Llevo un retraso de años procesando fotos y por eso este fin de semana andaba liado con las imágenes que hice en junio del 2009 cuando me tropecé con una muy curiosa de esta bakfiets con el peso muerto de la abuela y las dos niñas, además con una de ellas que ha perdido la mochila y la madre todavía no se ha dado cuenta. La escena se produjo en el Openluchtmuseum en Arnhem, un museo al aire libre que está dedicado a la vida en Holanda, con un viejo tranvía que te lleva entre las distintas zonas, un pueblo de pescadores, granjas, fincas y demás. No es un lugar al que acudan los turistas habituales ya que está prácticamente en Alemania, muy lejos de Amsterdam y además no tienen las cosas traducidas al inglés, ya que es un museo para los holandeses y muy popular con las familias, que pasan allí el día y los chiquillos se lo pasan bomba. Es un sitio enorme y necesitas un montón de horas para verlo bien. En mi visita hice casi doscientas fotos e igual debería plantearme una serie sobre ese lugar, aunque pensándolo mejor, si lo hago igual se vuelve popular y pierde el encanto actual, ya que poder andar por ese sitio sin gente con un mapa y como perdida es hoy por hoy un lujo. La bicicleta bakfiets de la foto es de las viejas, las que se usaban en Holanda hasta que hace dos lunas llegó el diseño y la sofisticación. Antes eran más básicas pero igualmente prácticas, sin velocidades y sin freno, ya que el sistema de frenado es el contrapedal. Por supuesto, la bicicleta es muy pesada y no apta para endebles y ñangas.
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Estatua hecha con cristal de Murano
Yo se lo digo y se lo repito a Meri Yein siempre que la veo, a mí el arte me deja helado y la foto de hoy es un buen ejemplo. Supongo que de lo que se trata es de mostrar el poderío del cristal soplado de Murano pero conmigo no funcionó y aparte de hacerle una foto, creo que no me paré a contemplarlo ni una milésima de segundo. Al fondo a la izquierda podemos ver la Chiesa di San Pietro Martire, la cual se puede visitar en su interior, aunque no tenía nada especial y el pequeño puente que también se puede ver es el lugar desde el que hice la foto que vimos ayer. La cutre valla que rodea la cosa imagino que está ahí para evitar que los niños se lancen de cabeza contra el vídrio o vayan a jugar con los trozos de vídrio que hay en el suelo. Dado lo precario de la valla, supongo que otros visitantes en otras épocas se han encontrado en el lugar otras esculturas o directamente ninguna.
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El pinchazo de la Dolorsi, el Turco y el accidente de tranvía
Un día puede comenzar tan normal como otro cualquiera, con la rutina diaria de levantarte a las seis y veinte, jiñar, ducharte, vestirte y bajar a desayunar, único momento de variedad en este algoritmo ya que cada día puede ser algo distinto y en el caso de hoy era un trozo de pastel de suero de mantequilla con moras al que le unté un poquito de mermelada de uvas, por supuesto con el café con leche y un vaso de vitamina Cé. Esa rutina me lleva a salir casi a la misma hora todos los días e ir con la Dolorsi a la estación central de Utrecht. La rutina se rompió cuando en un punto del recorrido, a obscuras porque la luz ya no es lo que era hace menos de un mes, noto que la bici patina y cien metros más adelante veo que se ha pinchado la rueda delantera. Me faltaba algo más de un kilómetro para llegar a la estación así que seguí andando con ella a mi lado y la llevé al taller, resignado a perder mi tren. Les dije que le repararan el pinchazo y que además me tunearan el freno trasero, el cual estaba fatal y aunque siempre me lo propongo, nunca pierdo las dos horas que me cuesta ajustarlo porque para estas cosas soy un negado. Me subo en el siguiente tren y cuando llegamos a Hilversum Sportpark, el lugar en el que seguramente estará mi oficina a partir del año que viene, detienen el tren diez minutos por culpa de algo que no pudimos escuchar muy bien ya que el conductor separó la boca del micrófono. Una vez en Hilversum, seguí andando al trabajo, echando pestes porque mi elaborada rutina se había esconchabado. Ayer el Turco, uno de mis amigos del Círculo de confianza y alguien a quien adoro me había partío el corazón diciéndome que venía a Holanda pero no podía verme porque estaría muy pocas horas. A las once de la mañana me manda un mensaje y me dice que me invente una excusa y me pire a Ámsterdam y nos veíamos entre las una y media y las cinco y media. Por suerte yo soy de mente cóncava y todos sabemos que me han nominado varias veces para los Oscars y si no he ganado es porque la envidia es muy mala así que al instante monté un número épico que requería visitar mi hospital en Utrecht a las dos de la tarde. Salí de la oficina totalmente metido en mi papel y tras sobornar a los tres que conocían el secreto con unos Suspiros del copón que hice la noche anterior porque me aburría y sonriendo porque la asistente personal del Presidente se comió uno y después me mandó un correo diciéndome que los pezones todavía le dolían de lo duros que se le habían puesto con aquella delicia celestial. En las colonias ultraperiféricas de la opresora España en la que yo me crié, a esto de irte así lo llamábamos echarse la jullona y al parecer jullona viene de juir que deriva de la palabra del idioma opresor huir y en la península e incluso en los territorios oprimidos y explotados del noreste, esos que en seis lunas ya no pertenecerán a la Unión Europeda, creo que lo llamaban hacer novillos.
