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  • Regresando a Utrecht desde Malé

    23 de mayo de 2025

    Llegamos al día del regreso, que comenzó temprano, o más bien a la hora a la que me levanto por allí, sobre las seis de la mañana. Como no tenía desayuno en el supuesto hotel, pero sabía que estaba a menos de cien metros de la mejor pastelería de la ciudad y que abre a las seis de la mañana, según me levanté, salí a la calle, fui a la pastelería y me compré unas cosillas para desayunar:

    Un muffin de limón, otro de chocolate y un donut. Ya el día anterior había comprado el zumo y un café frío que había que menear y menear y menear antes de abrir, supongo que para crear el efecto de la leche montada como nata. Allí mismo me lo jinqué con ilusión y alegría antes de ducharme, afeitarme y marcharme. En el supuesto hotel te intentan vender como una auténtica ganga y algo maravilloso el llevarte al aeropuerto por quince dólares, pero lo cierto es que se limitan a llamar a un taxi que les cuesta cinco dólares, con lo que ganan diez ellos y lo mejor es que estaba a seiscientos metros de la estación de ferrys y allí, por un dólar, o sea, catorce menos, tomas el ferry que te lleva en siete minutos al aeropuerto y te deja delante de la puerta, con lo que fui andando al ferry y abandoné la isla de Malé rumbo al aeropuerto en barco

    Cuando íbamos hacia el aeropuerto, tenemos una vista de la gran mezquita de la ciudad, nombrada en la anotación de ayer y del puente chino que conecta la isla del aeropuerto con Malé. También decir que de haber ido en taxi habría tardado más tiempo, que todo el tráfico va por ese único puente que tiene un semáforo al principio y al final para que la experiencia sea más fascinante, te hacen pasar un par de atascos, como en cualquier país moderno. Que yo sepa, este es el único puente entre islas en las Maldivas y tanto la isla del aeropuerto como la isla de Hulhumalé son artificiales, la única isla auténtica ahí es la de Malé con la ciudad.

    Al llegar al aeropuerto y sabiendo que en el control de pasaportes no te dejan pasar con tarjeta de embarque digital y tal y tal, fui a los mostradores de facturación y me dieron una de papel. El aeropuerto sigue siendo el cutre y viejísimo porque el presidente terrorista-musulmán-de-mielda del país se niega a inaugurar el nuevo ya que sin elecciones no hay ganancia electoral alguna para él y lo tiene acabado y se retrasa una y otra vez su apertura, que cuando estuve en el 2023 se abría en el mes que yo fui, cuando estuve en el 2024 hubo dos retrasos, el segundo coincidió con mi visita, después decían que lo abrían en febrero de este año y ahora dicen que en octubre, con lo que sin elecciones, tampoco abrirá este año. Pasé el control de pasaporte y el control de INseguridad, en el que la principal obsesión es la de los líquidos. Una vez dentro en el edificio ancestral, en el que hay cuatro tiendas y una nave inmensa desde la que se toman las guaguas a los aviones, esperé a que comenzara el embarque.

    Lo bueno de sentarme en la punta de atrás es que me llamaron de los primeros y fui en la primera guagua al avión. Tenía asiento de ventana casi atrás del todo para que el ala no me joda la vista. Tuve que esperar casi una hora a que subiera todo el mundo, que trayendo guaguas la cosa toma su tiempo y finalmente estábamos todos dentro y antes de salir, también me gustaría comentar la diferencia entre un aeropuerto Europeo y este. En Europa, en el embarque hay una persona, quizás dos y son más que suficientes para encauzar los pasajeros al avión. En Malé, contadas por el Elegido, veinte personas por vuelo, veinte y el proceso de embarque es totalmente caótico y más lento que cuando lo llevan dos y por eso toma una hora. Cuando se llenó el cacharro hasta la bandera, el chófer quitó el freno de manos y salimos por patas de allí y como esperaba, despegamos hacia el norte y tengo un vídeo muy bonito con los atolones que veremos algún día.

