hay una cantidad ingente de tiburones que vienen a comer gratis. Esto hay que vivirlo para creerlo, aunque el Ancestral se jartará a ver vídeos alucinantes. Había decenas y decenas de tiburones de cinco tipos, entre ellos tiburones tigre gigantescos, tiburones guitarra, que era la primera vez que los veía, tiburones spinner, que ni sé como se llaman en español y que también era mi primera vez y un par de tiburones martillos gigantescos y otros tiburones de los que me dijeron el nombre y ya se me olvidó. Además de eso, había probablemente más de cien rayas y todos los animales en el mismo sitio a tu alrededor. Fue una de las inmersiones más espectaculares que he hecho en mi corta vida. Pienso volver a ese lugar.

    Desde allí nos llevaron a otro sitio llamado Lankan Manta Point, en otro atolón como a media hora de distancia y en donde el dive master nos garantizada que veríamos mantas. Bajamos y vimos dos y yo alucinando pero es que después en otro sitio se pusieron tres a bailar alrededor de nosotros y pasándonos muy cerca y aquello fue otra experiencia mágica y alucinante, fue una auténtica pasada. Tengo también vídeo tras vídeo de las mantas revoloteando sobre nosotros o sobre mí. Salí del agua alucinando y flipando. Al volver al centro de buceo, ya quedé con ellos para regresar en seis días y desde allí cogí la guagua al aeropuerto, lugar en el que me tenían que recoger para llevarme a mi primer destino, el islote de Fulidhoo. El que me tenía que recoger tardó y ya estaba pensando que me habían dejado tirado cuando el chamo dio señales de vida. El barco, una falua de esas rápidas, iba petardo de locales y desde Malé hasta Fulidhoo tomó como setenta minutos, con la falua a todo meter y a base de golpes, todos nos amodorramos y nos medio dormimos. Al llegar a Fulidhoo me estaban esperando los del lugar en el que me quedo y me llevaron a mi habitación, que está muy bien. Ya llevaba más de veinticuatro horas fuera de mi keli, así que me di una ducha, salí a comprar agua de beber y después a las siete de la tarde me dieron la cena, que en este sitio estoy a media pensión y para cuando me puse a escribir las anotaciones, ya estoy cansadisimo, así que aquí lo dejamos.

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