Rambo: Last Blood


Al contrario que muchos que se avergüenzan o lo ocultan porque no es algo chulo y de lo que estar orgulloso, yo no tengo ningún problema en afirmar y reconocer que todas las sagas de Sylvester Stallone me flipan y que es uno de mis actores favoritos y no me pierdo una de sus películas en el cine y cuando la gente arquea la ceja, me la suda hasta el infinito y tres kilómetros más allá y les deseo todo lo peor siempre. Llevábamos desde el 2008 esperando a que Rambo – John Rambo volviese a su casa cinematográfica antes de navidad y matase un buen puñado de chusma y gentuza de la peor y lo ha hecho, ha regresado y ha sido una experiencia religiosa. La nueva película se titula Rambo: Last Blood y se ha estrenado esta semana en España con el mismo título. Decir que la fui a ver a la sala del multicines con la pantalla más grande, el Dolby Atmos, el proyector láser 4K y todo lo demás, porque este hombre se merece eso y muchísimo más.

El PUTO AMO vuelve para matar una miasma de julays que no veas.

Rambo se ha retirado y vive en una granja y hay una chavala hispana que lo quiere mucho y todo eso y cuando a la pava se le ocurre irse a México porque la llamó una zorra asquerosa que le dijo que ha encontrado al padre que no ha conocido, la chiquilla va para allá y acaba de puta en un puticlúb controlado por una banda. Rambo tira pa’bajo, pone en su sitio a la guarra que la vendió y después va al club, recibe una tunda y todos sabemos como se las gasta cuando se calienta y lo mal que acaba la gente que se enfrenta a él.

Yo prácticamente me eché a llorar cuando empezó la película y lo vi allí glorioso, con sus movimientos lentos, que parece que le faltan pilas y ese hablar como de acarajotao. Toda la primera mitad de la peli es una historia pausada y bonita con Rambo retirado. Es fabulosa, pero le falta algo, la salsa esa de la vida de estas pelis. Y eso nos llega en la segunda parte, cuando se baja a México. Este hombre que nunca se ha andado con miramientos ahora es directamente más explícito y tenemos seguramente una de las películas más violentas de la saga. De la parte mexicana solo vemos algunas muertes, pero vamos, muy elocuentes pero después se vuelve a gringolandia para esperar al resto y esa escena, en una especie de mina que ha hecho el solito de puro aburrimiento es espectacular, mata y remata y lo hace con la precisión de un robot de cocina, es el PUTO AMO una vez más y estás en el cine sintiendo la necesidad imperiosa de aullar y gritar y aplaudir porque aquello es épico y legendario. Quiero volver a verla para contar la gente que mató en esa escena final porque juraría que solo subieron cinco coches desde México, con lo que en un cálculo muy optimista yo diría que tenemos treinta josdeputa y no me extrañaría nada si él mató trescientos cuarenta y dos, o quizás más, porque la orgía de sangre, sesos y miembros desmembrados es que no acaba nunca. Aquello fue un flipe que no veas.

Si eres un miembro del Clan de los Orcos, esto es O-BLI-GA-TO-RIO. Convocas al clan y vais todos en manada y os lo pasaréis bomba porque ya no se hace cine así. Si eres un sub-intelectual con GafaPasta, yo también te diría que vayas a verlo, que en el matar también hay mucho artisteo.


5 respuestas a “Rambo: Last Blood”

  1. Tengo cierto enano en casa que si no fuera por esa primera parte de la peli de la que hablas, le daría un «Peliculón».

  2. No me puedo creer que a tu niño no lo dejes ir a ver pelis de terror y lo llevas a una de Rambo como si fuera la última de Pixar

  3. Acaba de cumplir 12, juega con jueguecitos de tiros a porrillo, lo único que veto es el terror (porque aunque se haga el duro luego hay que aguantarlo cuando se va a acostar) y el sexo explícito, que aún no es momento. De hecho, en Netflix, sabe que tiene prohibido más allá de 16+. El otro día estaba viendo una serie manga con más sangre que Rambo…