Guerra y paz


Aunque prefiero pensar que soy simple como una ameba, la realidad es que en mi interior corren enrevesadas corrientes que a lo largo de los años han ido formando intrincados senderos que sigo sin darme cuenta. Ya he comentado en diversas ocasiones que tras la decisión de dejar España y comenzar de nuevo en los Países Bajos cambiaron un montón de cosas. Conscientemente volví mi universo del revés y nada ni nadie de aquellos que vivían en el mismo escapó a estos cambios. Ese evento apocalíptico del que no me arrepiento y que seguro que repito en todos los universos paralelos en los que vivo tuvo consecuencias inesperadas, conocí un montón de personas nuevas y mi vida se enriqueció hasta niveles que yo jamás habría soñado. Generalmente no me preocupa demasiado la gente y puedo pasar sin ella, tengo una actividad interior de tal magnitud que me entretiene y no me hace desear mucho más pero aún así, mi lado sociable siempre ha procurado que no me encierre en una jaula y me aísle y por suerte he tropezado con unos cuantos amigos fantásticos.

El primer año mis relaciones eran con españoles y sudamericanos pero pronto comenzaron a marcharse y esas amistades se evaporaron de la misma forma en que surgieron, algo que también he comentado infinidad de veces. Quizás por ello me volví bastante cuidadoso y desconfiado. Refiné mis defensas y cuando sonaba el canto del regreso a casa, yo ya trataba de cortar por lo sano y así ahorrarme el disgusto posterior.

En esa época fueron dos los que se asentaron como los pilares de mi vida social y mis amigos: el Rubio y el Turco. Ambos saben que son mis hermanos y que hay vínculos muy fuertes con ellos. Con los dos he tenido mis más y mis menos, eventos que denominamos Guerras de Silencio en las que la comunicación se suspende y lo que quiera que fuese que sucedió se enfría. No me tengo que gastar un duro en psicólogos para saber que la culpa es mía, que mi carácter a veces resulta difícil de tratar y al fin y al cabo, soy como un chiquillo caprichoso. Con el Rubio la más larga duró diez meses en los que ambos nos torpedeábamos socarronamente para poder culpar al otro. Acabó cuando nació su primera hija y su esposa nos obligó a sentarnos y decirnos las cosas a la cara. Fue en Hilversum y la cosa concluyó con una borrachera monumental y el Rubio teniendo que quedarse en mi casa porque no estaba en condiciones de conducir. De eso hace ya casi cuatro años. Para evitar futuras tensiones acordamos que sucediera lo que sucediera, su mujer siempre podría mediar y el sistema funciona maravillosamente. Con el Turco las Guerras de Silencio eran siempre de corta duración hasta que se marchó de los Países Bajos. Ahí se disparó mi protección contra los que regresan a sus casas y me limité a seguir mis propias reglas en esas circunstancias. El Turco me invitó a su boda y yo no fui porque I don?t do weddings como ya he explicado. Después de eso se juntó el cabreo monumental por no acudir a la misma y mi despecho porque se marchó de Holanda y fue algo parecido a la tormenta perfecta que ambos alimentamos con saña. Nunca perdimos el contacto pero nos lanzábamos bomba tras bomba. Esta guerra comenzó a mediados del año 2006 y no se ha cerrado hasta la semana pasada. Después de casi tres años ambos comenzamos a dar pequeños pasos para cerrar el enorme desfiladero que se había abierto en nuestra amistad.