Llegué a la estación con tiempo, me subí en el tren, llegué a Amsterdam a las dos menos dos minutos y por algún motivo desconocido, algo en mi cabeza me sugirió ir a la parada de guaguas y no ir en tranvía, que es lo habitual si quiero ir desde la Estación Central de Amsterdam hasta Leidseplein. Me subí en la 172 y por detrás de la Keli de la Reina Argentina de Holanda aquello no se movía. Le mando un güazap al Turco informándole del percance y al poco viene un picoleto y le dice al guagüero que hay un accidente un poco más adelante y no podemos seguir. El hombre nos deja salir y yo le mando aviso al Turco para indicar que voy con quince minutos de retraso. El accidente resultó ser que un camión se estampó con un tranvía, algo que quedó inmortalizado en la siguiente foto:
Al pasar yo me reía porque me imaginaba a Virtuditas sentada en ese lado del tranvía y gritando como la niña del exorcista cuando se le viene encima ese cacharro y seguro que del susto tan grande que se lleva, se le horchata la leche presto-súbito. El mensaje que hay en la puerta del camión y que dice PAS OP DODE HOEK significa ATENCIÓN ÁNGULO MUERTO y digo yo que igual el tío era zurdo porque el iba sentado del lado del ángulo vivo y aún así no vio una cosa tan grande como un tranvía, que además, no es que sean vehículos de esos como los de Alta Velocidad que se instalaron en España para llegar hasta el último poblacho. Al parecer no hubo heridos y los de la ambulancia estaban en un rincón quitándose ladillas como los gorilas en la selva.
Más tarde me crucé con un friki en barco que me guardo para otra anotación y finalmente llegué a Leidseplein y enfrente de la tienda Apple nos dimos un tremendo abrazo y retomamos la conversación. Paseamos hasta el Bijenkorf, el equivalente al Corte Británico español solo que más lujoso y nos fuimos a la planta alta para sentarnos a tomar algo mirando hacia el Dam, algo que no cuento por aquí para que no se pete la cafetería de turistas y nos jodan el rincón. Después nos fuimos a evaluar las putas alBarrio Rojo y nos hicimos un Eurovisión, yo era el juez francés que en vez de puntos da PUÁ y el Turco era el juez inglés que da POINS. Nos quedamos fascinados con una que ya estaba como para encender velas en la iglesia del barrio, con unas arrugas como zurcos de papas y unas tetas agarradas con un arnés que cuando las suelta seguramente los pezones se le ponen como brocas de plataforma petrolífera mirando al suelo.
Sin darnos cuenta se nos hizo la hora y fuimos juntos a la Estación Central en donde nos tomamos un cafelito y después cada uno cogió su tren. Veré al Turco en Estambul dentro de un mes y él seguramente vendrá a Holanda a primeros de diciembre. Al regresar a Utrecht fui a recoger a la Dolorsi y juntos nos volvimos a casa. Me cambié y me fui corriendo a casa del vecino, le corté su césped porque el hombre está con dolores en la espalda, después corté el mío y acabé llenando su contenedor de basura verde con la podá brutal de mis hortensias del ala oeste, que estaban ya como una selva. Después de todo este trajín, me hice un Salmón cocido con gambas y cuscús, saqué del congelador unos panqueques americanos para desayunar mañana y respiré hondo para relajarme. Espero que mañana sea un día totalmente rutinario.
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El reloj del Campo Santo Stefano
Uno de los rincones más bonitos de Murano es la pequeña plaza que hay junto al Campo Santo Stefano, un cementerio empotrado entre las casas y los canales de Murano y que resalta por su preciosa torre con reloj, la cual fue construida en el siglo XIX (equis-palito-equis) sobre los cimientos de un campanario de una iglesia del siglo XII (equis-palito-palito) que se levantaba en el lugar y de la que no queda prácticamente nada. En la plaza hay una especie de moco azul extraterrestre que está hecho con cristal de Murano y que veremos en la foto de mañana con más detalle. Un día después veremos una foto desde el edificio amarillo que está al fondo a la izquierda y que casualmente está a la vera del Grande Canale.