La maldición del Maligno


Aquellos que leen todas las letras que junto y arrejunto tienen una retorcida visión de mi vida y milagros. Hoy me levanté temprano para ir a trabajar y comenzar en mi nuevo puesto. La cosa parecía ir bien hasta que bajé a desayunar a la cocina. Preparé mi café con leche, zumo, vitamina C y Berliners y cuando me siento en la mesa de un golpe relingo el café con leche que me cae por encima. Tremendo disgusto. Mis pequeños manteles de diseño quedaron inservibles y lo que es peor, el Levi’s 501 nuevo que llevaba acabó completamente cubierto de café con leche. Salí escopeteado a cambiarme y darme una nueva ducha. Conseguí desayunar esta segunda vez sin más percances y procuré no fijarme en el pegajoso suelo. Salí de mi casa y opté por la bicicleta aunque parecía que iba a llover. Estaba a medio camino de la estación cuando se abrió el cielo y cayó un diluvio de cojones. Me embutí en el condón para estos casos pero ni eso me salvó de acabar ensopado de nuevo. Llegué a la estación y mientras me quito todo el plástico que llevo encima veo en el andén al Chino. Le hago señales pero el hijoputa no me ve. Lo llamo y le digo que se venga a la parte de atrás del tren y que no me toque los huevos con sus teorías sobre lo que es atrás y lo que es delante. El Chino viaja conmigo y cuando llegamos a Hilversum nos separamos ya que el decidió no llevar la bicicleta y yo llego tarde para mi primera reunión. Salgo escopeteado con la Macarena, llego a la oficina, aparco corro a mi despacho y cuando entro me encuentro que mi portátil no está en su sitio, que no es otro que la docking station (¿alguien sabe como traducir eso?). Tremendo disgusto. El cable de seguridad está cortado y el segundo cable que sujeta la docking station tampoco parece haber detenido al ladrón. Veo a mi antiguo jefe que viene corriendo por el pasillo y me dice que no me preocupe, que no pasa nada, que la semana anterior una tarde alguien entró en el edificio y robaron seis portátiles y entre ellos estaba el mío. El hombre me deja allí mirando incrédulo el espectáculo y termino por irme a la reunión con una libreta y un bolígrafo. Por descontado la noticia ha circulado a través de radio patio y toda la empresa estaba enterada salvo el Chino que vive en su propio universo. La basca se desbolichaba por los pasillos y me hacían cínicos comentarios. Hablé con los de IT, esa gente de otra galaxia y me dijeron que estaban teniendo problemas para conseguirme un nuevo equipo. Primero intentaron prepararme un Pentium II de la época en la que crucificaron a Jesucristo, después que falló el tema consiguieron un portátil viejo y que vivía feliz su jubilación y trataron de meter todo lo que yo necesito pero el cacharro reventó y no pudieron hacer nada por salvarlo. Finalmente optaron por darme un portátil nuevo y han tardado varios días en preparármelo. Por lo que me contaron el mismísimo emperador supremo de nuestra empresa estuvo en mi despacho para ver el asunto y tuvo que reconocer que yo hice cuanto estuvo en mi mano por proteger la propiedad de la compañía y no es mi culpa que los de seguridad sean unos ineptos.

Después de volver de la reunión me encuentro con mi sitio redecorado como se puede ver en la foto:
Escritorio después del robo

La calidad no es muy grande porque está tomada con la mierda de cámara del teléfono que no da para mucho más. He puesto algunas notas en flickr así que quien quiera saber lo que dicen las notas tendrá que verla allí.

Yo lo tengo clarísimo. Esto es una maldición del maligno que no es otro que el vicepresidente de la división que acabo de abandonar. Tanta desgracia consecutiva no puede ser algo casual. Esto es provocado por un espíritu oscuro y que va a por mí. Tendré que tirar de crucifijo y conseguir pronto agua bendita para darme un par de baños con ella.


7 respuestas a “La maldición del Maligno”

  1. Yo creo que les dejaron pasar y le dijeron que se llevaran tu ordenador, … y lo de los otros cinco te han mentido… 🙂

  2. Yo sabré que el día del anticristo ha llegado cuando en la empresa me den un Pentium II.

  3. Pues escapé por poco. Al final me han puesto un Dell 610 de mierda, una caca de portátil gris feo y más pesado que un bloque de hormigón. El jueves tendré que visitar a un cliente con esa piedra a la espalda. Pobre de mí ….

  4. No son nadie los holandeses cuando les quitan protagonismo.
    En cuanto a los robos, no se como será el CSI Dutch pero cuando la empresa para la que trabajé en Holanda iba a quebrar y se les iba a embargar todo, también hubo un misterioso robo de monitores por el mismo procedimiento, el uso de la cizalla.

    Salud

  5. Los del CSI piensan que los robé yo porque mi despacho estaba llenito de huellas mías. el que se me viera en la playa de la Garita a la misma hora que el día de autos no parece detenerlos. Quiero recordar qeu sigo odiando mi nuevo Dell Latutude D610. Apesta.