Corriendo en la luz


Yo desde que soy un atleta consumado sufro muchísimo cuando de repente el sol decide marcharse a otros lares y nos pasamos meses en la oscuridad, que a mí lo que me mola es correr con luz natural y para remediarlo, me he terminado comprando un faro de camión que llevo colgado al pecho, con otra luz por la espalda, no solo para que me vean en el carril bici y en las dos carreteras por las que normalmente corro sino también para que el Elegido pueda ver lo que le viene por delante, que este año ya en una ocasión casi piso una cáscara de plátano que alguien tiró al suelo en una carretera pensando que eso, al ser biológico, el asfalto se lo come o algo así. La luz que tengo es tan intensa que hasta me permite correr por mi circuito tradicional, en el que de los seis kilómetros, hay tres que transcurren en calles sin iluminación, ya que es más bien la campiña, en una zona con granjas, establos de caballos y plantaciones, que es todo como que más bucólico y más agradable que verte rodeados por los carros de los culocochistas, como prefieren otros corredores.

Estos meses son como de travesía por un desierto obscuro, esperando que pasen y en algunos días, complicados, como cuando tuvimos la semana con el hielo y tuve que reajustar mi ruta o los diluvios universales. Por suerte, ayer, al regresar del laburo, me puse la ropa de hacer deporte y salí y por primera vez en este año 2024, pude ir a correr sin usar luz artificial alguna, lo que se conoce como el crepúsculo civil se alarga hasta las siete menos veinticinco de la noche y me da tiempo a hacer mis treinta minutos de deporte con luz y cada día que pasa, ganamos dos minutos más de luz por la tarde y otros dos por la mañana que solo son interesantes para ir a correr en los días que laburo desde mi keli, aunque esos días lo suelo hacer más tarde y así primero puedo desatar mi legendaria productividad y dejarlo todo encarrilado.

Correr por aquí arriba en estos últimos seis meses no ha sido fácil, no solo por la oscuridad. Además, hemos tenido que hacer frente a una cantidad ingente de agua en la forma de lluvia, que cuando es agua a diez grados o menos, no es nada agradable que te tiren balde tras balde de esta agua, que es lo que sucedía prácticamente a diario, algo tan extremo que he terminado casi que yendo a correr usando solo las playeras que tengo para lluvia y hielo, no he podido usar las otras porque las duchas eran continuas y con el agua, las normales resbalan un montón. En los días que corro por la tarde, como no lo quiero retrasar, he salido tanto si estaba seco o si me lanzaban un balde de agua cada medio minuto pero en los días en los que he ido a correr por la mañana, en ocasiones he tenido que esperar hasta tres horas para pillar mi pequeña ventana de tiempo sin lluvia y así disfrutar de la actividad en seco. Lo mismo se puede decir del cine, nunca antes había cancelado tantas reservas como este otoño e invierno, pero es que no es para nada agradable el llegar al cine ensopado y para cuando te empiezas a secar, ha acabado la película y te tienes que volver a ensopar para regresar a tu keli.

Ahora la nueva normalidad es estación de diluvios en el otoño y el invierno y sequía brutal en primavera y verano. Y después te aparece algún gilipollas y te dice que lo del cambio climático es una invención.


2 respuestas a “Corriendo en la luz”

  1. No hay duda que el cambio climático ya ha comenzado a cambiar, al menos, nuestras rutinas de antes, y esto no ha hecho mas que empezar, y lo malo es que todo hace presagiar que irá a mucho peor, pero mucho mas de lo que la gente piensa, a veces me alegro de ser tan ancestral para no vivir lo que nos vendrá encima… 🙁
    Salud

  2. Una vecina fue la semana pasada a ver a sus hijos que están estudiando en Irlanda. Me dijo que iba cargada de ropa de invierno esperando lo peor del norte, y tuvo que comprar ropa porque se asfixiaban de calor… el mundo al revés.

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