El larguísimo plazo


Siguiendo el tradicional y esperpéntico sistema neerlandés para quedar con la gente, la semana pasada, uno de los colegas, a través del grupo en el güazá que tenemos, ofrecía invitarnos a su keli a cenar un domingo a los otros dos, aunque el número total de comensales será de cinco por sus hembras respectivas. La propuesta la lanzó la semana pasada el martes y el otro había guardado silencio, así que yo ni me molesté en responder. Ayer llegaba la respuesta del segundo, espectacular, clara y concisa: ¡el penúltimo domingo del mes de noviembre es el único día que nos queda libre del 2022! ¡Méate toa Merillein! ¡Bienvenido a Holanda! Básicamente, ya tienen todos los fines de semana de octubre y diciembre petados de eventos y de los cuatro fines de semana de noviembre, les queda un día. Un rato después, el otro colega ya hilaba fino e informaba que podíamos llegar en una horquilla horaria entre las dos y las tres de la tarde y se serviría cena con derecho a consumición de alcohol. Yo seguía en silencio, más que nada porque me fui al cine y puse el teléfono en ese modo que no hace ruido y se me olvidó quitarlo del susodicho una vez acabó la película.

Una hora más tarde me preguntan. ¡Qué onda güey! ¿Te va bien ese domingo a esa hora? y yo, irónicamente, respondía: Dentro de siete fines de semana yo ni sé si seguiré vivo, pero puedo confirmar y confirmo que mis planes no suelen ir más allá de una semana, que ahora que soy esclavo laboral, yo con sobrevivir tengo bastante y no miro a esos futuros tan lejanísimos.

Una hora más tarde, me dicen que no me preocupe y que confirme si mi respuesta es de-que-sí o de-que-no, así que confirmé de-que-sí y por supuesto, lo añadí a mi agenda, que yo dentro de siete semanas ya ni me acuerdo de esto, que aquí no hay reconfirmaciones quince segundos antes, que ya sabemos la hora a la que tenemos que estar, la dirección y hasta que nos dan papeo. En mi futuro, el único evento que tengo marcado desde el año pasado es el Amsterdamse Bokkentocht 2021, que como siempre, sucederá en el último fin de semana de octubre, justo ese en el que cambian la hora y al que por supuesto, iré con mi amigo el Moreno, que nosotros ya tenemos reservadas las entradas y las camisetas de regalo desde que comenzó la venta, que hay un número de plazas muy limitado y ni de coña nos perdemos esa espectacular caminata por la ciudad de Ámsterdam parando en ocho bares para tomarnos una cerveza bok y acompañada de una tapa. La semana que viene y dependiendo del clima imperante, tenemos la posibilidad de ir al bockbierfestival de Utrecht, pero ese es uno que planeamos en el ultimísimo momento y teniendo en cuenta si nos vamos a mojar o no, que ese es en abierto, en una plaza de la ciudad de Utrecht y las cervezas que eligen no son tan espectaculares.

,

2 respuestas a “El larguísimo plazo”

  1. Para mí tampoco es, supongo que por nuestra cultura del YA, me pasa mucho lo de «esta noche tenemos niñera, invitais a cenar?» «Pues claro!», es más, incluso sin avisar tengo a veces invitados, improvisando la cena, y me encanta!