Comer y tramar


Ayer fue uno de esos días que te complican la semana. El Rubio me invitó a su casa a cenar y de tapadillo me pidió que preparara un plato determinado, un curry rojo tailandés con pollo. Como era secreto, yo llevaba todos los ingredientes desde mi casa y además preparé un Brownie, llevé una docena de Magdalenas (de las dos docenas que he hecho esta semana) y añadí al conjunto un montón de Snickerdoodles que había hecho dos días antes porque estaba de antojo y esas galletas son épicas y legendarias. Entre pitos y flautas, salí de mi casa con la mochila de treinta litros petada hasta arriba, ya que también llevaba un reloj que quiero que venda el Rubio y mis fundas para el iPhone 6 que no tengo pero que me quiero comprar, ya que uno es previsor y ya me he agenciado cuatro fundas distintas por AliExpress pagando una cantidad de risa. Salí de la oficina temprano ya que no hablo el idioma de las horas extras y como al Rubio lo pilló un atasco en la carretera por culpa de un accidente, acabé andando desde Woerden hasta su casa, unos cuatro kilómetros que se hacen en poco más de media hora en un paseo super-agradable en el que parte del recorrido es junto a un canal que espero que se hiele para ir a patinar nuevamente allí. Al llegar a la casa, me metí en la cocina, comencé a hacer la comida y para cuando llegó el Rubio la cosa estaba muy avanzada y cuando la que apareció fue su Primera Esposa, se topó con la comida ya hecha. Cenamos en la más completa tranquilidad. Los chiquillos no pusieron ningún pero, no hicieron ruido, no montaron ninguna trifulca porque saben que hoy es el día en el que viene Sinterklaas y si no se portan bien los días anteriores, ni de coña reciben regalo, así que en la semana previa se transforman en ángeles, que se volverán demonios este sábado.

Mientras cenábamos les conté el episodio séptimo de las guerras del aire INcondicionado de mi empresa. Ahora mismo la batalla es a muerte y tras cuatro equipos de expertos que no han conseguido nada, el director de recursos INhumanos está bajo una presión insoportable porque él fue el que lo organizó todo. Lo normal hoy en día es andar por la oficina con la chaqueta de invierno puesta, los guantes, las orejeras, bufandas y demás. Lo estamos machacando a base de bien y su intento por descalificarme se ha convertido en un maremoto que se lo llevará por delante en poco tiempo. Antes negaba los problemas y decía que los dos que nos quejábamos somos unos troleros y ahora tiene quejas del cuarenta por ciento de la compañía, tiene gente de baja, tiene malos rollos y tiene un acoso constante por parte de todos porque cada nueva solución que promete fracasa. Justo ayer, mientras cenábamos, un equipo de EXPERTOS estaba arreglando el problema. Estuve a punto de responder a su correo preguntándole (con toda la empresa en la lista de envío) si los tres equipos anteriores eran estudiantes y aprendices. Esta mañana, al llegar a la oficina, el frío continuaba, el aire helado seguía ahí, el ruido atronador de la máquina a máxima potencia continuaba y desde hace tres días, el nivel de humedad en la empresa ha descendido tanto que tenemos problemas de dolores de cabeza, picores en los ojos y labios partidos. Ha fracasado y como uno no debe aflojar la guardia y darle tregua al enemigo, he lanzado mi nueva ronda de ataques con misiles con cabeza nuclear y ya la ha recibido. A su alrededor, la gente se sienta con la misma ropa que lleva al salir a la calle, le reprocha que no haga nada y que lo que hace empeore la situación y eso lo emputa hasta niveles épicos. Después, como una imagen vale más que mil correos, me ubiqué en el lugar adecuado en el momento oportuno para joderle su primer café y me encontró en la máquina de su planta con un selecto grupo de colegas que incluía la secretaria del presidente, la cual se cubría con una manta, yo estaba con bufanda, guantes y orejeras, además de abrigo y todos los demás tenían sus abrigos puestos. La cara de odio visceral que puso mereció el no recibir un incremento de salario el año que viene. En cualquier caso, creo que él no llegará tan lejos, ya que la guillotina está subiendo lentamente y su cabeza es la que descansa debajo.


8 respuestas a “Comer y tramar”

  1. Está claro que yo me he perdido algo porque no se el porqué de ese peo con abrigos, guantes y orejeras 🙂
    Salud

  2. Creo que hay tres o cuatro anotaciones hablando de las movidas en mi empresa con la calefacción/aire acondicionado y todas son relativamente recientes …

  3. Por Dios, en mi curro es al contrario, hace un calor insorportable en mi despacho, que es un cuchitril sin ventanas, que está bien para el invierno pero que el resto del año se mantiene en más de 30 grados todos los días, me muero. Por cierto, sólo he hecho una compra en AliExpress y me cascaron unos 13 euros en la frontera por no sé qué mierda de impuestos de China, así que lo barato me salió carísimo.

  4. Hay uno que ha perdido los papeles y le grita a la gente. Ayer montó un numerito con una secretaria y lo primero que hizo ella cuando acabó el chaparrón fue llamarme para que fuera a tomarme un cafelito con ella. Cuando me vio el otro, se le torció el gesto como a truscolán en busca de pesetas. Después de que me contó lo que le pasó, movilicé mi red, incrementé la presión sobre él de manera vertical, para que le llegue tanto desde la dirección como por debajo desde el populacho y le jodí el día. Hoy estamos lanzando ataques sistemáticos a su línea de flotación y mañana será una ronda continua de bombardeos. Espero que tenga un buen seguro médico que incluya psiquiátrico porque le va a hacer falta …

  5. No se os puede dejar solos… falta una dos minutos y os poneis a sabotear al personal 😉
    En mi empresa es divertido tambien. Depende del «departamento» te achicharras o te congelas. Al final acabas acostumbrándote a todo.