El vinillo


Una de las cosas que tiene la chamba para la que laburo es que todos los regalillos de Navidad que reciben los empleados de suministradores y demás se tienen que entregar a recursos inhumanos y ellos organizan una tómbola en enero con todos los nombres de los empleados y van sacando un nombre de la caja y esas personas ganan uno y solo uno de los regalos. Este año a mí me tocó la caja de madera que está en la foto, con un vino de puro lujo francés en el interior. Los premios los ponen en la cantina, en una mesa grande y la gente va por allí y los recoge, algo que sucedió cuando yo estaba sufriendo que no veas y trabajando desde el extranjero en Gran Canaria, con aquel clima horrendo y temperaturas de veintitrés grados que hasta me permitían ir todos los días a la playa después de trabajar.

Sé de un joputa-terrorista-islámico con el que tengo ciertos roces, que por muy islámico que es, el alcohol lo baja con una facilidad increíble y como sabía que yo no estaba allí, estaba ojeando la botella para pillarla con la excusa de guardármela y quedársela, que si hay algo cierto en esta vida es que no hay comunicación alguna entre ambos, pese a estar sentados en escritorios contiguos y mira que yo me quejo a los de mantenimiento del edificio para que hagan algo con la plaga de ratas gigantescas que hay y les digo y les repito que mismamente al lado mío hay una.

Volviendo al tema, uno de mis amigos en la fábrica hizo la foto que vemos y me la mandó por el güazá, una de las dos personas que tienen mi número privado y me preguntó si quería que él la recogiera y me la guardara. Yo le dije que es era una idea maravillosa y fastuosa, pero que aún más lindo sería que la recoja cuando el otro está en la cantina para que vea que lo ha hecho y que si le pregunta algo, que le responda que yo, no solo le he pedido que recoja mi regalo, es que además he transferido la propiedad del susodicho y le he regalado el vino que me tocó a mí porque todos sabemos que yo no tomo nunca, NUNCA, nunca, vino y que de toda la gente que hay allí, él es una de las dos personas que me caen más que bien, no como algunas alimañas despreciables que merodean por el lugar y contra las que algún Dios debería hacer algo pero-que-ya.

El chamo lo hizo. Como sabe las horas a las que el otro va a la cantina, fue allí, agarró mi regalo y se sentó a tomar un cafelito en la misma mesa en la que estaba el despreciable con su camarilla. La rata gigantesca esa en seguida notó la presencia del alcohol y le preguntó que por qué lo cogía si no era suyo y él le respondió que yo le exigí y lo obligué a aceptarlo como regalo de Reyes, o quizás hasta de Navidad y que se lo estaba llevando a su keli. Después me dijo que probablemente le he provocado una úlcera al asqueroso ese del disgusto tan grande que tuvo, que se le veía en la cara el odio infinito y la rabia por la pérdida de alcohol del bueno, que esa escoria se compra el vino en brik porque es más barato y en la fiesta de Navidad se cogió tal cogorza que dudo muchísimo que su preciado Maoma le permita entrar a su cielo con sus trece vírgenes emburkadas y bigotudas. A él, su Dios, lo castigó con ningún premio en la tómbola, igual que el año pasado, en el que yo también gané algo, que pone mi marcador en dos de dos, las navidades que he pasado en esta chamba.

Después mi colega le contó a sus colegas lo de mi bondad tan infinita y el regalo que le hice y esos se lo contaron a sus colegas y por lo que me contaron otros colegas, muchos se preguntan la razón por la cual yo elegí a alguien que está físicamente en las antípodas, que mi escritorio está en el extremo sureste de la fábrica y el de mi colega en el extremo noroeste a ciento sesenta metros de distancia. Como después de la movida del joputa en el linqueIN la gente ha incrementado la distancia con él, ahora todos saben quién está en el bando de los buenos y quién no lo está y los buenos parecen disfrutar enormemente el venir por mi sitio a hablar conmigo para enervar al otro.

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2 respuestas a “El vinillo”

  1. Que bien te sale todo.
    Pero me dá que pensar que en tu empresa hay mucho corre vé y dile.

  2. Lástima que no te guste el vino, es una de las delicias de la vida, sobre todo, el bueno, como todo, claro… 🙂
    Salud

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