Lanzador de hachas


No sé si lo llegué a comentar por aquí, yo quiero de creer y creo que no, así que ya lo pongo. En algún momento de noviembre del año pasado, creo que después de los dos días de introducción a la chamba, alguien me comentó que había una especie de club social de empleados de la compañía y que pagabas cinco leuros al mes y organizaban coñas y podías participar, así que me apunté y gracias a eso, un mes después me dieron una letra de chocolate para celebrar el Sinterklaas espectacular. Durante el año ha habido algunas actividades, pero ninguna me interesó o acababan muy tarde y no me daba tiempo a volver a mi keli. Fueron a un musical, a un concierto de un grupo neerlandés, a un curso de artisteo con barro en plan Patrick Swayze que a mí me daba muy mal rollo porque se te pega una de las orcas por detrás como una ladilla y la has cagado y finalmente, para después del verano organizaron una salida para certificarnos en el tiro de hacha, petanca y escapar de una cárcel o algo así y ese sí me pareció interesante y me apunté, que yo de toda la vida he pensado que el tiro de hacha es algo que puede ser necesario, que un día se te planta un truscolán en la puerta de tu keli y lo mejor es lanzar el hacha hacia la cabeza y preguntar después.

La coña se celebraba el sábado de la semana pasada, así que ese día, sobre las doce de la mañana, bajé al sur, hasta Eindhoven, el lugar en el que estaba la empresa. Llegué con tiempo para pasear por el centro de la ciudad, que los sábados hay mucha vidilla por allí y después pillé una guagua para ir al sitio ese, que estaba más bien en los arrabales de la ciudad. En total nos apuntamos cuarenta y seis y pienso y sospecho que fuimos unos cuarenta y tres. Nos arrejuntamos todos allí y  a las tres de la tarde comenzó el entrenamiento para tirar hachas, actividad que resultó que yo estoy perfectamente diseñado para la misma y en la clasificación final, hubo dos empatados en el primer puesto y yo quedé empatado en el segundo, así que ojito que cuando tiro hachas, pueden suceder dos cosas: o te golpea del lado del mango y te sale un chichón que no veas, o te lo clavo en la diana, lo mío es de extremos, aunque según me dijeron, lo de dar con el lado equivocado del hacha se puede rectificar, con lo que ya mismo me he convertido en una de las grandes promesas africanas para representar al continente en los próximos juegos olímpicos.

Después de tirar hachas con saña, nos dividieron en dos grupos grandes y dentro de cada grupo, en subgrupos de máximo cuatro julays. A mí me toco con el mexicano, una pava italiana y un pavo neerlandés. Durante la siguiente hora participamos en una competición de petanca, juego que todos desconocíamos porque hay que tener las edades del Ancestral o Virtuditas para ser expertos en el juego, que yo pensaba que era condición necesaria y obligatoria estar jubilado para jugar a la petanca. Ganamos, más que nada porque mientras los otros jugaban a quedarse más cerca de la bola esa chiquitita, nosotros jugábamos a golpearlos y echarlos de la cercanía de la bola y así acumulábamos puntos y puntos, que el equipo que se enfrentó contra nosotros no tenía lumbreras y jamás se les ocurrió que la estrategia puede ser la de golpear al enemigo. Durante todo el campeonato de petanca, las bebidas corrían con gusto y los alcohólicos estaban en puritito éxtasis, que no es mi caso, que yo saltaba de bebida sin alcohol a bebida sin alcohol. Para la tercera hora, nos tocaba escapar de la prisión, o algo así, que son jueguitos en muchos cuartos, supuestamente fáciles, algunos difíciles, otros imposibles. En lugar de pegarte una hora escapando de un cuarto en base a tu inteligencia, aquí hay como cuarenta cuartos y entras y juegas un par de minutos y buscas otro y otro y otro o repites alguno si te ha gustado o si viniste a comprender las reglas al final de la partida y decides intentarlo de nuevo. No nos fue muy mal y acabamos como el tercer grupo de los doce grupos en los que estábamos divididos.

Tras esto, teníamos un bufete de comida supuestamente asiática, aunque el concepto está muy estirado, que allí había pasta italiana y hasta ensaladas que jamás de los jamases verías en Asia. A esas alturas, ya había mucha camaradería y recochineo con los perdedores. En el regreso a mi keli, después de las ocho de la noche, prácticamente todo salió mal o quizás hasta peor. Se supone que el tren que tenía que tomar salía a los cinco minutos de llegar la guagua a la estación y el tren llegó y nos subimos todos y después de diez minutos nos dijeron que no había chófer y que no iba a salir. Todos salimos corriendo a otro andén en el que nos dijeron que había otro y al llegar allí vemos que en la pantalla dice que el nuevo tren sale del andén del que veníamos, así que todos corriendo de vuelta, nos metemos en el tren, que estaba petado y tras cinco minutos nos dicen que qué coño hacemos allí, que ese no sale porque no hay conductor y mientras tanto, llegó el otro por el otro lado y se marchó, con lo que lo perdimos. Nos volvieron a echar, todos a correr de vuelta al andén anterior y allí no había tren alguno, regreso al primer andén, pero del otro lado, en donde supuestamente llegaba un tren, pero era uno de los que paran en todos lados y ni en la India se ha visto un tren tan lleno. Cuando ya empujaban a la gente para cerrar las puertas y yo miraba desde afuera porque me negaba a ir como una sardina en lata, dijeron que venía otro por el andén al que ya había corrido dos veces y efectivamente, por ahí apareció uno, mientras la gente que se había ensardinado en el lento se desesperaba porque no consiguieron salir, o al menos la mayoría no consiguió salir y el nuestro se marchó antes y prácticamente vacío. Ese me llevó hasta Bolduque y allí opté por cambiar al tren que me lleva a la estación de mi barrio, que había dejado la bici por allí. Toda la operación regreso, en lugar de una hora, me tomó dos. Mirando el lado positivo del asunto, hice ejercicio de escaleras y seguramente me devolverán la mitad del precio del billete por el retraso. Esperemos que las próximas aventuras sean tan divertidas como esta para volver a apuntarme.


3 respuestas a “Lanzador de hachas”

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