Rifkin’s Festival


Todos sabemos que por culpa de un hijo de puta (literalmente, que visto el hijo se nota a la legua que la madre el concepto de fidelidad se lo pasaba por la pipa del coño) y de una chiflada que es la susodicha puta, la mafia de la cancelación se ha ensañado con Woody Allen y han pretendido convertirlo en uno de los más grandes criminales de la historia, con mentiras jamás probadas, aunque el hecho innegable es que la puta previamente mentada adoptó un montón de chiquillos y varios se han suicidado, pero de eso no se habla y la nombran madre del año. Por desgracia ya no tenemos una cita anual con el cine de Woody Allen pero este año ha habido suerte y hemos tenido Rifkin’s Festival, película que es española y que se estrenó allí mucho antes que aquí.

Un julay sospecha que su hembra le pone los cuernos y no veas la razón que tenía, aunque a él también le hace tilín una pava española, pero sin chimpún.

Una pareja gringa va al festival de cine de San Sebastián, ella para trabajar con uno de sus clientes, un director muy popular y él porque está convencido que su hembra se la está pegando. Una vez allí, el deambula por la ciudad con sus neuras y conocerá a una cardióloga española de la que se enamorará mientras recordará momentos de su vida en plan existencialista.

Woody Allen vuelve a sorprendernos y a hacernos reír con una historia llena de fantasía cinematográfica en la que el chamo como que sueña siguiendo el cine existencialista, al que homenajea y tenemos momentos fabulosos con escenas en sueco como si fuera una película de Ingmar Bergman o de otros grandes directores de clásicos del pasado. Como siempre y gracias a su dirección, los actores resplandecen y dan lo mejor de sí mismos. Tenemos sus neuras habituales y esas escenas con diálogos frenéticos que o te gustan u odias. Elena Anaya está fabulosa y seguramente este es uno de sus mejores papeles. Sobre todo esto, tenemos un paseo fantástico alrededor de la ciudad de San Sebastián que ha hecho que la ponga en mi lista de sitios a los que quiero ir en un futuro sin virus. Como con todas las películas de este director, va directamente al grano, mantiene un ritmo muy dinámico y liquida la historia en hora y media.

Esto es cine para los fans de Woody Allen, que dudo muchísimo que sean miembros del Clan de los Orcos, aunque seguro que hay algún sub-intelectual con GafaPasta.


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