La mitad de Óscar


El día antes de regresar a Holanda miraba la cartelera del cine en España y no había mucho donde elegir, sobre todo cuando lo reducimos a cine español o latinoamericano. El único estreno español que llegó a la cartelera de Gran Canaria era una película que por lo que leí en la red, era más bien cine de autor y me tenía un poco asustado, ya que últimamente no gano para disgustos con los productos de la patria. Pese a mis recelos, decidí darle una oportunidad y mientras esperaba a que comenzara la película ya me predisponía para que no me gustara, pensando en las burradas que iba a poner por aquí al comentar la misma. Al final me temo que no podré hacerlo. La película se llama La mitad de ?scar y la tenéis ahora mismo en cartelera.

Un julay más raro que un tiro de gofio tiene un rollo extraño con su hermana afrancesada y el Cuñao

El protagonista trabaja de guardia de seguridad en una salina de Almería. Parece tener una vida muy repetitiva en la que además de ir a trabajar, visita a su abuelo en el asilo y hace actividades rutinarias al llegar a casa. Cuando su abuelo sufre un empeoramiento y lo ingresan en un hospital, su hermana, que vive en Francia, viene a verlo y salen a la superficie un montón de movidas chungas que hay entre ellos desde tiempos pasados que no fueron mejores.

Esta es una película que elige un camino muy peculiar para explicarnos las cosas. En lugar de decirlas, las tenemos que adivinar a través de imágenes y de medias frases que no revelan el tema pero que lo sugieren. Tenemos un protagonista que parece moldeado en base a sus manías: se sienta siempre en el mismo sitio, hace siempre lo mismo al llegar a casa o al ir a la residencia y se intuye que es un descastado social, una persona que ni siquiera consigue falsos amiguitos en el CaraCuloLibro. Al empeorar su abuelo y ser hospitalizado su rutina cambia bruscamente con la llegada de su hermana y su novio francés y la película se centra en esos días. El guión no tiene una gran historia que contarnos ni hay mil millones de cosas que suceden pero tampoco parece hacerle falta. Tenemos un par de asuntos para tratar y lo hacen de manera no clara pero si efectiva. Hay cierta forma de poesía en las imágenes y en lo que tratan de decirnos con las mismas, en la preferencia por los planos en los que los actores están de espaldas a nosotros y son meras siluetas, en la orografía de Almería y en los silencios y la falta de música. Todo eso va calando en nosotros y nos vamos sumergiendo en este océano muy revuelto en el que la marejada va a más. El protagonista consigue transmitir emociones sin hablar, con sus gestos y a veces ni siquiera moviéndose. Lo mismo sucede con su hermana, una chica que parece normal pero que al juntarse con la familia se va transformando en un ser hosco y que guarda un turbio secreto.

En definitiva, un drama de esos que sin calar, no te dejan indiferente, bien dirigido, bien interpretado, duro de asimilar y que pasará completamente desapercibido por la cartelera ya que no es lo que la plebe quiere ni puede entender. Pese a lo complicado del lenguaje que usan para contarnos la historia, una buena opción para aquellos que tienen más de una neurona y les gusta usarlas para pensar de cuando en cuando. Absolutamente desaconsejada para cualquiera de los miembros del clan de los Orcos.


Una respuesta a “La mitad de Óscar”