    Una hora después nos daban la pitanza, que en ambos vuelos, al igual que en la ida, era la misma, con tres opciones de plato principal, pollo con pasta, albóndigas de carne de vaca con puré de papa y gnocchi, que fue la que elegí esta vez porque en los dos vuelos anteriores probé las otras dos:

    Personalmente prefiero las aerolíneas europeas pero tengo que admitir que esta gente da muchísima más comida y de más calidad. Aunque en el avión era un aquelarre alcohólico y todo el mundo pedía vino y cerveza, yo seguí con mis zumitos de manzana. Pasé ese vuelo de cuatro horas hasta Doha viendo series, o una serie, que entre los dos vuelos me vi todos los episodios menos uno de la segunda temporada.

    En Doha tenía que esperar dos horas y media y por supuesto, mi avión estaba literalmente en el otro lado del aeropuerto y de nuevo tenía que volver a pasar un estúpido control de seguridad en el que te quitan los líquidos. Alguien debería decir a los terroristas-musulmanes-de-mielda que todas las personas que llegan ya han pasado esos controles y en muchos casos, mucho más estrictos que los suyos, que yo no saqué los líquidos de la bolsa y los esclavos que tienen allí no se dieron cuenta y no me dijeron nada, lo cual demuestra lo estúpido que es este control.

    En el punto central del aeropuerto está la masiva obra de Oso/Lámpara que el jeque del país compró por una millonada y que es horrendo y de mal gusto, pero bueno, tampoco se puede esperar buen gusto de un tipo que viste siempre faldas largas blancas y considera a las mujeres animales de procreación y compañía, como las mascotas. Mi segundo vuelo era en un Airbus A350-900, algo de agradecer porque ese avión, además de ser más nuevo, tiene los asientos más grandes y uno menos por fila, con lo que no iríamos tan enlatados. De nuevo conseguí ventana y a mi lado sentaron a una morita y en el pasillo a una pava neerlandesa. En la fila delante de mí, al parecer, dos panolis, pareja, eligieron el asiento de ventana y el del pasillo con la esperanza que les dejaran el del medio vacío y cuando llegaron y vieron que tenían al primo segundo de Bin Laden sentado allí, a los dos cabezas de queso se les vio el tremendo disgusto en la jeta. El avión, hasta el momento del despegue, lo mantenían con las persianas de las ventanas cerradas para evitar que los cuarenta grados de afuera nos recalentaran, que Doha es el puto infierno en la Tierra. Afuera del avión, esclavos movían equipaje y demás. La comida era la misma y en esa ocasión elegí las albóndigas de carne de vaca. En el vuelo seguí viendo la serie para no dormir, algo que conseguí. También mantuve la persiana de la ventana abierta para que la luz evitara que me durmiera. Llegamos a Schiphol con diez minutos de adelanto. Después de salir del avión, prácticamente el último por ir sentado por atrás, corrí al control de pasaporte y ejecuté un truco que no pienso dejar aquí y que te garantiza recortar el tiempo en el lugar, salí a la zona de recogida de equipaje y vi que si corría, pillaba el tren a Utrecht, que salía en tres minutos, así que me di el carrerón y llegué a tiempo. Se supone que la conexión al tren de mi barrio me la perdía, porque era solo de un minuto, pero resultó que el tren en el que iba llegó con un minuto de adelanto, volví a salir por patas, con la ventaja adicional que mi puerta estaba junto a las escaleras y conseguí entrar en el tren que me llevó a mi barrio y desde allí fui andando a mi keli, en la que entré unos minutos pasada las diez de la noche, hora neerlandesa, o pasada la una de la mañana, hora maldiviana y así acabó esta semana de buceo en Rasdhoo.

