La alerta


El problema de estar escribiendo el mejor blog sin premios en castellano desde el principio de los tiempos es que ya lo he escrito todo y ahora me revuelco en los lodos de las repeticiones, algunas más justificadas que otras, como la de hoy, que gracias al estropicio de fotos que hicieron los de fliker cuando nos traicionaron, hay miles de anotaciones con miles de fotos perdidas y seguramente jamás reencontradas, ya que yo no me veo dedicando meses de mi vida a rastrear esas imágenes y volverlas a poner en su lugar.

En los Países Bajos tenemos al menos dos métodos para que el gobierno envíe alertas a los ciudadanos y ambos se prueban. El primer método es el de las sirenas y las alarmas de las empresas, que se prueba todos los meses, el primer lunes de cada uno de ellos, a las doce de la mañana. Ese sistema, que jamás he escuchado para una alerta verdadera pero sí que he sufrido y padecido en más de doscientas ocasiones, crea una alerta acústica haciendo sonar unas sirenas enormes que hay en las ciudades y las alarmas de los edificios. Imagínate que eres un julay que está de visita turística en el país, estás en una calle, en el centro de la ciudad un lunes, casi al mediodía y de repente, se monta tremendo escándalo, como si nos atacaran los truscolanes y podemitas y lo mejor es salir por patas para sobrevivir. Pues eso.

A partir del año 2014 se creó el NL-Alert, la versión digital y tal y tal y que hace uso de los telefoninos de todos los julays. El gobierno, sabiendo que hasta los más tarugos tienen un telefonino, decidió que además del otro sistema, el de los telefoninos era más cercano y directo y además se puede ajustar incluso a alertas locales. Como lo de probarlo una vez cada mes era excesivo, la prueba se hace una vez cada año y el primer lunes de junio, que suele ser el mes de la prueba, fue esta semana. A las doce de la mañana y junto con las otras sirenas, todos, repito, TODOS los telefoninos conectados a algún operador móvil neerlandés recibieron el mensaje en sus pantallas, acompañado con un sonido horrendo al volumen máximo del teléfono. Si en ese instante estás usando auriculares, también lo oirás al volumen máximo, incluso si tus auriculares son de esos inalámbricos. Si estás en una conversación telefónica, o en una llamada por el güazá o una videollamada, la interrumpirá y el sonido atronador y el mensaje en la pantalla aparecerán y seguirá sonando hasta que pulses aceptar. Este sistema sí que lo han usado, por ejemplo cuando hubo un escape de gases tóxicos, las zonas afectadas recibieron el mensaje, ya que al ser por telefonino se pueden acotar incluso las antenas que se quieren usar, o en casos de apagones en todo el país o por mal tiempo. No abusan del sistema, porque saben que de hacerlo dejaría de ser útil, pero es una manera fácil y efectiva de informar a todo el mundo de algo. Cuando te mandan al mensaje, siempre lo ponen en neerlandés y en inglés, algo que nunca deja de sorprenderme, ya que el inglés no es, ni ha sido, lengua oficial de los Países Bajos y no tienen por qué usarlo. Aunque mi telefonino tiene dos tarjetas SIM de dos operadores telefónicos distintos, me llegó solo una alerta, supongo que el sistema es lo suficientemente inteligente para saber que ya te ha llegado el mensaje y no esperan a que confirmes una para empetarte la segunda.

Sistemas parecidos existen en otros países del universo conocido. Me pregunto si en España, con sesenta y ocho gobiernos distintos, por barrios o por comunidades, hay algo similar que cubra todo el país. Definitivamente no recuerdo haber oído nunca las sirenas una vez al mes, al menos no era algo que se hiciera en las islas Canarias.


2 respuestas a “La alerta”

  1. Pues aquí de toda la vida, se han usado las campanas de las iglesias, que como sabes, hay casi tantas como bares, por exagerar, pero poco, 🙂 lo que no se es si eso está organizado o no, antes, me consta que si lo estaba, pero claro, ya se ven tantas barbaridades, como los podemitas en el Gobierno, que cualquiera sabe… 🙁
    Salud

  2. Dudo mucho que alguien de la orden porque hay un problema y en menos de sesenta segundos estén tocando todas las campanas de todas las iglesias del país. Aquí el sistema está desde la Segunda Guerra Mundial y con los años lo han ido mejorando, que los vecinos son los mismos alemanes que dejaron ir al criminal de Puerkagón y que ahora vive al sur en una ciudad llamada agua de cloaca, nombre perfecto para un mieldoso como ese.