Ya he comentado por aquí en alguna ocasión que con la aparición de las horrendas fatbikes, esas bicis eléctricas que parecen motos con ruedas anchísimas, ha habido un montón de problemas, sobre todo porque se fabrican comprando componentes por China y otros lugares, montándolas en Europa y básicamente, no respetan la normativa europea, por ejemplo, en lo relativo a velocidad máxima, que en la Unión Europea está limitada a veinticinco kilómetros por hora y esas bicis, directamente o mediante tuneado, pueden ir a más de treinta kilómetros y algunas incluso cerca de los cincuenta. Como en los Países Bajos hay una purriada de fabricantes haciendo y vendiendo estas bicis, que adoran los obesos, los adolescentes y los güevones, primero sucedió que comenzaron a robarlas en cantidades increíbles, porque se venden muy fácilmente y esto hizo que la mayor parte de las aseguradoras del país se nieguen a asegurar estas bicis porque se presume que serán robadas más pronto que tarde.
Después comenzaron los accidentes, que los que las llevan van a altas velocidades, por carriles bici o sin respetar las señales de tráfico y además sin casco y tenemos que hay una nueva generación de retardados, bosmongolos y subnormales en los Países Bajos, que aunque yo diría que nacieron así, en realidad lo consiguieron por lesiones cerebrales, que suceden muy a menudo con estas bicis, algo que yo veo muy positivamente porque va limpiando la raza de los elementos que en el pasado eran eliminados por otros métodos, como poniéndolos de carne de cañón. En este caso, además, se puede nominar a los padres para los premios de padre y madre del año porque ponen en las manos de sus hijos unos vehículos con los que consiguen que se revienten el cráneo, eso sí que son padres responsables y mientras tanto, aquí se sigue debatiendo sobre imponer el casco de manera obligatoria para la gente que va en bici y llevan hablando sobre el tema desde hace por lo menos cinco años y la mejor excusa para no hacerlo, fue la de que no habría suficientes cascos para vender a todo el país, ya que necesitaríamos millones. Gracias a tanto palique, el cuarenta por ciento de las víctimas de accidentes de bicicleta con traumas cerebrales tienen entre diez y catorce años.
Al hilo de esto y de la falta de legislación nacional, la ciudad de Ámsterdam comenzó en febrero a hacer controles de velocidad a las fatbikes y hasta mediados de junio, pillaron ciento diecisiete tuneadas para superar los veinticinco kilómetros por hora de velocidad máxima. El premio de esos 117 es una multa de DOSCIENTOS NOVENTA leuros. Con la segunda multa, según la normativa de la ciudad, les vuelven a poner la misma cantidad, DOSCIENTOS NOVENTA leuros y además la policía confisca la bicicleta.
Como curiosidad, creo que fue hace un par de años (quizás tres) cuando finalmente se obligó a usar casco con las motocicletas de menos de cincuenta centímetros cúbicos, hasta ese momento, no era obligatorio y nadie lo hacía. Lo recuerdo porque mi mucama vendió la suya y se compró una bici eléctrica y la razón que me dio es que ella no se iba a estropear el peinado que tanto le costaba diseñar antes de salir de su casa con un casco.
Las fatbikes esas también tienen un modo en el que no hace falta ni pedalear, el motor empuja la bici hasta los treinta kilómetros por hora o más y si no hay pedaleo, eso no es una bicicleta, es una motocicleta.
He puesto unas cuantas fotos de fatbikes que ya habíamos visto en el mejor blog sin premios en castellano porque soy inconsciente que muchos piensan que la traducción de esa palabra es truscoluña no es nación.
Una respuesta a “Haciendo totorotas”
No son ni una cosa ni otra, ni bicis ni motos, a mi no me gustan nadita… 🙂
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