Otra tanda de museos y algo más


El relato comenzó en Una pequeña escapada de otoño

Tras el empacho de museos de la mañana del domingo no os creáis que redujimos la marcha. Al regresar hacia el centro, nos bajamos en la parada del Nationaltheatret y fuimos andando hasta la Nasjonalgalleriet o la Galería de Arte nacional, la cual cierra los lunes y esta era nuestra última oportunidad. Por supuesto que no pagamos los casi seis leuros y medio de la entrada, aunque para ser honestos, los domingos es gratis y por eso seguramente había tanta chusma y gentuza en su interior. Nosotros hicimos un recorrido en picado, pasando por todas las salas y viendo el arte ese más bien helados, sobre todo porque yo me insensibilizo muy pronto y si me pones cientos de cuadros me aburro como una ostra. Había algún Picachu, Monet y similares aunque la joya de la colección es el cuadro titulado El grito y pintado por Edvard Munch. Al parecer el chamo hizo varias versiones del cuadro así que vimos una de ellas y nos faltan otras por ver. Seguramente había un montón de arte más que cruzó por delante de mis retinas pero no logró impregnar los nervios oculares, aunque eso sí, que no se diga que no estuve en ese museo. Salimos y en la misma esquina de la calle nos tomamos un capuchino a precio de enculada sin vaselina. Después andamos hasta la zona del ayuntamiento, el cual estaba cerrado pero al lado está el Nobel Peace Center o Museo de la paz, ya que por si alguno no lo sabe, en esa ciudad se da ese premio. Este era otro que cerraba el lunes, así que aprovechamos y entramos y sobre todo porque con el pase de la ciudad nos ahorrábamos los más de diez leuros que valía la entrada. Hay mucha foto e historia de los premios Nobel, aunque honestamente, cobrarte esa cantidad y no tener ni siquiera unas putas en pelota chupando rabos me parece poco menos que un robo. En la planta superior había una movida interactiva que en realidad eran cuatro o cinco sitios en los que ponías una cosa que supuestamente era tu pasaporte y un dibujo animado super-antipático te daba la vara que no veas. Terminamos por saltarnos los rollos que nos metía y descubrimos que podías hacerte una foto con un tío, que deduzco que es el Nobel y mandarla por correo. Aquellos que tengáis idealizada a Waiting podéis saltar al siguiente párrafo. Lo he avisado. Waiting se hizo una foto con la figura de cartón del tío en plan acosadora profesional y la mía fue agarrándole el paquete y tratando de meterle la lengua hasta la garganta de cartón. Después fuimos a la pantalla en la que creaban una especie de periódico antiguo con tu foto y las mandamos por email para escandalizar al prójimo. Mi amigo el Rubio, Dios lo bendiga (si es que existe), me respondió al correo todo alterado con el siguiente mensaje: what are you doing to him? putting your hand at his cross ?? lo cual se puede traducir como ¿Qué coño estás haciéndole? ¿Cogiéndole la taleguilla? No veas las risas que nos echamos. Al salir, caminamos un poco y fuimos al Akershus slott o Castillo de Akershus, el cual en otoño/invierno solo abre los sábados y domingos. La entrada al Castillo costaba casi 10 leuros aunque a nosotros nos salió por la chepa gracias al pase. Incluída en la misma está la audioguía, la cual comienza contándote que hay dos fantasmas en el castillo y ya se me quedó Waiting con diarreas ralas y toda aprensiva cada vez que yo señalaba una ventana y le decía que uno de los fantasmas nos estaba mirando. El edificio está muy bien conservado, las mazmorras son fantásticas y el castillo, sin ser el mejor que he visto en mi vida, es más interesante que el centro Nobel. El castillo se construyó alrededor del 1300 aunque le dieron un aspecto más renacentista en la primera mitad del siglo XVII (equis-uve-palito-palito o 17 si tienes un cerebro más retrasado). Dentro del castillo hay una pequeña iglesia.

Por allí también está el museo de la Resistencia pero llegamos tarde. En su lugar, entramos al Museo de defensa o Forsvarsmuseet, el cual creo que es gratuito y en el que el señor de la taquilla nos explicó todo lo que íbamos a ver muy bien. Nos hartamos a ver armamento, desde el pasado hasta el presente y particularmente interesante era la colección que tenían de un friki que se quedaba con las cosas que los soldados llevaban cuando son destinados a otros países. El museo cubre las movidas bélicas de esta gente desde 1814 hasta la Guerra fría.