  • Séptimo y último día de buceo en Rasdhoo

    22 de mayo de 2025

    Llegamos a mi último día de buceo y también mi último día completo en las Maldivas y en ese día, mi Dive Master maldivo me dijo que nos podíamos hacer dos inmersiones y acabar antes de las diez y cinco de la mañana, que veinticuatro horas más tarde despega mi avión a esa hora y así tengo el descanso reglamentario sin buceo. Quedamos en el muelle para bucear a las seis, nosotros dos solos y la tripulación del barco. Teníamos aire enriquecido, así que se trataba de aprovecharlo y para esa primera inmersión, nos fuimos al canal de Rasdhoo, en donde mismamente estuvimos el día antes, solo que esta vez la corriente estaba revirada y salíamos desde donde llegamos el día anterior. No había mucha corriente y al principio, en los primeros pináculos no veíamos nada, lo cual era muy raro. Mirando por el fondo, el Dive Master me señaló un nudibranquio muy raro que resulta ser una Phyllidia varicosa:

    A mí es que al mirarlo me recuerda un montón a la digitalmente difunta Virtuditas, es que la babosa es clavadita a ella. Como íbamos avanzando de pináculo en pináculo, finalmente nos topamos con tiburones grises, que son los más numerosos en la zona y que nos demuestran que aquel ecosistema está saludable, que donde hay tiburones, quiere decir que el círculo de la vida está bien cerrado. Los hemos visto y ya los deberíamos identificar sin dudarlo, pero por si acaco, pongo uno de hoy:

    A estos tiburones se les reconoce por la punta de la dorsal blanca y la cola y la dorsal pequeña y las puntas de las aletas en negro, además que son grandes y con volumen, muy estilizado y elegantes. En una de esas estaciones de limpieza, cuando pasábamos, estaban varios de ellos allí en plan meditando y de repente salieron disparados, pero disparados hacia la superficie y tras ellos, varios meros. Al parecer entró en la zona un banco de peces que son como tapitas para ellos y cambiaron al modo de ataque y te puedo confirmar y te confirmo que son jodidamente rápidos. Fue flipante ver esa escena. Después otro intentó atacar un banco de peces cerca de nosotros y esos se ponían detrás de él y le mordían la cola para que se fuera, lo cual tengo en vídeo. Tremendo espectáculo que no me perdí. Junto a una de las estaciones de limpieza vimos una tortuga verde:

    Que vemos en la foto, aunque iba por debajo de nosotros y a mí me dio pereza bajar. Cuando acabó la inmersión, pasé por la cocina de Fefa la Jedionda y me compré un bocadillo de pollo y un par de dulces para almorzar y los guardé en la nevera de mi cuarto, que me iba a la una y media y no me daba tiempo de ir a comer a los restaurantes de la isla. Hice mi último desayuno en Rasdhoo y para la segunda se vino uno de los dueños y Dive Masters españoles del club de buceo.

    El Dive Master me había dicho de ir al norte del atolón, pero estuvo mirando las mareas y habló con unos pescadores y cambió el plan y me dijo que nos tiraríamos en el canal Madivaru, solo que la corriente allí también estaba invertida y entraríamos desde el final y por la zona en la que se ven los tiburones de puntas plateadas, que son los más raros y difíciles de ver porque viven a mucha profundidad. Básicamente íbamos primero al lugar en el que se sospecha que hay una guardería de crías de esos tiburones. Nos lanzamos, comenzando mi última inmersión en este viaje y la número diecinueve desde que llegué y efectivamente, en el primer pináculo vimos al menos tres crías de tiburones de puntas plateadas y otro más crecidito. Una de las crías se me acercó:

    Suelen ser muy tímidos y nos evitan, pero este vino a curiosear. A partir de ahí, en los siguientes pináculos, multitudes de tiburones grises, peces Napoleón y en total vimos Nueve águilas marinas, en diferentes momentos. También varios bancos de peces y cuando ya estábamos cerca del final y no buceábamos a mucha profundidad, pasamos junto a un grupo de barracudas a las que vemos en esta última foto:

