A la tercera


El miércoles de la semana pasada se producía uno de esos dramáticos sucesos que pueden afectar drásticamente a la vida y milagros del Elegido. Tras el trabajo, regresé a mi casa y dejé a La Lapoya en su casita en el jardín, acompañada por sus hermanas. Unos días antes había notado un trozo de cristal en el suelo pero como en invierno, salgo y vuelvo a casa de noche, no le di más importancia y soy demasiado inquieto como para encender la lámpara de ese lugar, la cual es de estas de bajo consumo de tienda de muebles sueca y se pega un minuto calentando. El jueves por la mañana salgo con la prisa habitual, cojo la bicicleta y noto que algo va mal. Tenía un pinchazo. Al mirar, descubrí un montón de trozos de vidrio en el suelo, con lo que seguramente alguno de los múltiples botes de cristal que colecciono para llenar al comienzo de la temporada de mermelada de moras se debió caer y se rompió y justamente unos días antes había apilado en una estantería cuatro más.

Sin tiempo a nada, cogí La Cholina, a la cual le debo una foto en condiciones que algún día haré y seguí camino, usando las luces portátiles que llevo siempre en mi mochila para La Zarrapastrosa, ya que si se las dejo puestas tienden a desaparecer mientras pasa la noche aparcada en la estación de tren. Al día siguiente había planeado trabajar desde casa y evitar el crudo frío invernal que hay dentro de la oficina de la empresa que paga mi nómina y cuando acabé de currar, metí a La Lapoya en la cocina por la puerta del jardín, la puse ruedas arriba y en unos cinco siete minutos reparé el pinchazo que tenía en la rueda trasera. Recuerdo mis primeros intentos con estas tareas, cuando podía pasar tres cuartos de hora. Me he vuelto un maquinilla, aunque algo delicado y en invierno prefiero hacer el trabajo en la casa y evitar pasar un frío innecesario fuera, sobre todo cuando llueve.

La dejé lista para ser usada y como necesitaba un par de cosillas del super, aproveché y me fui a probarla. Llegué bien al super, compré y al salir comencé el regreso cuando noto que hay algo mal. La rueda está perdiendo aire. Me cago en mi mala suerte y camino con la bici hasta casa, lo cual me tomó unos diez minutos en los que por suerte no llovió. La vuelvo a meter en la cocina, la pongo ruedas arriba, la reviso y el pinchazo está en el mismo lugar. Supuse que no puse el parche correctamente y lo quité, limpié, puse uno nuevo, le di la vuelta, metí aire en el neumático y la dejé en la cocina. Un par de horas más tarde vuelve a estar con la rueda desinflada. Me recago en truscoluña y en todos y cada uno de los truscolanes, la vuelvo a poner ruedas arriba, repito el proceso y sin quitar el parche empiezo a sumergir zonas de la cámara en un balde de agua por si está en otro lado y cuando llego al parche, ahí está el problema. Lo reviso bien y descubro que justo en el extremo del parche, un poquito cubierto por el mismo hay un segundo pinchazo, que en las inspecciones anteriores había pasado desapercibido por ser menor. Lo reparé, volví a poner aire en la rueda y la dejé toda la noche en la casa en observación. Por la mañana seguía en buen estado y el lunes la volví a usar como siempre sin tener más problemas.

Ahora mismo esa rueda tiene cuatro parches y según mis amigos más ciclistas, cuando superas el tercero lo mejor es comprar un neumático nuevo. Al final lo haré, pero esa es una tarea que prefiero que ejecuten en el taller de reparación porque la rueda trasera tiene el sistema de cambio de velocidad y mi experiencia con cambios anteriores ha sido traumática. Al menos con este desastre, a la tercera va la vencida.


4 respuestas a “A la tercera”

  1. Yo pensaba que con poner una cámara nueva era suficiente, el neumático, suponga yo que estando bien el dibujo aguantaba perfectamente, pero bueno, no soy ningún experto…
    Salud

  2. Genín, la cámara no la cambias con cada pinchazo o acabas comprando tres o cuatro al año, le pones parches. Por todos lados se venden cajitas con el kit completo para realizar la tarea. Esta semana mismo he comprado una por 1,99 leuros que me servirá para reparar doce pinchazos porque la que tengo en mi casa está ya a punto de agotarse, tanto la cola como los parches. Los neumáticos los cambio cada año y medio o dos años, dependiendo del uso, sobre todo a la Lapoya, que la uso todos los días y se hace fácilmente diez kilómetros diarios. Las otras bicicletas aguantan años con sus neumáticos.

  3. Pena no tener un video para verte la cara cuando llegaste y la volviste a ver sin aire, jeje

  4. Lo arreglo en cinco minutos. Me jode si me pasa en la estación pero en mi casa y en un día en el que no voy a salir, no me agobia.