Al salir ya estábamos hasta los mismísimos de tanto arte y tanto museo, casi que eran las cinco de la tarde y el estómago nos pedía chicha. Elegimos el Rice Bowl Thai Cafe que aparecía entre los restaurantes más económicos de la ciudad con algo de calidad. Mi Garmin comenzó a llevarnos al lugar, en pleno centro de la ciudad. Ya casi habíamos llegado, estábamos a veinte metros de la calle Mayor de la ciudad y vemos a dos tíos sospechosos agachados detrás de un contenedor. Me paro y le digo a Waiting que se ponga al lado mío porque últimamente le ha dado por hacerse la Turca y camina cuatro pasos por detrás, aunque sin el trapo de limpiar el suelo rodeándole la cabeza. Cuando estábamos juntos, pasamos junto a los dos tipos rápidamente y tuvimos tiempo de ver que uno de ellos se estaba dando un CHUTE DE HEROÍNA allí, a diez metros de la calle peatonal con más gente de la ciudad, esa ciudad que al parecer es la más mejor del mundo para vivir. No voy a comentar nada más sobre el tema. Antes de llegar al restaurante pasamos junto a un cine y aprovechamos para comprar entradas para ver Dime con cuántos ? What?s Your Number esa noche. Tuvimos suerte y aunque el restaurante estaba petado, les quedaba una mesa libre, la cual cogimos. Nos pedimos un entrante, un segundo para cada uno y una jarra grande de té verde para beber, la cual en los restaurante orientales en los Países Bajos es gratuita pero en Oslo te sablean 5 leuros. Además te traen un vaso grande de agua del chorro que parecía ser lo que bebía todo el mundo.

Acabamos de cenar pronto y al caminar de regreso hacia el hotel nos dimos cuenta que podíamos ver la sesión previa de la película, así que envié a Waiting a negociar el cambio de entrada, que ya se sabe que dos tetas pueden más que dos carretas. El cine no era tan espectacular como el del día anterior pero nos lo pasamos bien con la película, que era de lo que se trataba.

Al acabar regresamos hacia el hotel esquivando chusma y gentuza de todo tipo, que parecíamos extras en un videojuego de macarras. Era temprano y Waiting pensó que yo ya me quería retirar y yo pensé que ella se quería retirar así que después de alegar un rato y no compartir estos pensamientos secretos el uno con la otra, nos retiramos a nuestras respectivas habitaciones. Así concluyó nuestro segundo día en la ciudad, ese en el que liquidamos casi todos los museos y vimos a un jacoso chutándose en la calle.

El relato acaba en Nuestro último día en Oslo


6 respuestas a “Otra tanda de museos y algo más”

  1. En un videojuego de macarras???? jajajjaa. Y con respecto al domingo, pues no nos quedarán muchos dïas en esta vida para salir de marcha eh! besitos.

  2. La verdad es que Oslo no es una ciudad que nunca haya tenido intención de conocer, y ahora, menos, con esos precios, un anciano pobre como yo, no se lo puede permitir ni de vaina…
    Salud

  3. Me encantaría ver las fotos. Por otra parte, me sorprende porque yo, quitando la zona de la estación central de tren que estaba llena de mendigos y además de obras, no tuve esa sensación de peligro y de ver gente rara, sino que me lo pasé bomba porque todo el mundo estaba en la calle, te daban regalos, hacía casi treinta grados, la gente estaba en bañador en los parques, el fiordo estaba lleno de barcos, una banda de música tocaba en el puerto y pasé un día maravilloso. Lo que tiene estar en el momento apropiado en los sitios y cómo cambia tu percepción según el momento que vivas en ellos. Para mí Noruega ha sido el viaje de mi vida, claro que me falta muchísimo por ver, pero quitando los precios, que eran inhumanos y que solventé con comida envasada desde España, fue un viaje inolvidable.

  4. Pero «El grito», digamos la versión que todos conocemos, no lo habían robado?? recuerdo leer la noticia de que unos tíos entraron en el museo, descolgaron el cuadro y se lo llevaron bajo el brazo, que habían dejado en ridículo a toda la seguridad noruega sin ningún tipo de esfuerzo… ya apareció? (por cierto que el cuadro es feo de pecado)

  5. Les han robado dos veces pero las recuperan. Lo puedes leer en la wikipedia. La que vimos nosotros la robaron en 1994 y la recuperaron dos meses más tarde y la que tu dices la robaron en el 2004 y la recuperaron en el 2006.

    Y sí, el cuadro me dejó helado.

    … esto … Darliz, tú fuiste este siglo o estamos hablando de allá por los ochenta cuando España era una super-potencia de que te cagas. Por la estación de tren no hay obra alguna en este momento y la ?pera está acabada y más que acabada. Solo por las laderas de los alrededores y por el agua están levantando un montón de edificios, pero no es zona de pasear (aún). Me has dado una idea. Si por alguna casualidad cruel de la vida regreso, me llevo los tupperware llenos de magdalenas y las vendo a cuatro leuros y unos lacitos a leuro la pieza y así me pago la comida.

  6. Fui hace cuatro años, en el 2008, querido, y la zona de la estación estaba toda levantada, por lo demás sólo estuve en Oslo un día y medio y aunque no me impactó la ciudad, Noruega me encantó y los bocatas de jamón y salchichón ibérico que me comí, me abarataron mucho la estancia, cuyos precios eran criminales. A mí el cuadro del El grito me encantó, en persona gana mucho más que en fotos.