EnTurcado


Creo que ya comenté en su día, pero si no, me cuatripito, que justo antes de irme a Gran Canaria en mi última semana de felicidad y buena vida como parao, vi al Turco, en la zona del estadio del Ajax, para cenar, después de ver por trigésima octava vez el clásico Top Gun: Maverick con un amigo, que me pidió pero que requeteque-por-favor que la fuera a ver con él porque al parecer no tiene el módulo que te permite ver películas tú solo en el cine y su hembra le dijo que ella antes de ir a un cine a ver eso, vamos, que se afeitaba los pelos del chichi y hasta los del sobaco, que por ahí sí que no pasaba. El colega ese se quedó para cenar con nosotros y como la oficina del trabajo del Turco está al lado, lo esperamos en el restaurante, que tampoco te creas que el Turco hace mucho, que a él cuando viene a los Países Bajos, lo ponen en un trono de virgensita sobre un descapotable y se lo llevan de provincias para que la gente lo vea y le toque las uñas negras y larguísimas de los pies, que para algo es el número dos del mayor banco neerlandés y ese que en España tiene pocas comisiones y casi ninguna oficina, aunque él está en la parte neerlandesa del susodicho. Bueno, toda esta introducción viene a cuento que ya hacía un mes que no veía al Turco y que la semana pasada regresó a la patria, así que como durante la semana, entre mi esclavitud y sus procesiones es difícil, quedamos que el fin de semana estaríamos juntos, o como yo le expliqué, podríamos aprender a odiarnos de nuevo, que el roce hace el agobio y la tirria.

Yo le di carta blanca y después cuando me dijo que lo que quería hacer el sábado era ir a los karts para hacer carreras en esos cochitos minúsculos, se la quité y le expliqué que me va a ganar siempre y que yo no me veo, con mi cutis tan cuidado, rodeado de unos vehículos que echan un humo tóxico, con un ruido atronador y corriendo en un circuito con un montón de salvajes, que eso no es lo mío, que yo una vez leí un libro y hasta estoy en la tercera temporada de un Porcas, así que le di carta verde y se bajó a Utrecht y nos fuimos al centro, que hacía solito y el día se prestaba. Por supuesto yo había calculado que iríamos con mis dos bicis o en el peor de los casos, con la guagua, pero él me miró como si fuera truscolán y me dijo que no semos pobres ni bestias y que lo racional era ir con su BeMeTa eléctrico de-que-te-cagas, que así la gente nos ve y llora de la envidia y yo lo flipo porque tiene como una pantalla gigantesca que sale desde el lado de él y llega casi hasta el mío y un sistema de sonido con tantos altavoces que se dice que se puede oír hasta en la Luna cuando no hay marea baja. Como ir sentado en el asiento que está al lado del conductor es algo que puedo hacer excepcionalmente y ya había ido a correr y cubierto mis diez mil pasos diarios, accedí. Paseamos por el Oudegracht, hicimos turismo y acabamos en un italiano a la vera del Oudegracht, con esa agua que en realidad es del río Rin pasando junto a nosotros mientras bebíamos y comíamos unas pizzas. Matamos el día por el centro fastuosamente y al final, volvimos a mi casa, estuvimos un rato alegando y criticando y finalmente se fue, quedando para vernos al día siguiente en Ámsterdam, capital de los Países Bajos.

Como yo siempre me río de él porque se levanta después del mediodía, como otros que no vamos a mentar, me llamó a las once y cuarto para decirme que desde que quisiera podía ir pa’llá. Teníamos drama ferroviario y solo un tren cada media hora pero me las apañé para llegar a las doce y media, solo que me bajé del metro en una parada alejada de su keli e hice el trayecto final pateando para cubrir mi cuota de pasos, que si le sugiero lo de caminar diez mil pasos, me tira por la ventana de su apartamento de puro-lujo-Meri-Lleín. Primero intentó colocarme su telelevisión, que yo no la quiero, que lo hace porque así no se siente culpable al comprarse otra aún más grande, que la que tiene ahora es gigantesca pero quiere una que le ocupe toda la pared. Después salimos a la calle y yo sugerí casualmente que en su misma calle, menos de un kilómetro en dirección hacia el norte, a la vera del canal, teníamos una de las mejores cervecerías de la ciudad, con CINCUENTA Y DOS cervezas neerlandesas de GRIFO, que yo ya estuve allí el año pasado durante el bokbiertocht. Fuimos y primero entramos para ver el local, que es precioso por dentro y después nos sentamos afuera, al solito, a tomar cervezas y tablas de queso. Claro, esas no son cervezas de esas de las ralas y después de tres, yo ya estaba saliéndome de la órbita terrestre y alejándome hacia el espacio sideral, que salvo por este fin de semana, en todo el 2022 prácticamente no he tomado alcohol. Estuvimos allí unas horas y después volvimos a su keli para ver, desde las ventanas que dan a la calle, el concierto de los ucranianos que se pusieron enfrente, al otro lado del canal, y por supuesto, cagarnos en la puta que parió al putin. Ya al final de la tarde, opté por ir a la estación central de Amsterdam, aunque yo suelo preferir coger el metro e ir a la estación de Amstel, no llamada así por la marca de cerveza sino por el río que le da nombre a la marca de cerveza y que está al lado de la estación y la razón del cambio es que si seguían con los dos trenes por hora, se iba a petar hasta la bandera en Ámsterdam y para cuando llega a la estación de Amstel, vas de pie, apelotonado, en las zonas de entrada y fue una inspiración y una buena idea, que yo viajé sentado y tan a gustito y por las puertas, una multitud mirándonos con odio y envidia porque teníamos asiento y espacio vital. El Turco se va este viernes a trabajar desde su keli turca y no lo volveré a ver hasta noviembre, cuando regrese.

Ya le he dicho, que para que valore lo mucho que lo quiero y lo aprecio, que piense que por pasar tiempo de muchísima calidad con él, dejé de ir a ver, DOS VECES, cierta película que es un clásico de siempre llamada Top Gun: Maverick, que este fin de semana sí que lo haré, que tengo un mono que no veas.


7 respuestas a “EnTurcado”

  1. No solo la siguen poniendo, el fin de semana pasado fue la sexta más taquillera. Ahora mi problema es que por culpa del laburo, no puedo ir entre semana porque suelen poner una o dos sesiones y o son muy temprano o acaban tarde. De las dos que reservé para el fin de semana, una será en la mega-sala con Dolby ATMOS, la sala más grande del multicines y seguro que no estoy solo allí dentro.

  2. Pues dile al Turco que, parte de ese fabuloso carro eléctrico, lo compró gracias a que yo soy cliente de su banco y tengo todos mis seguros con ellos… 🙂
    Tenía la esperanza que ya te hubieras desenganchado de la puta película esa, vas a terminar fatal de la muerte con el coco totalmente americanizado y alabando a Trump… 🙂
    Salud

  3. Genín, este es muy cabezota, no va a haber quien le saque de ahí mientras la sigan poniendo en cines, mira lo del duolingo…

  4. Claro que no tiene nada de normal, creo que es un trauma post-pandémico. Memos mal que ya se ha puesto a currar y sanará.

  5. 5 meses después de su estreno, sigue en los cines porque la gente sigue yendo a verla. Así de claro y así de fácil de comprender.