    Los peces murciélago nos siguieron durante un rato y en algún momento vi una morena a la que no prestamos ninguna atención. La inmersión duró una hora y un minuto y salí con quince minutos de margen, con lo que cuando vuele el domingo, tendré veinticuatro horas y quince minutos desde mi última inmersión. Me despedí de los colegas y volví al hostal y allí me duché y preparé la maleta, pagué lo que me faltaba pagar, me comí mi bocadillo de pollo y a la una y cuarto me llevaron al muelle del ferry y allí llegó el barco rápido, que iba petadísimo. Por suerte el mar estaba bien y en una hora estábamos en Malé, la capital de las Maldivas. Caminé a mi hotel, que estaba a quinientos metros de las paradas de los barcos y por la tarde salí a dar una vuelta e hice un montón de fotos de la ciudad e incluso estuve andando en el puente chino que conecta Malé con la isla artificial en la que tienen el aeropuerto. Lo más curioso de esa ruta fue ver la playa NO BIKINI, que en realidad no quiere decir que las hembras estén en tetas sino que está prohibido usar bikini y allí todo el mundo se mete en el agua emburkado o con los trapos esos de limpiar el piso que llevan en la cabeza. La playa da un montón de grima, no puede ser muy higiénico y esa gente después se van a casa así, con esas ropas ensalitradas. Cené en un sitio que ya conocía de la visita anterior y me compré en una tienda un preparado de café y un zumo para el desayuno del día siguiente, que el hotel en el que me quedo no dan desayuno y está a menos de cien metros de la mejor dulcería de las Maldivas, que además abre a las seis de la mañana, con lo que me compraré dulces recién hechos y desayunaré esos manjares antes de ir al aeropuerto, pero ese será el último capítulo del relato.

  • Sexto día de buceo en Rasdhoo

    21 de mayo de 2025

    Vivo en una burbuja fuera del espacio-tiempo y sin darme cuenta, hoy es viernes y quiere decir que mañana será mi último día de buceo en Rasdhoo. Para hoy me habían planeado dos inmersiones especiales con mi Dive Master maldiviano. Solo queda la otra pareja española y ellos bucean con uno de los socios del club de buceo y su novia. Hoy comenzamos a las ocho de la mañana y desayunamos antes de salir. Ya en el barco mi Dive Master me dijo que íbamos a ir de nuevo a Madivaru channel, a cruzar el canal y esta vez el objetivo era ir desde Madivaru hasta la isla de Rasdhoo, el cual conseguimos. Llevábamos aire enriquecido, con lo que tenemos más tiempo a más profundidad y nos cansamos menos. Al final no hubo mucha corriente pero llegamos hasta el otro lado porque tampoco nos frenaba nada. Nada más entrar en el agua noté la bioluminiscencia, que aún se podía ver. Mientras avanzábamos entre los diferentes pináculos, bancos de peces gigantescos y entre pináculos vimos cuatro águilas marinas que cambiaron su ruta y al menos una de ellas, que se separó del grupo, pasó muy cerca de mí.

    En un punto determinado, uno de los tiburones grises estaba acosando un banco de peces y tengo un vídeo fabuloso y fastuoso a la par que zarrapastroso en el que se puede ver como algunos de los peces, se ponen por detrás del tiburón y como que lo muerden hasta que esté se aleja, escena de la que viene la imagen anterior, algo que está clarísimo que sólo se puede ver en el mejor blog sin premios en castellano. En la ruta vimos una cantidad ingente de peces Napoleón, llegó un momento en el que dejé de contarlos pero hubo instantes en los que podía ver hasta tres. La inmersión fue fabulosa.

    Descansamos lo justo y aprovechamos para ir a Ca’Fefa la Jedionda o algo así, una keli en la que cocinan comida local, mayormente fritanga y bocadillos y se vende a precios de risa, así que por un par de leuros me compré una bolsa llena de cosas para almorzar, ya que al ser viernes, cierra todo durante unas horas y algo como almorzar se vuelve difícil o quizás imposible.

    La segunda inmersión era en Rasdhoo Channel y esta vez nos hicimos el cruce del canal entero, desde una isla a la otra. Cruzar canales es complicado y solo lo hacen con pocas personas y cuando tienen muchísima fe en tus habilidades de buceo, que tratándose del Elegido con sus trescientas nueve inmersiones, está garantizado. Al Dive Master le encanta bucear conmigo porque yo no le impongo la agenda, le pido que haga algo que le guste un montón y que normalmente no tiene oportunidad, como cruzar el canal, algo que muy poca gente quiere hacer porque puede requerir un montón de ejercicio y no hay nada garantizado. Nos lanzamos al agua y nada más bajar había un banco de peces murciélago gigantesco y tres pequeños, como crías, se vinieron hacia nosotros y nos acompañaron durante toda la inmersión, lo cual fue súper-chulo porque en muchos de los vídeos los tenemos acompañando las imágenes. En un punto determinado nos cruzamos con un tiburón de puntas plateadas enorme y casi no me dio tiempo de hacer el vídeo que lo prueba pero lo tengo y la imagen que viene a continuación da fe del avistamiento:

