Sin hijos


Estando en Gran Canaria la semana pasada, en cartelera en el cine había una película argentina y aproveché una tarde para ir a verla. Puede que seamos más de cuatrocientos millones de julays hablando el castellano pero nuestro cine no está a la altura y muy pocos títulos entran en el circuito internacional y por eso voy tan poco al cine a ver películas en la más grande de las lenguas. La película se llama Sin hijos e imagino que seguirá en cartelera en algunos cines.

Un julay se encoña de una pava y oculta que de un chingazo que dió en un pasado muy lejano, tiene una hija que es como una ladilla

Un tipo se tropieza con una hembra que se la pone morcillona después de un montón de años y como la quiere montar como cowboy a caballo, niega tener una hija porque la otra es como alérgica a los niños. Para mantener las apariencias y seguir mojando de gratis, tendrá que hacer virguerías hasta que todo se destapa y ahí se sabrá si su amor es del tipo verdadero o es tan falso como el los truscolanes por Europa, que al parecer la inventaron ellos, igual que el tres por ciento, la corrupción, los crímenes y los delitos.

En el cartel de la película se puede ver claramente algo que a mí me puso de los nervios durante toda la historia. El chamo tiene una napia que no veas, asusta esa cosa tan enorme y curvada. Es como pico de cotorra. Aparte de esa cosa visual, el guión es sencillo pero está bien hecho, te echas unas risas con algunas de las situaciones y lo mejor de todo, la niña es como una encantadora mosca cojonera. La hembra es Maribel Verdú, actriz que hacía la tira de milenios que no veía en el cine y que de siempre me gustó. Esta mujer tiene una atracción brutal que la cámara atrapa perfectamente. El del garfio en la cara es Diego Peretti, actor que creo que veo por primera vez en mi vida y que lo hace bien, aunque tenía algún que otro rato en los que resultaba pedante. El sorpresón es Guadalupe Manent, la niña, que es un descojono y que borda su papel. La historia es simple, estilo comedia romántica solo que en este caso, una de las partes oculta información a la otra para que la cosa no se desbarate. Todos sabemos que estas películas tienen un final feliz con lo que en ningún momento nos agobiamos en el cine. El director maneja los tiempos muy bien y aunque podría haber cortado alguna de las boberías de las tramas secundarias, consiguió un buen producto.

Este no es cine para los miembros del Clan de los Orcos pero sí que puede ser del gusto de los sub-intelectuales de GafaPasta que no tienen miedo de ver comedias.


Una respuesta a “Sin hijos”

  1. A mi el cine argentino me ha gustado siempre, el español también, entiendo mucho mejor el comportamiento de los personajes que el los comedores de chicle…
    Salud