La investigación


Ayer estuve literalmente encerrado en mi casa, con todas las ventanas cerradas a canto y a cal. La culpa la tenían los treinta y pico grados de temperatura afuera, que convierte el exterior en un infierno y ya a las 9 de la mañana cuando fui a correr, teníamos veintiséis grados en la calle, que los veintisiete minutos de ejercicio se transformaron en minutos de tortura y por eso al volver, ducha fría y todo cerrado. Sobre la una de la tarde escucho un estruendo, como el de una invasión truscolana o podemita, probablemente con el virus incluido y resulta que fue la cartera, así que me desplazo lentamente hacia la puerta para recoger lo recibido porque no esperaba ningún paquete de la China o de cualquier otro lugar, que todo, todo, todo me ha llegado y estoy en uno de esos raros intervalos en los que salvo por las cartas semanales del banco, no necesito más nada. Era un sobre grande y gordo y con el sello del gobierno de la nación neerlandesa. Se me subieron los mondongos hasta detrás de las amígdalas, lugar en el que se escondieron. Yo si me llega un sobre así oficial, lo primero que pienso siempre es que me han descubierto las mentiras y engaños en la declaración de la renta y quieren que asuma la responsabilidad por quizás haber alterado la realidad mínimamente para poner a un Ancestral en mi keli y así cobrar subvención por viejo, por meter a una madre soltera con fama de meiga en mi keli y así cobrar subvención, más la subvención por cuidar a un totorota por doverinto. Todo pecados veniales, pero vamos, que así es más fácil juntar unos cientos de leuros por aquí, otros por allí y algunos más del tonto por allá. Estuve por esconder el sobre y procrastinarme al menos una semana antes de mirarlo pero al final empujé a mi subconsciente al rincón mirando hacia la pared y abrí el sobre. Venía una carta y como un documento de varias páginas. La carta era del ministerio de salud, bienestar y deporte, que aquí lo llamamos el ministerio truscoluña no es nación. Como el domingo que llegará en menos que nada me toca la segunda dosis, volvió a salirme el ramalazo negativo y pensé que me acusaban de fraude y me quitaban el segundo pinchazo y además me castigaban a pasar seis meses en truscoluña y aprender la lengua zafia y asquerosa local, que yo jamás podría ser presidente del gobierno si para ello hay que hablar esa mierda en la intimidad. Casi cojo la trituradora de documentos y lo trituro sin leerlo, que tengo miedo por el daño que puede producir algo así en mis retinas pero finalmente apechugué y miré el betreft, que es la palabra neerlandesa y bárbara para indicar el motivo y allí decía participación en la investigación de la vacuna del virus truscolán y podemita. En la carta soltaban un rollo sobre como para parar el virus, como ya era muy tarde para exterminar a los podemitas y truscolanes como yo siempre propuse, lo mejor es vacunarnos y que me eligieron a mí entre los diecisiete millones de ciudadanos, a mí y otros cuatrocientos cincuenta julays más, para controlarme durante todo un año y ver el nivel de protección de las vacunas durante ese tiempo y observar cuanta protección se va perdiendo conforme pasan los meses. Todo muy chulo, todo muy entretenido y muy patriótico y tal y tal. Hasta me convencieron, así que me pongo a leer el otro documento en el que cuentan la historia de la coña, como se quieren gastar una pasta que les han dado de subvención en esto y todo lo demás, como se desarrollará la investigación y en ese capítulo, aparece la sección eres el julay correcto, adecuado y necesario para la investigación y ahí, en la lista de los que no pueden, en primer lugar aparece que no puedes participar si ya te han puesto la vacuna del virus truscolán y podemita. O sea, que me quitaron todas mis ilusiones y me han echado de la investigación. Hay que ser memo y lerdo para mandar la carta cuando en un país con diecisiete millones de julays, ya se han puesto trece millones de vacunas y están llamando para que pidan hora a los que tienen veinte años. Ya los que no han recibido al menos una vacuna ni tienen la cita es porque no quieren vacunarse y a esos les deseamos todo lo peor, siempre y que les vaya lindísimo en la otra vida en la luz que hay al final del túnel. Que la carta venga de la misma organización que pone las vacunas y que tiene mi nombre en su base de datos dice muy poco de su eficacia, aunque igual yo soy uno del millón ochocientos mil julays que dicen que han recibido ya al menos un pinchazo y que todavía no han incluido sus datos en su base de datos, que si te faltan los de esta semana, el pecado es aceptable, pero cuando es una cantidad tan escandalosa, solo se les puede pedir UN POQUITO DE POR FAVOR.

En fin, que no habrá investigación científica para ver como se defiende mi cuerpo del virus truscolán y podemita y como solo respondes si te apuntas, encima ellos me considerarán una persona poco patriota por ningunearlos, cuando los ninguneo porque me han excluido ellos mismos.


Una respuesta a “La investigación”

  1. Pues como manejen el tema científico, como el administrativo de control, irán de culo, cuesta abajo, sin frenos, y montarán en globo, igualito que si fueran truscolanes y podemitas… 🙂
    Salud