    En un momento determinado nos cruzamos con otras cuatro águilas marinas, o quizás las mismas, pero tiendo a creer que eran otras porque estábamos en otra zona. Pasaron por debajo de mi y tengo un vídeo fastuoso y hasta la imagen que viene a continuación es preciosa:

    Las águilas marinas están entre mis animales favoritos porque son elegantes y siempre se acercan a saludarme, hay un aprecio mútuo. Durante la inmersión vimos un montón de tiburones grises, alguno de punta de aleta blanca y hasta uno con punta de aleta negra y vimos una tortuga verde, que son las habituales y una tortuga Carey o Hawksbil sea turtle, que es como las llaman en inglés.

    Tuve un montón de suerte y vino hacia mí y por eso tenemos esa foto alucinante. Salimos al otro lado del canal y fue otra inmersión legendaria. El Dive Master estaba flipando y más cuando le dije que si buceábamos temprano el sábado, podíamos hacer dos inmersiones y que yo quería aire enriquecido, así que para mi último día, saldremos a bucear a las seis de la mañana y más que probablemente volveremos a los canales para otra gran aventura.

    Después del buceo me fui a la playa con los españoles a comernos la pitanza que llevábamos y después pasamos allí parte de la tarde. Fuimos a ver la puesta de sol al muelle, en el que también se pueden ver tiburones nodriza en el agua y por la noche nos fuimos a celebrar la última cena en la isla, que ellos se irán a primera hora de la mañana, ya que vuelan en el mismo día. Algo de interés para cierto comentarista es que tengo asiento de ventana en Ambos vuelos, con lo que es muy pero que muy pero que muy probable que hayan vídeos de despegues y aterrizajes que se sumarán a todos los que tengo pendientes.

    El formato este poniendo fotos sacadas de los vídeos, aunque me toma un montón de tiempo para preparar, me parece muy instructivo y visualmente agradable.

  • Quinto día de buceo en Rasdhoo con tres inmersiones

    20 de mayo de 2025

    Después de las dramáticas circunstancias de los dos días anteriores el jueves se presentaba fastuoso y fantástico con tres inmersiones planeadas y la primerísima Acompañando la salida del sol, que para mí es un momentazo para bucear porque los cazadores nocturnos ya están pensando en lavarse la boca e ir a dormir y los peces diurnos ya están dando gracias a algún Dios por no haber muerto de noche y vivir un nuevo día. Como en la ocasión anterior, teníamos que estar en el barco a las seis menos cuarto y los dos españoles que quedan venían conmigo, con lo que éramos tres clientes y dos Dive Masters. Ya sin el francés, yo voy con mi maldiviano. Después de comprobar las mareas entrantes y salientes quedó claro que íbamos a bucear en el Madivaru channel, es decir, a través del canal de entrada y salida del agua desde el Atolón hacia el océano, o de uno de los canales. Hay varios pináculos bastante profundos y la idea era seguir el canal, en el que además, hay una grande o grandísima probabilidad de ver tiburones de puntas plateadas, de los que el día anterior vimos uno adulto y fue la comidilla de la isla, que en los otros clubes se enteraron y estaban muertos de envidia. En este canal se cree que hay una guardería de las crías de estos tiburones y es el único lugar en el universo conocido en el que se sospecha que las críasn ganan tamaño antes de hundirse a profundidades mayores Para hacer el resto de su vida. Para esta inmersión pedí oxígeno enriquecido (Nitrox), porque es profunda y quería tener más tiempo abajo. Nos lanzamos al agua y llegamos hasta la mitad del canal, vimos varios grupos de tiburones de puntas plateadas jóvenes, como hermanos, en grupos de dos, tres o cuatro, flipante y en algún caso, jugaban con un Napoleón, que es un pez enorme. También vimos alguna barracuda a patrullando la zona y una raya grandísima. A medio camino cambió la corriente y tuvimos que meternos en el atolón porque la corriente nos quería sacar al océano Índico. Fue una inmersión muy buena.

