Un día entre baldazos


Ayer tuve uno de esos días interesantes en los que parece que no hay un segundo que se pueda perder. Primero vino la parte en la que me prostituyo por un salario y a las cuatro de la tarde volvía a casa mientras nos lanzaban baldes de agua desde el cielo con saña.

Chiacchiere

Llegué a mi casa y tenía todo organizado para ponerme inmediatamente a preparar Chiacchiere que quería llevar a clase de italiano. Mientras se hacían cené con comida que había sacado del congelador la noche antes y la había dejado en la nevera. Los dulces fueron la sensación en clase y tuve tanta suerte que el trayecto entre mi casa y el colegio en el que recibimos las lecciones fue bendecido con más baldazos de agua. Al salir de clase no llovía durante quince minutos y yo solo necesitaba cinco para ir hasta el cine. Quería ver por octava vez La ciudad de las estrellas – La La Land, película que creo haber mencionado anteriormente. Pensaba que estaría solo en el cine pero estaba petadísimo, la gente parece que quiere verla antes de los Oscars. Un sub-intelectual que jamás se ha enganchado con una peli no puede entender lo que me lleva a repetir y como en cada ocasión descubro algunos detalles nuevos. Para mi ahora la cuestión es si una historia endogámica, en la que los actores interpretan a personas que son actores conseguirá encandilar a los que votan. En esta ocasión más o menos comprobé que la película, considerada musical, es un tanto extraña en el formato. Comenzamos en modo musical, con todo el mundo cantando y bailando, pero después de dos números comenzamos a alternar el musical con una película sobre un músico, con abundantes escenas en las que Ryan Goslin toca el piano y probablemente por estas escenas se merece el Oscar. Hasta esta semana estaba convencido que el chamo sabe tocar el piano y aquí simplemente nos lo restriega pero resultó que no, que no tiene ni puta idea del tema y se aprendió de memoria las partituras (y tiene un montón). Un pedazo de actuación épica, tocar el piano con esa pasión, en ocasiones alternándolo con cantar, levantarse, menearse, eso es lo que se llama actuar.

El epílogo de la película, el segmento que transcurre cinco años más tarde entre este mundo y el La La mundo, con parte real y parte fantástica es en sí mismo una película fantástica. Son unos diez minutos brutales en los que tenemos que olvidar todo lo que hemos aprendido para esta realidad alternativa que todos sabemos que no llegará a suceder pero que es como se deberían haber desarrollado los eventos. Salí del cine y como en todas las ocasiones anteriores, deseché el audiobook que estoy oyendo para regresar a casa silbando las canciones de la película y por supuesto, en el camino me lanzaron al menos un baldazo y medio de agua.

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2 respuestas a “Un día entre baldazos”

  1. Sigo pensándome muy mucho lo del musical en pantalla, y mira que la pones por las nubes, pero es que es el género más anti-yo del cine!

  2. ¿8 veces?
    ¡Joder!
    Y yo que creí que me había pasado por ver el comienzo, solo el comienzo de la peli, el atasco, dos veces…
    Pero eso si, en cuanto pasen los Oscar, la vuelvo a ver en plan negativo, solo para tratar de encontrar los defectos o partes que no son de mi agrado… 🙂
    Salud