Rutinas


Yo soy un animal de costumbres. Exóticas y cambiantes, pero con costumbres. Desde que me levanto hasta que salgo de mi casa por el jardín, voy completando una serie de etapas muy definidas y en un orden muy específico. Lo hago poco menos que dormido y si algo afecta al orden de las mismas, siempre sucede algo. Hace un par de semanas que tuve un par de días en los que se me olvidó coger los auriculares bluetooth para escuchar mis audiobook mientras voy en la bici y como consecuencia de ese despiste, acabé dejándome las llaves en la puerta de la caseta de las bicicletas. Después llamo a mi vecino y él las recoge y cuando vuelvo a mi casa me las devuelve partiéndose de risa.

En el tren siempre me subo en el mismo vagón y me siento en el mismo rincón. Frente a mí siempre se sienta la misma persona y ambos nos miramos como para verificar que el ritual se repite. Coincidimos por la mañana y muchas veces por la tarde y aunque nos hemos visto los caretos durante un año, nunca hemos cruzado una palabra. Al llegar a Hilversum siempre hago la misma ruta con la bicicleta, casi si darme cuenta y muchos días llego a la oficina sin darme cuenta.

En el trabajo es algo totalmente distinto. Mi rutina es lo inesperado y reacciono a los problemas que me llegan con mucha sangre fría, los analizo y busco la solución óptima, dependiendo del tema que sea puede ser la que se puede completar de manera más rápida o la que requiere más creatividad. Lo hago casi sin pensar. Hoy tuve uno de esos días en los que ya de entrada alguien viene con un problema extraño y aunque le pareció mágico e increíble, lo solucioné. Un par de horas más tarde viene otra persona con el mismo problema, el cual se encontró en otro lugar y yo, casi sin pensarlo, le di su solución. Al final del día un tercer gerente se me acerca y me plantea nuevamente el tema. Tres tropezando en la misma piedra en la misma jornada laboral es algo simplemente imposible. Le pregunté que de donde estaba tomando el café y el hombre me miró como si estuviera perdiendo el último hilo que me ata a la cordura. Insistí y él empezó a pensar y hasta me indicó la máquina de café en la que había adquirido la bebida. Yo me reía y él me miraba como quien está delante de alguien a quien se la ido el baifo y cuando dejé de reírme le expliqué que era el tercer gerente, en el mismo día que tenía el mismo problema y si consideramos que en las dos semanas anteriores ninguno cayó en la cuenta de dicho error, el cual ya existía, me parecía poco menos que increíble y se lo achacaba a lo único que tienen todos en común, que debe ser la máquina del café. El hombre me dijo que era imposible que otros hubiesen preguntado lo que él quería saber así que lo acompañé al despacho de los otros dos y ambos le cantaron la solución a su problema. Después nos echamos unas risas en la máquina del café y me fui a bobiar a mi despacho, el cual habito en solitario durante esta semana y como es tan grande, me obliga a poner la calefacción al máximo porque aquí parece que los augurios de un invierno frío se van a cumplir.

Entre las costumbres que forman parte de mi rutina está el ir al Café Cartouche con mis amigos. En septiembre pasé dos veces y en octubre ya he ido una. Siempre pido lo miso y lo único que cambia es la cerveza que bebo. El viernes al llegar pregunté si tenían Bokbier y el camarero me dijo que estaba enchufando el barril y en unos momentos estaría preparada. Después, con gran pompa, me sirvió La primera Bokbier de la temporada y cuando el resto de clientes lo notaron, todo el mundo empezó a pedirla. Todos la paladeábamos y la disfrutamos como puede hacer un niño con una barra de chocolate. A la primera le siguió una segunda, después una tercera, una cuarta y hasta una quinta, llegando a ese punto dulce en el que estás de vuelta de todo.

En menos que canta un gallo será el festival de la cerveza Bok en Amsterdam y siguiendo la rutina anual, este año también iré con el Moreno. Por desgracia también me he comprometido con otros y creo que tendré que ir dos de los tres días en los que celebra el festival con lo que seguramente acabe ese fin de semana muy malamente.

En fin, todo sea por las rutinas


6 respuestas a “Rutinas”

  1. Te entiendo, a mi me parece algo muy agradable el tema de las costumbres, yo también soy muy de rutina del día a día, aunque hago poca vida social, es lo único que se sale de la rutina, el caso es que lucho contra ella por que a mi edad recomiendan no seguir rutinas por el tema del ALZHEIMER, al que le tengo verdadero terror, si dijeran que los maricones no lo padecen seria capaz de convertirme…jajaja
    Salud

  2. Si que son fríos los holandeses, un año y sin decirse ni pío. Eso aquí es imposible, al tercer día ya te hubiera saludado, al sexto charlaríais sobre el tiempo y un mes después los lunes comentaríais el fúmbol del fin de semana. 🙂

    Por cierto, el otoño debe estar concentrado por ahí, que aquí ni llegó ni se le espera. Ayer y anteayer 26ºC a las siete de la tarde y todo el mundo paseando por la calle.

  3. Jc, hay otro que después de tres años comenzó a saludarme, pero este año cambié al tren de las 7.28 (antes iba en el de las 8.28) y ya no lo veo tanto. Yo creo que soy más bien yo, que paso un kilo, que la gente son como ladillas y a mí encima siempre me cogen cariño y después me cuesta deshacerme de ellos.

    Ahora mismo, 20:16, tenemos 8 graditos en mi jardín. La calefacción a piñón en la casa …

  4. Madre mía, 8 grados, ayer en Sevilla a las 20 horas, que salía del trabajo, había 34 grados y tuve que poner el aire acondicionado del coche.

  5. Ni que nos hubieran leído , desde ayer adiós al sol y bienvenida la lluvia. Por lo menos la calefacción está apagada, sigue apagada y al precio que nos están dejando la luz y el gas es cómo mejor está. 🙂 Si esto sigue así, en unos días los hayedos van a ser una fiesta para los fotógrafos.

  6. Los árboles frente a mi ventana del despacho ya tienen un 15% de hojas amarillas. En una semana el color va a ser increíble y en tres no creo que queden hojas.