    Al salir volvimos al hostal a desayunar y por fin, hice la foto del desayuno, que se me estaba resistiendo mucho. Una hora después volvíamos al barco para la segunda inmersión y en el camino, los españoles fueron a la cocina de una keli en la que un chamo local prepara comida y la vende y le compra todo quisqui, a precios de risa. Se aprovisionaron allí y ya me han confirmado que todo estaba riquísimo. En la segunda inmersión seguíamos usando oxígeno enriquecido Y En esa íbamos a cruzar el Rasdhoo channel, el canal del otro lado de la isla. Comprobó las corrientes y eran las adecuadas. Nos lanzamos al agua, alcanzamos la profundidad de crucero, alrededor de veinticuatro metros y en el primer pináculo, que aquí eran muy profundos, vimos un pez de puntas plateadas adulto y a la prueba visual me refiero:

    En realidad había varios tiburones en ese pináculo, pero en ningún momento tuvimos más de uno en la estación de limpieza delante de nosotros. No nos enganchamos y seguimos la ruta y en el siguiente pináculo había como diez tiburones grises y en el tercero eran más de doce y algún Napoleón, nos quedábamos flotando viéndolos Un rato despacito y después seguíamos. Entre los grises de cuando en cuando veíamos algún tiburón de punta de aleta blanca, vimos una raya, muchos bancos de peces pequeños y en el tramo final estábamos en el arrecife de la isla siguiente y allí vimos un betta marino, unos peces difíciles de ver y de nuevo, hay prueba visual:

    El pescado es la cosa esa negra con lunares de la parte central inferior. Otra curiosidad fueron dos peces payaso, pero no los maldivianos, que estaban en su anémona y el Dive Master les ponía burbujas de aire y ellos como que se acercaban para frotarse o ducharse con ellas. Fue superdivertido y el vídeo será fastuoso pero hasta que llegue, nos conformamos con una romántica imagen de los dos peces:

    Cruzamos por completo el canal, que es larguísimo y fue una inmersión interesante y fabulosa y no la típica de grupo, que estas aventuras solo se pueden hacer cuando somos pocos o mejor, el Elegido y un dive Master. La isla en la que acabamos tiene un complejo turístico y se llama Kuramathi.

    Paramos una hora y volvimos al barco para la tercera inmersión y nos ofrecieron visitar un pecio, el del Kuramathi Queen, la reinona de Kuramathi, un barco que hundieron cerca de la isla a propósito, de unos treinta metros de largo. El problema es que hay poca visibilidad y la ventaja es que no está muy profundo y no necesitábamos oxígeno enriquecido.

    En la imagen anterior vemos el motor y la sala de máquinas del barco. El lugar está llenísimo de vida pequeña, vimos camarones milimétricos, cangrejos diminutos Y peces que parecen más bien piojos y que por descontado, nadie me puede decir sus nombres así que no los puedo poner por aquí. No se podía entrar en el pecio y la visibilidad era de menos de cinco metros, con lo que si te alejabas de tus compañeros, definitivamente te perdías. Sirvió para ver algo distinto tras días de tiburones y más tiburones que allí no había ninguno. Al salir volvimos a puerto y me fui a almorzar y tras eso a la playa, que había un día muy bueno y allí me encontré con los españoles y nos pasamos la tarde alegando. Después fui a ver la puesta de sol, que no hubo por culpa de las nubes bajas y lo siguiente fue ir a cenar con los españoles. Ya se nos acaban los días en la isla, me quedan dos días de buceo y en ambos, habrá solo dos inmersiones, el viernes por ser el día del señor terrorista-musulmán-de-mielda y el sábado porque tengo la limitación de las veinticuatro horas de descanso antes de volar el domingo.

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