Sin saber a ciencia cierta lo que sucedería, acepté la oferta que me hizo y aprovechando las rebajas espectaculares de KLM compré un billete para ir a verlo durante unos días. Me fui a Malasia sin preocuparme en absoluto y no fue hasta mi regreso que empecé a indagar y buscar información. Habían pasado dos meses desde la compra del billete. Intercambiamos unos cuantos correos y la cosa seguía en pie. Voy a saltar sobre el relato del viaje porque esa es otra historia y me situaré directamente tras pasar el control de aduanas y salir a la terminal de llegadas. Era la una de la mañana y allí, esperando, estaba el Turco. La Guerra de Silencio acabó con un abrazo, no uno de esos superficiales que das por compromiso sino uno sentido en el que transmites amor y recibes amor. Levantamos un muro enorme entre ambos y no cayó hasta ese momento en el que desapareció hasta la última piedra. Tuvimos sesiones intensivas en las que lo hablamos todo y restablecimos el fantástico equilibrio del que disfrutamos durante un montón de años. No fue hasta este fin de semana pasado en que me di cuenta lo mucho que echaba de menos a mi amigo el Turco, sus bromas pesadas, sus pullas, la forma en la que lo saco de quicio y ese sentido del humor perverso que compartimos. Me siento como si hubiera soltado un lastre molesto que llevaba encima desde hace demasiado tiempo. Imagino que para él fue algo parecido porque no dejó de darme coscorrones y abrazos en estos días y de inflarme a comida. Conocí a su mujer y me alegro porque supo elegir sabiamente. Además de muy inteligente es preciosa y un encanto. Para ella mi visita le permitió saber de los años en los que su marido vivió en los Países Bajos ya que yo soy el eslabón perdido y el que conoce todas las historias de esa época. Además le sorprendió descubrir que tengo fotos y más fotos de todas las cosas que hicimos juntos, los lugares que visitamos, las aventuras que corrimos. Se sentaba a escucharnos mientras le explicábamos nuestras perrerías y le enseñábamos las fotos, se reía cuando nos robábamos la palabra para contarlo y ella tampoco se cansó de abrazarme y mostrarme su cariño. Si alguna vez comenzamos una nueva Guerra de Silencio, será la mediadora para que no se nos vaya de las manos.

Ya habrá tiempo de contar el relato de un viaje increíble, de una ciudad de la que me he enamorado y de todas las cosas que vi. Hoy de lo que quiero dejar constancia en el cuaderno en el que voy apuntando cosillas sobre mi vida es que mi amigo el Turco ha vuelto, aunque estoy convencido que nunca llegó a marcharse.

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13 respuestas a “Guerra y paz”

  1. Cuanto me ha alegrado lo que he leido, las amistades hay que mantenerlas, tu lo sabes bien, quizás la relación de una amistad verdadera sea el mayor y mejor tesoro que poseemos.
    Me gusta esa formula del Silencio, en realidad, sin proponermelo, a mi me surge espontáneamente, y simultáneamente, me alejo, pero a veces me paso…
    Salud

  2. Menos mal que reconoces que eres un cabezota. Es un paso importante para arreglar ciertas cosas. Enhorabuena.

  3. Virtuditas, eso es algo que los amigos del Círculo de Confianza siempre han sabido. Eso no les impide seguir intentándolo, creo que al final hasta me quieren un montón.

  4. Verga Sulaco, hasta los mocos se me salieron leyendo este post. Te pasaste! Que lindo. Y yo se que eres un cabezota y aun asi te quiero. Ya lo sabes. Un beso

  5. Waiting, tanto el Turco como el Rubio me han dicho que me estoy haciendo viejo porque tú te has marchado de los Países Bajos y aún te sigo tratando, algo que habría sido impensable hace unos años.

  6. Más bien es porque este año tengo las suficientes guerras entre manos para no necesitar otra más. Incluso para un Gran Maestro como yo, jugar en múltiples tableros a la vez puede resultar fatigado.

  7. Jajaja yo estaba bromeando, me da igual por el motivo que sea, tengo mucha gente que me quiere alrededor del planeta, de eso me sobra, me da igual si alguien mas o menos, lo que busco es compartir con aquellos a los que quiero y si alguno anda por alli comiendose el coco si debe seguir conmigo o no, pues sinceramente entre vino y vino ni me entero jejeje. Un beso. Me vado a Utrecht 🙂

  8. Para que luego se metan contigo por tu hembrario cuando luego confías en ellas para que os hagan ver vuestras cabezonerías.

  9. Desde las cataratas de iguazu te envío todo mi amor!!! (He tomado de mas sino te enviaria solo besos) tqm

  10. Vaya anotación vieja que has elegido para comentar. Se ve que te puede el alcohol. Yo mañana salgo de Sihanoukville en dirección a la capital de Camboya. Estoy como un tizón.