No sé ni como se me pasó esto pero claro, Genín me tiene agobiadísimo para que ponga más y más vídeos de buceo y se me olvidan otras cosas. En este 2024 estoy ayudando a uno de mis amigos a entrenarse para el 4daagsedagen, la mega-tortura que hacen en la ciudad de Nijmegen (Nimega en cristiano) y a la que se apuntan decenas de miles de julays que entre un martes y un viernes, se pegan un madrugón para comenzar a caminar sobre las cuatro de la mañana y hacer cuatro caminatas de CINCUENTA kilómetros diarios. Mi colega lo ha hecho en los últimos diez años, algo de lo que él y solo él está muy orgulloso, que a los demás nos las suda bastante y este año ha decidido volver a hacerla y como en algún año anterior, yo hago algunas de sus caminatas de entrenamiento con él y elijo las rutas, que todos sabemos que hemos hecho algunas por ríos neerlandeses espectaculares. Su único requisito es la cantidad de kilómetros a recorrer y para ésta, que sucedió el último día de marzo, quería treinta kilómetros, así que yo organicé una ruta saliendo de mi keli, yendo por Amelisweerd, después cruzando por el campus universitario y el hospital UMC y desde allí adentrándonos en la zona verde que hay entre de Bilt y Groenekan y avanzando hacia el norte hasta llegar al legendario Lage Vuursche, un poblacho que los turistas desconocen y que es el corazón de Holanda y en donde vive la Reina Emérita y está enterrado el hijo que se le mató en accidente de esquí. El poblacho es famoso por la concentración escandalosa de restaurantes de pannenkoeken y desde allí seguimos en dirección a Baarn, lugar en el que acababa la caminata en la estación de tren.
Recorrimos los treinta kilómetros en unas seis horas, con una parada para almorzar y otra para cafelito y por el camino vimos cosas como el chabolote que hay en Ameliesweerd, o el carril bici con el arcoiris julandronista que hay en el campus universitario, pasamos junto al KNMI, el instituto nacional de la meteorología y el misticismo neerlandés, que está literalmente a cinco kilómetros en línea recta de mi keli y es el punto cero de las previsiones del tiempo de este país. El edificio tiene una bola de golf arriba para que jueguen los dioses y como dije, almorzamos en Lage Vuursche un pannenkoeken spek en kaas, o truscoluña no es nación o panqueque de beicon y queso que estaba para cambarte la peluca.
También pasamos a ver al hermano muerto del rey, estuvimos en la puerta del Klein Drakenstein, en donde vive la Emérita, encontramos curiosas obras de arte en el bosque y disfrutamos con las zonas con dunas y abiertas con brezales que hay alrededor de Hilversum.
Toda la ruta se puede ver en el vídeo que crea el programa de mi pulsera Huangëy. No se trataba de velocidad, se trataba de llegar a una cantidad específica de kilómetros. Tuvimos muy buen tiempo en prácticamente todo el camino, salvo por un tramo de media hora con una ligera llovizna.
Tengo otra caminata ya hecha con él, de cuarenta kilómetros, que era la que iba a comentar hoy, pero esa quedará para otro día. Y para que conste, tanto el día anterior a la caminata, sábado, como el día posterior a la susodicha, lunes, fui a correr mis seis kilómetros habituales, que sigo haciendo hasta seis veces por semana.
2 respuestas a “Treinta kilometrazos”
Yo estoy dispuesto a sacrificarme, por mi, no te esfuerces, cargaré con la pesada cruz de no ver mas videos de buceo, tan novedosos y originales, no se si lo podré soportar, pero lo intentaré con todas mis fuerzas, no publiques mas videos de buceo, deja de martirizarte por mi… 🙂
Salud
que chulas las tallas de los osos